✵19: La verdad que no puede salir a la luz.

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— Oye, ¿alguna vez has escuchado hablar de Afrodita?

— ¿Quien es Afrodita? —pregunta el discípulo con confusión. 

La decepción sucumbió por un momento al primer discípulo que Baekhyun acepto hace más de diez mil años. Indignación era poco para lo que estaba sintiendo al escuchar la pregunta de su dongsaeng, ¿el profesor Jaebum no hablaba de la historia del Valle? en ese caso, él mismo le contaría a su pequeño aprendiz. 

— Afrodita es nuestra Deidad protectora, su nombre de pila es Chaerin, gobernante y fundadora de El Valle del Amor. 

El pequeño aprendiz abrió la boca formando una "o" en asombro a lo que su mayor estaba contándole, agradeciéndole con ojitos brillosos el esfuerzo que hacía para explicarle cada cosa que no entendía.

— ¿Entonces la estatua de mármol a la que mostramos respetos en el Estanque de Lotos Dorados, es nuestra señora?

Yongguk asintió. 

— ¿Por qué no está aquí? 

Yongguk sabía que tarde o temprano el pequeño castaño formularía la pregunta a la que todos le temían. 

— Pequeño Sehun, esta historia que voy a contarte no debes repetirla en ningún otro lugar, ¿estamos? —Sehun asintió con una sonrisa que ocultaba sus pequeños ojitos en unas finas líneas— Todo comenzó hace  dosciento setenta y cinco mil años....


DOSCIENTOS SETENTA Y CINCO MIL AÑOS EN EL PASADO.

En el bosque de manzanas dulces un pequeño jovencito practicaba con su espada. Patadas, gritos y sudor es lo único que tenía el infante de no más de ocho mil años, sus ropas doradas y la insignia de un sol decoraba el peto de su pequeña armadura que lo identificaba como el Joven Señor de las tierras del Sol.

Un pequeño que no paraba de hacerse ilusiones mentales de que tenía enemigos rodeándole, una técnica que consistía en sentarse y meditar para elevar su energía proveniente del qi, creando una ilusión de él mismo con una espada rodeado de enemigos.

El sonido de un llanto lo hizo abrir sus pequeños ojitos grisáceos, buscando a su alrededor al dueño de aquella llorantina tan desesperada que había interrumpido su tranquilo entrenamiento, la horrible idea de que el ejercito del Reino Celestial había encontrado su lugar de meditación lo hizo mantener alerta.

Por ninguna circunstancia la pequeña Deidad del Sol debía involucrarse en una batalla con el reino enemigo, pero, si los enemigos estaban buscándolo a él en su propio territorio su maestro no podría culparle de empuñar su espada espiritual y patearles el trasero. 

¿Quien está ahí? —El joven desenvainó su espada apuntando a los lugares donde posiblemente este escondido alguien para emboscarlo por sorpresa, pero no obtuvo respuesta alguna por lo que se acercó donde el llanto se escuchaba más fuerte.

Los arbustos se movían con fervor, le indicaban a TaeHee que algo estaba allí, aún con su mano sosteniendo la espada desenvainada se acercó con los dedos medios e índice levantados hacía arriba juntando su qi para realizar un ataque.

Pero, lo que no se esperaba este joven señorito detrás de los arbustos, era que la llorantina provenía de un pequeño bebé ensangrentado, llorando del dolor. 

TaeHee, como pudo y siendo cuidadoso, tomó en brazos al pequeño bebé que lloraba sin consuelo alguno, la única idea que cruzaba por su mente era la de llevar a ese retoño que parecía haber nacido hace poco, con su maestro que talvez, solo talvez, podría salvarlo. 

El Hijo De La Luna ||Vkook Libro #1||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora