Precipitación

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Mansión Shannel, Miami

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Mansión Shannel, Miami.

   Rocky y Ariana se asombraron de inmediato cuando llegamos a la entrada de la mansión. Era una casa enorme, un par de portones bastante altos y con barras de metal rodeaba la propiedad que se encontraba justo frente al mar.

  Tenía dos plantas y acabados bastante lujosos, la verdad, no era de extrañarse, Melinda y Christian siempre habían tenido un gusto bastante exótico.

   Las paredes eran blancas y los jardines que resguardaban la entrada eran bastante amplios y hermosos.

—Dominatrix. ¿Enserio podemos quedarnos aquí? —Ariana abrió la boca como si estuviese viviendo un sueño.

—Todo el tiempo que quieran... —Aceptó Christian, su corazón era bondadoso.

   Miré el maletero del auto y de inmediato caminé hacia él, lo abrí y allí estaba Dominick, durmiendo por el cancansio. Subí por completo la puerta del maletero y para despertarlo la volví a cerrar dejándola caer con toda la fuerza para asustarlo. Al volver a abrirla, Dominick tenía los ojos casi fuera de sus lugares respectivos.

—Me disculpo... ¿Te asusté? —Me burlé de él abiertamente.

   Le quité la cintilla de la boca para que pudiese hablar arrancándole con fuerza algunos vellos del bigote y la barba haciendo que se quejara.

—Dominick... ¡Creo que mis amigos van a estar más felices de verte a ti, que a mi!

   Le hice señales a Rocky con la cabeza para que trajera a Dominick arrastrándose detrás de mi mientras yo me tomaba de la mano de Christian para caminar hacia la mansión.

   Era espléndida tanto por dentro como por fuera, candelabros finos y adornos de porcelana adornaban la sala de estar, las paredes estaban plagadas con cuadros enormes pintados a mano. Dynia tenía razón sobre Christian y eso de que ni su madre tenía tanta clase como él.

—Bien Alana, bienvenida a casa... —Christian me sonrió mientras la sirvienta nos abría la puerta.

—¡Señorita Alana! —Se alegró de verme mientras se acercaba confiadamente a darme un abrazo sabiendo que se iba a corresponderlo con todo el cariño.


Organización Hason, Industrias Kadere, San Francisco.

Pov. Omnisciente.


   Iraída estaba sentada a la mesa, tenía múltiples golpes en el rostro y los brazos. Frente a ella había un plato de comida apunto de tornarse rancia que la hacía querer vomitar cada vez que intentaba probarla.

—¡Ustedes tienen que comer, si Dynia o Amateo regresan se van a enojar mucho si ven que no han comido nada! —Ella miró al niño sentado al otro lado de la mesa—. ¡Y tienes que darle de comer a tu hermanito también!

La Biblia De Una Dominatrix © [ EN FÍSICO ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora