Cuarenta y seis

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Sábado, un sábado de otoño. Aún no llegaba el invierno, faltaba una semana. Pero acá estaba mirándome en el espejo cómo mi panza crecía, la miraba y aún no lo podía creer.

Miré a Allegra estaba tirada en el sillón con la tablet mirando tutoriales de maquillaje, a veces parecía más hija de Eugenia que mía. Euge no es tan fan del maquillaje, pero lo maneja demasiado bien. Reí al ver a mi hija haciendo la que anotaba todo lo que decía la mujer que daba el tutorial, la nena que con cinco años de pedo sabe escribir su nombre completo.

Allegra Esposito”. Así de simple y cortó. Algunas personas me preguntan si le pondría el apellido del padre y mi respuesta es NO. Lamentablemente él cuando tendría que a ver estado, no estuvo. Hoy en día está presente y me parece bien, pero él no estuvo cuando nació, ni siquiera quiso saber nada de mi en el embarazo, así que no sé merece ni un poquito de amor de parte de Allegra, ni un poco de compasión de mi parte.

Allegra, toda la vida va a saber lo que pasó con su papá en el pasado, está en ella hacer lo que quiera (Ya lo había dicho). Peter, mi actual pareja, hoy lo acepta por respeto a mi hija, sino no lo haría, aparte tienen una linda relación al igual que yo con su mujer. Todo va bien hoy en día con ellos, pero siempre va a estar en mis recuerdos lo que hizo en el pasado.

—Amor, acá traje lo que me pediste—dice Peter.

—Gracias amor—dije agarrando las bolsas.

Y sí, quería un presente para todos los invitados y aparte un presente lindo para los futuros padrinos.

—Me encantan—dije sonriendo.

—Sabia que te iba a gustar, cuando los retire la chica dudaba que te gustarán por lo que habías pedido y no sabía si era tal cuál lo pediste—dijo mi amor explicándome.

—Nono, están perfectos. Gracias por retirarlo—dije dándole un beso.

—Hola Alle—dijo Peter mirándola.

—Hola papi—dijo abrazándolo.

—Amor, comiste?—Pregunte.

—Nono, vine directo—dijo y asentí, me acompaño a la cocina.

—Hice zapallitos rellenos, espero que te gusten—dije sonriendo.

—Gracias—dijo cuando le dejé el plato en la mesa.

—Papi, sabés hoy me voy a poner un vestido—dijo Alle sentándose a su lado.

—Si?—dijo Peter—No hace frío para vestido?

—Nah, a mí me gusta—dijo sonriendo.

—Se va a poner un can can—dije riendo.

—Se hace la canchera, y se va a morir de frío—dijo Peter riendo.

—Por eso mismo voy con un pantalón abrigado y un buzo—dije riendo.

—Yo también me voy a poner una remerita y un buzo papi—dijo Alle dejando tranquilo a Peter a lo que él sonrió.

—Eso me deja más tranquilo de que no morirás de frío—dijo y ella largo una carcajada.

Amaba que se llevarán tan bien, la pasaban de diez los dos juntos. Eran la dupla perfecta. Cada vez que ella se iba con su papá biológico, él el día viernes a la tarde/noche ya está preguntando a qué hora quedé en que traigan a Allegra. Creo que elegí al hombre indicado, y agradezco todos los días saber que él me eligió a pesar de que tenga una hija, y una vida demasiada rara.

Ahora ya no estaba estudiando, pero si me estoy haciendo cargo de todo el papeleo de los restaurantes, Peter ahora tiene la cabeza en el tercero, remodelando, armando como quiere y con ayuda de un arquitecto, el tercero va a llevar el nombre de sus hijos según dice, incluida Allegra, es la primera en la lista, siempre. Estoy feliz de que sea sábado y disfrutar verlo dormir, si porqué me despierto a las 7am porque me da hambre, a veces él está desde antes que yo y me prepara el desayuno, pero está vez me tocó a mí.

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