El lenguaje de lavar vajillas.

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Un mes puede ser muchísimo tiempo. También puede sentirse solo como un soplido de viento. Un mes pueden ser días interminables, o pueden parecer solo segundos. El tiempo se siente diferente, transcurre lento si quieres que lo haga rápido. Y si quieres que sea lento, probablemente los días pasen fugazmente frente a ti. Es irónico.
Soy feliz, y lo días se sienten rápidos. Así que para mí, los días más felices son los más veloces. Y los tristes, los interminables.

He llegado antes del almuerzo a casa de Taehyung. Lo encuentro lavando los trastes, me dijo que su madre le pidió hacerlo porque la chica que trabaja con la limpieza se demoró demasiado en regresar de sus vacaciones, yo también me retrasaría espontáneamente si estuviese haciendo esquí. Es increíble que hiciera la tarea sin decir absolutamente nada, cuando le pregunté me dijo que él no sabe cocinar, y que si puede ayudar lavando platos entonces lo haría de buen humor.

—¿Diez dólares si me dices el planeta el en que estás? —dice Tae desde el lavaplatos, puedo ver su cabello castaño despeinado. Me gusta su cabello despeinado.

—Ahora mismo estoy en Júpiter.

—¿Por qué en ese? —dice sin mirarme, muy concentrado en ingresar los trastos en el lavavajillas automático.

—Porque estaba pensando en el tiempo. Y descubrí que si estoy feliz el tiempo pasa muy rápido —balanceo los pies, mirando también mi falda blanca, es curioso que a ninguno de los dos nos guste la ropa negra.

—¿Estás en Júpiter porque allí los días son más cortos? —se voltea.

—Básicamente.

—Eres increíble —comienza a reírse, muy tierno —. Y me encanta, me gustaría vivir en tu mente.

—Bueno, siempre estoy pensando en ti. Así que vives en mi mente, aunque no lo sepas —confieso escondiendo mi rostro entre mis manos —. Que no se te suba a la cabeza, porque también pienso en mis mejores amigos.

—¿Ajá?

—Pienso mucho en Jungkook —se gira y me arroja gotas de agua, riéndose.

—¡Eres un cochino! Esa agua está sucia.

—Igual que tu mente, Lisa —se acerca.

—Te lo advierto, no más agua —no pienso poner en peligro mi piel, gasto mucho de mi tiempo y dinero en la rutina de skincare.

—Entonces no más comentarios de Jungkook, es molesto si lo haces todo el tiempo —su mirada me indica que no miente, es la primera vez que demuestra un mínimo de celos. La verdad es que desarrollé un gusto a molestarlo, y sé que en realidad no está celoso. Probablemente sólo está cansado de que yo lo moleste.

—Voy a seguir haciéndolo, me reconforta molestarte con eso —me encojo de hombros tranquilamente, aunque por dentro me sienta incómoda.

—¿Por qué te reconforta molestarme con comentarios sobre Jungkook? ¿Te gustaría que yo fuera un celoso tóxico? —está frente a mí, de pie, yo estoy sentada en la isla de la cocina.

—No quiero hablar de eso —me bajo de un tirón de la mesa, queriendo alejarme.

—La comunicación se desarrolló hace muchos años y creo que deberíamos usarla, Lalisa —me toma de la mano para jalarme hasta él, me alza por la cintura para sentarme de nuevo en donde estaba, como si yo fuera una muñeca de trapo.

—De verdad, no hace falta. No es importante, olvídalo.

—Es importante, lo veo en tu mirada —pone su dedo en mi frente, luego ambas de sus manos van a los costados de mi cuerpo —. Dime lo que te sucede.

¡Santa, soy Lalisa Manoban!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora