Besarlo es irreal. Cada sensación, contacto y sentimiento es desconocido para mí.
La forma en la que sus suaves labios acarician los míos como si se trataran de porcelana o sujeta mi pequeño cuerpo cerca suyo, me hace sentir en el lugar correcto. Soy la primera en romper el beso y de forma inevitable formo una sonrisa. Abro los ojos para encontrar su rostro cerca del mío. Por curiosidad, pongo mi mano sobre pecho y compruebo lo que creía.
—Tu pulso está acelerado —susurro.
Aunque no tan acelerado como el mío.
Madre mía. Mi corazón se saldrá en cualquier instante, o tal vez mis mejillas alcancen un rojo intenso como las cerezas. Lo que pase primero.
La sonrisa que tiene Reese en todos momentos es diferente a las anteriores. No sé cómo describirlo, pero combina a la perfección con su mirada. Sus ojos brillan como si vieran un diamante, pero no hay ninguno frente a él. Solo yo.
—Deberías entrar. Se hace tarde.
No quiero.
—Tú también. Tus padres deben estar esperando por ti.
—¿Qué te parece un beso de despedida? —Guiña coqueto.
Mis mejillas se sonrojan más, si eso es posible. Ni siquiera proceso lo que acaba de pasar.
—Cre-creo que debo... —Las palabras se atoran en mi garganta—, ir casa. Digo, ir a casa.
Pensé que habías aprendido a hablar, Grace.
—De acuerdo. Pasaré por ti mañana —Se inclina para dejar un beso en mi frente. Cierro los ojos para disfrutar de su aroma, aspirando profundo. Puedo sentir su respiración sobre mis labios y creo que me besará de nuevo—. Que descanses, Dulce.
Abro los ojos y lo encuentro separado de mí. Le dedico una sonrisa y me despido con la mano.
—Dulces sueños, Reese.
Me doy la vuelta en dirección a la casa, sonriendo como boba. Creo que se hizo habitual en mí.
—Hija, ¿cómo te sientes? —pregunta papá bajando las escaleras.
De inmediato los nervios me invaden. ¿Ellos habrán visto la escena de hace rato? Espero que no, porque si no estaré, no, estaremos en problemas.
—Me siento un poco cansada —admito—. Iré a dormir.
—¿No quieres cenar, cariño?
Volteo para ver a Kristal salir de la cocina. Me mira preocupada.
—No tengo hambre —Me encojo de hombros.
Ambos comparten una mirada. Saben de esto, no es la primera vez que desprecio comer. Últimamente pasa seguido. Kristal dice que parezco estar adelgazando, lo cual sería el menor de mis problemas.
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Mi último deseo ©
RomansaGrace lidia con la muerte de su madre, mientras trata de no enamorarse de su nuevo vecino. ♡♡♡ «A veces perder, significa ganar». La madre de Grace muere el mismo día en que su padre, aquel que nunca ha visto, aparece. Su vida cambia al tener que m...