El espíritu de la nostalgia inundaba cada rincón y recoveco de aquel antiguo castillo de estilo medieval. Su dueño, el mismísimo creador del Duelo de Monstruos, se encontraba sentado en una silla frente a una mesa redonda, ante un enorme cuadro que representaba la imagen a medio cuerpo de una bella mujer de rubio cabello largo ligeramente ondulado, ojos azules y aspecto juvenil, cuyos labios esbozaban una sonrisa. Pegasus alzó la copa con rojo vino que traía en su mano en dirección al cuadro.
—Feliz cumpleaños, mi querida Cecilia —musitó con una sonrisa amarga curvando sus labios.
Sabía que nada era lo mismo sin ella a su lado. Había podido comprobar el poco valor que tenían realmente los objetos materiales cuando la perdió. Muy pocas cosas habían llenado su vida durante el período de tiempo transcurrido desde que ella se marchase de este mundo. Aún le costaba asimilar esa dolorosa realidad. La extrañaba demasiado; esa añoranza constituía un vacío en su alma que nada en el mundo sería capaz de llenar de nuevo.
Abandonó su asiento y se acercó a uno de los amplios ventanales, bajo el cual yacía un jardín de rosas completamente marchitas que parecían haberse petrificado por los influjos de algún poder superior.
—¿Recuerdas este jardín? —El hombre de cabellos plateados exhaló un breve suspiro—. Fue el que tú plantaste con tus propias manos, al igual que sembraste todo este amor en mi corazón. Las rosas se marchitaron luego de tu muerte, pero mis sentimientos hacia ti jamás morirán.
De repente, un aroma a rosas frescas inundó las fosas nasales de Pegasus. Por supuesto, era imposible que proviniesen del jardín sin vida, por lo que el empresario de cabello largo comenzó a buscar por los alrededores el origen de tal aroma. Se sorprendió al ver pétalos rojos revoloteando en torno al cuadro de su fallecida esposa. Sus labios se separaron y abrió su ojo sano y descubierto como plato. Los pétalos parecían estar siguiendo un determinado patrón al realizar su armónica danza. De su boca escapó un breve grito cuando los pétalos conformaron a la perfección la figura de Cecilia, que se consolidó hasta convertirse en la imagen fantasmal y a todo color de la joven fallecida.
—Cecilia... ¿En verdad eres tú?
El sonido de una lágrima al caer sobre el fino suelo de piedra fue la única contestación que obtuvo, hasta que una dulce voz se filtró en sus oídos.
—Sí, Maximilian. Soy yo, mi amor.
—¡Cecilia! ¡Al fin juntos de nuevo!
La emoción desbordando de sus sonrisas, los brazos estrechándose, la oscuridad del olvido eran prueba suficiente de que no se trataba de un sueño.
—He venido por ti, mi amado...
•
—¡Yūgi! ¿Ya leíste lo que dicen las noticias hoy? —indagó Salomon Mutō con exaltación, sosteniendo un periódico internacional entre las manos.
—No. ¿Qué sucede? —indagó Yūgi con expresión curiosa.
—¡Mira esto! —El anciano señaló con insistencia hacia un titular, que el Rey de los Juegos leyó con no poca sorpresa.
"Encuentran al creador del Duelo de Monstruos muerto en su castillo del Reino de los Duelistas. Maximilian Pegasus, famoso en todo el mundo por haber creado el popular juego Duelo de Monstruos, fue encontrado sin vida en su propia residencia, tendido frente a un lienzo en blanco colgado en una pared y cubierto con pétalos de rosa. La causa de su muerte no se ha podido determinar".
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Entre corazones, juegos y amores [One-shots - Yu-Gi-Oh! Duel Monsters]
ФанфикAl jugar, es aconsejable poner el corazón en las cartas. Pero... ¿será lo mismo jugar con los corazones de las personas? El amor es un juego de dos en el que ambos ganarán la partida, ¿o la perderán? A continuación, estas parejas descubrirán cuál de...