Debido a sus actividades criminales de hacker junto a su amigo Ethan y a su reciente adicción a las sustancias tóxicas, Hope Stark es enviada a S.H.I.E.L.D. a mejorar su disciplina.
Pero las cosas no salen tan bien como fueron planeadas...
¡Gracias...
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Día dos: Hope (La Habitación Negra).
La parte del abdomen le dolía como el demonio. Le era casi imposible soportar el dolor en todo el cuerpo.
El Entrenador tuvo que ponerle puntos en la herida ya que ella intentó levantarse de la camilla y la herida se le abrió nuevamente. La anestesia había cesado y por consecuencia no podía soportar el dolor inmenso.
Sus únicos pensamientos eran de odio hacía El Entrenador, pues no podía soportar estar encerrada en aquel espantoso lugar; había escuchado las historias de Jeremy sobre La Habitación Negra y ninguna era linda ni tenía final feliz, pensar en eso lograba aterrarla.
No podía soportarlo. Necesitaba salir de ahí lo antes posible.
···
Día tres: Hope (La Habitación Negra).
Hope se encontraba acostada en la camilla donde en todo momento estaba atada de muñecas y tobillos. Tenía los ojos cerrados y varias gotas de sudor bajaban por su frente; su piel estaba más pálida de lo normal y se sentía helada, parecida a la de un cadáver.
De repente, una luz inundó su rostro, para que después apareciera El Entrenador. Hope pensó que tal vez estaba ahí para darle comida como todas las mañanas, tardes o noches... Hope no sabía cuántos días habían pasado, pues no había visto la luz del día en mucho tiempo.
Pero El Entrenador entró a la celda con una caja en sus manos y una sonrisa siniestra. La rubia miró inexpresivamente al hombre frente a ella.
—¿Ahora vas a decirme todo lo que sabes sobre Hydra?
El Entrenador había estado presionando a Hope para que le hablara sobre Hydra, pero con tan solo escuchar aquel nombre sentía que su cuerpo se tensaba.
—¿Tú qué crees, bastardo? —escupió Hope.
En lugar de enojarse como normalmente lo haría, El Entrenador comenzó a reírse de manera burlona.
