lights on; barcagamer

cuarta noche

Enciendo la llama de la vela que recientemente se había apagado gracias al viento que se colo por una ventana que Diego había olvidado cerrar. Cierro los ojos cuanto otro trueno hace temblar los cristales.

Por favor que deje de llover para que pueda dormir bien.

- ¿Te sientes bien? - Diego toma asiento a mi lado - ¿Ya tienes sueño?

- Sí - frotó mis ojos - Pero no quiero ir a mi habitación porque se escucha el golpeteo de las ramas contra la ventana, me siento nerviosa y no puedo dormir bien.

- Vamos - tira de mi mano para que lo acompañe - Mañana vienen mis padres al departamento y no quiero que parezcas un zombie.

- ¿Desde cuando te importa lo que piense tu familia de mí?

Ríe nerviosamente.

- Tal vez mi hermana Victoria les haya dicho que eramos novios.

- ¿Qué ella dijo que? - me detengo a medio pasillo.

- Le conté que dormíamos juntos.

Golpeó su torso.

- ¿Y porqué no le dijiste que era por una cuestión de un trastorno y no por gusto?

- ¿Acaso no te gusta dormir conmigo? - su tono de voz baja considerablemente, suena como un niño pequeño.

- Más te vale que no lleves más allá está mentira, porque no quiero participar.

- Ya le aclare todo a mis papás, pero aún así tienen curiosidad por conocerte - ambos ingresamos a la habitación - Por cierto, ¿Qué tendría de malo si ellos siguen con esa idea de que somos ... Algo?, ¿Acaso te estabas reservando para alguien más?

- Eso no es asunto tuyo.

- Claro que lo es - ríe - Somos amigos, puedes contarme lo que sea.

Vaciló entre hacerlo o no, si bien, ambos nos contábamos todo, pero nuestra amistad no se basaba en tener pláticas motivacionales y conmovedoras donde ambos nos dábamos ánimos para conquistar a quien nos gustara.

- ¿A ti te gusta alguien?

- Sinceramente no - suspira - Lo que sí, es que hay muchísimas niñas que me parecen hermosas.

- ¿Y alguna te topa?

- Aunque soy increíblemente guapo, parece que no lo suficiente para que les llame la atención.

Ambos nos acostamos en la cama, observando las pegatinas flourescentes en el techo.

- Hay que hacer un pacto.

- Detalles y precio - ríe - ¿Es el pacto donde si en diez años ninguno de nosotros tiene pareja nos vamos a casar?

Me giro para mirar sus ojos avellana, él también lo hace y ambos sonreímos.

- Ya quisieras - mantengo la vista fija en él - Ambos sabemos que el próximo año vas a embarazar a alguien.

- Y que afortunada va a ser - alzó una ceja - Piénsalo, presumir que tu papá es guapo y cool no siempre se puede.