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Despertar me cuesta muchísimo siempre, y mas cuando se trata de madrugar... Es un completo infierno.

Son las 6 de la mañana y debo entrenar hasta las 7 para por lo menos sudar un cuarto de toda la droga que me metí anoche. Si llego en mal estado al trabajo, de seguro que Ava no se pondrá muy feliz y dañar mi imagen justo ahora, no es un riesgo que definitivamente quiera tomar.

Cuando salgo por mi desayuno después del ejercicio, me encuentro con las nefastas flores que me dieron de obsequio puestas en el centro del comedor.

-¡JANEEEEEEEEE! -Me las va a pagar

-Buen día, Señorita -Sonríe como si se hubiera tragado un unicornio ¿Qué le pasa a la gente?

-Buen día para ti también, pero lástima que mi día, que nisiquiera ha terminado de empezar, se haya convertido en una completa bola de mierda gracias a que tú -le pongo el dedo en la frente -no eres capaz de cumplir con una orden.

-¿De qué habla? -Se hace la ingenua.

-De las patéticas flores que te mandé a tirar.

-Las tiré -afirma con toda la seguridad del mundo moviendo la cabeza hacia el frente.

-¿Y qué es lo que veo en el comedor? -cruzo los brazos mirando hacia el ramo que yace en todo el centro. De verdad, que mal gusto.

-Eh... -titubea buscando una respuesta.

-Eh qué -la animo para que siga. Quiero saber qué respuesta me dará.

-Es -piensa -Es que...

-¿Ahora no tienes lengua? -levanto una ceja

-Es que señorita, estaban muy lindas, no es justo que las deseche de esa manera -habla tan rápido que apenas le entiendo -y yo sé que no le gustan, que las detesta, pero han de ser muy costosas, un regalo como esos no se tira a la basura porque sí... Ahí se ven lindas, combina con la decoración de la casa que es tan tenebrosa -para de hablar y se rasca la cabeza cuando se da cuenta lo que acaba de decir -Sino las quiere yo me las quedo.

-Es mi casa y me gusta como es, Jane. Así que te pido por favor que te ahorres las opiniones y viendo tu insistencia, las flores se quedan entonces -son mías, no se las regalaría.

-¿No había dicho que no le gustan?

-Pues aún siguen sin gustarme.

-Entonces por qué quie -se pone el dedo indice en los labios a modo de silencio cuando ve que está metiendo la pata otra vez. Así está mucho mejor.

-Una palabra más y no serán las flores lo único que salga de esta casa -esbozo una enorme sonrisa.

Jane se dirige a la cocina para traer mi desayuno el cual consiste en frutas, huevos, avena y listo. Cada día desayuno lo mismo, es imposible que me aburra.

Para cuando termino de comer ya son las 7:30. Tomo una ducha de agua bien fría, me pongo mi atuendo de hoy que está conformado por un pantalón de cuero un poco ancho, un crop top blanco, una chaqueta a juego con el pantalón que me llega hasta la mitad del muslo, unos botines de punta color rojo y unos lentes de sol delgados. En el cabello opto por hacerme unas grandes ondas que caen como cascada hasta la cadera. Tomo mi bolso, mi pastilla para la migraña (la tomo cada día) y estoy lista.

Llego a la puerta del penthouse y me encuentro con Gael trajeado como siempre y su matutina sonrisa ¿Qué le pasa a la gente con sonreír? Deberían ir todos al médico, les vas a dar algo en los músculos de la cara, parecen un caucho estirado a punto de partirse a la mitad.

-Buen día, señorita Irina. Qué bien se ve el día de hoy -¿Por qué siempre me dice lo mismo?

-Lastima que no puedo decir lo mismo de ti, querido -le guiño un ojo ya que lo estoy tomando del pelo, bueno... No tanto.

ISSUES by VAL'S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora