42. Necesitamos hablar

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Después del viaje a Naruko, el tiempo corrió demasiado rápido. Los exámenes, los entrenamientos, los trabajos se fueron intensificando y así en un abrir y cerrar de ojos se acabó ese año y el intercambio se terminó. Tanaka y Ennoshita, si bien tenían en mente establecerse en la capital decidieron volver a Miyagi a terminar la carrera ahí, a los dos les faltaba dos años. Eso fue por influencia de Ryu, no quería que su novio viviera apartado de su familia. Podrían haber continuado tranquilos en Tokio sin tener que soportar los roces con el padre de Chikara, pero él pensaba que lo mejor era dar cara al asunto. Ya al menos ahora la cabeza de la familia Ennoshita no hablaba despectivamente del ingeniero, no le dirigía la palabra, pero tampoco impedía que viera a su hijo. Al parecer, estaba aflojando un poco la cuerda.

Y así ya en la mitad de ese nuevo año, los que quedaban para atender el café-florería eran Hinata, Yamaguchi y Yaku, todavía la universidad no pudo reclutar a nuevos trabajadores, así que tenían que ver como organizarse con los horarios. Era viernes por la noche, faltaba todavía dos horas para cerrar el café. Hinata se quedó cubriendo el turno de la noche, había solo un par de personas en el café que estaban a punto de terminar sus postres. Justo en el momento de retirarse, una llamada ingresó a su celular, era un número extranjero.

/¿quién podrá ser?/ pensó el omega

Mientras iba recogiendo los servicios, contestó- Aló?

-Adivina ¿Quién soy?- dijo la voz del otro lado

El chico de cabellos naranjas dejó los platos y las tazas en la barra y se quedó quieto un momento tratando de reconocer la voz. Se demoró unos segundos, pero no tardó más- ¡Kenma! ¡¿Eres tú, verdad?!

-Así que no olvidaste mi voz- respondió el ex-setter

-Por un momento no te reconocí, hace mucho que no hablamos... creo que desde que te fuiste, si bien nos escribimos a menudo, creo que nunca escuché tu voz desde la distancia- dijo animado mientras volvía a retomar su labor de dejar los trastes en la cocina.

-Sí es verdad, pero como la última vez me dejaste tu número por correo, pensé en llamarte- dijo tranquilo y sereno el estudiante de intercambio.

-Sí, es verdad, me prometiste que cuando tuvieras noticias importantes que contarme, me llamarías- le respondió Shoyo.

-Por eso lo hago ¿Te acuerdas que mi intercambio terminó el semestre pasado y que para estas fechas estaría de vuelta a Japón?... pues, ahora me ha ido muy bien en el mundo gamer, por eso he decidido terminar la carrera aquí y quedarme tal vez, un año más. Estamos desarrollando unos videojuegos y plataformas que saldrán a la venta, si todo sale bien, a fin de año- comentó Kozume

Wow! ¡Eso es genial!- dijo alegre el pequeño- aunque... bueno... supongo que cuando termine volverás, ¿no?- terminó diciendo un poco pensativo

En ese momento, Kageyama ingresó al local, después de dos semanas de ausencia regresó de un intensivo campamento y lo único que quería era comer, descansar y besar a su novio, y en la cafetería podía hacer esas tres cosas. Apenas ingresó, Hinata volteó; su novio se sentó y se echó en la mesa como un niño esperando ser alimentado. Shoyo sonrió al verlo así.

Kageyama al integrar oficialmente a la selección juvenil nacional, recibió una beca deportiva para terminar la carrera en la universidad de la capital. Hinata también recibió una beca por desempeño deportivo, pero no pagada por el Estado, sino reconocido por la propia U. de Tokyo. Recién ahora, después de esfuerzos continuos, la selección nacional lo miraba, aunque todavía no le daba una oportunidad del todo. Se notaba claramente la discriminación no explícita contra los omegas. Los dos estaban en 3er año, les faltaba el resto de ese año y el siguiente para terminar la carrera.

¿Puedo quedarme contigo? [Haikyuu omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora