Extra 2

321 29 7
                                    

Nauseas muchas nauseas era lo que sentía, no podía dejar de dar vueltas en la habitación como un puto león enjaulado ¿y si me dejaba plantado? ¿si se planteaba mejor el casarse conmigo? no, no podía hacer eso, teníamos un hijo en comun... joder podía coger y llevárselo.

— ¿Te quieres tranquilizar de una puta vez hermano? me estas mareando con tantas vueltas— Soltó Eros sacándome de mis pensamientos.

— Si joder, ha este paso tu camisa será de color gris de tanto sudar— apuntillo Bástian.

— No veo esto yo...

— ¡¿Vas a dejar a Daphne plantada?!— Grito Mikael haciéndonos mirar en su dirección a todos, mientras el dejaba caer la galleta que tenía en la mano al suelo.

— ¡¿Estas loco?! claro que no la voy a dejar, pero que pasa si se cansa de mi, o se arrepiente o....

Sentí una fuerte bofetada en la cara la cual me hizo mirar a esa persona con odio.

— ¡deja de ser tan estúpido! ¡ esa mujer te ama imbécil!

— Gracias hermanita eres tan considerada pero la bofetada sobraba.

— Era la única manera de que te tranquilizaras hermanito— Dijo sonriendo como si no hubiera roto un plato en su vida.

Sin decir más nos dejo a mis amigos y a mi solos en la habitación mientras terminábamos de prepararnos, quedaban pocos minutos para la ceremonia por lo tanto yo debía de llegar primero a la iglesia. Decidimos casarnos en la ciudad de Daphne, ninguno de los dos quisimos una boda ostentosa y demasiado llamativo, coincidimos en que fuera una simple, junto con nuestras familias y amigos cercanos creando así una lita de 200 invitados, algo con lo que mi madre puso el grito en el cielo a que ella quería una boda a lo grande con muchos invitados.

La ceremonia se llevaría acabo en la iglesia a la que su familia perteneció desde siempre, era grande pero no como una catedral, la ubicación sin duda era lo más bonito por que se encontraba a las afueras rodeada de grandes arboles, era como un cuento de hadas, decidimos hacer el banquete en una finca perteneciente a su familia la cual se ubicaba a pocos kilómetros de la iglesia, para así mantener la misma temática que queríamos, un cuento de hadas, las mesas estarían al aire libre rodeadas de arboles decorados con luces y un millón de cosas más, de las cuales Daphne junto a su madre, su hermana, la mía y mi madre se dedicaron a hacer.

Me observe por ultima vez en el espejo abrochándome la chaqueta del traje, ninguno de los dos sabia como iba vestido el otro puesto que decidimos dejarlo en secreto para así sorprendernos el mismo día de la boda, mi traje era azul el cual iba a juego con la corbata y el pañuelo del bolsillo, debajo de la chaqueta se encontraba un chaleco gris y una camisa blanca a juego con la flor de la solapa de la chaqueta la cual era una flor silvestre de color blanco.

la puerta se abrió haciendo que dejara de mirarme en el espejo dando paso a mi madre, la cual me miraba con una sonrisa de oreja a oreja, iba sosteniendo al pequeño Jack el cual me miraba también con una sonrisa, era increíble como ya tenia casi un año y medio sin pensármelo mucho me acerqué ellos y bese la mejilla de mi madre agarrando al pequeño terremoto que tenía en brazos.

— Hola campeón, estas muy guapo— Dije dándole un beso en su regordeta mejilla.

Este se rio pero segundo después frunció el ceño mientras se llevaba las manos a la pequeña pajarita de color azul que llevaba en el cuello, iba vestido exactamente igual que yo cosa que al niño no parecía gustarle.

— No te la quites Jackson, solo será un rato.

— No, no, no— Empezó a lloriquear mientras se removía en mis brazos lo que me hizo resoplar.

Ahora bésame estúpidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora