Se hizo la noche

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Tardaron alrededor de media hora en volver a casa: se pegaron una buena caminata, la verdad. Tocaron el timbre y la madre de Laura les abrió.

Dentro seguían los tres adultos, cómo no, con una música bastante animada de fondo. La madre de Alan tenía una bolsa al lado que antes no traía.
- Hola chicos, ¿qué tal? ¿Habéis andado mucho? - saludó el padre de Laura -
- Suficiente para tener agujetas mañana, jajaja - contestó Laura -
Alan le preguntó a su madre que qué era aquella bolsa y esta le contestó:
- Los padres de Laura te invitan a una fiesta de pijamas, siempre y cuando a ella le parezca bien - sonrió - Con todo lo que habéis tardado, me ha dado tiempo a volver a casa para coger tu pijama y poco más. -
- ¡¿En serio?! - se sorprendió Laura, ilusionada - ¡Nunca había hecho una fiesta de pijamas! -
Los padres de Laura estaban contentísimos de que su hija hubiese hecho un amigo, ya que tenía dificultades para las nuevas amistades. Laura aceptó y Alan igual.
- Si queréis, podemos ir mañana de pesca a una zona por aquí cerca. Dicen que muy poca gente va por ahí, estaremos tranquilos. -
- ¡Perfecto! - exclamaron los dos a la vez -

Por tanto, Alan se quedó también a cenar. Su madre, por el contrario, dijo que tenía cosas que hacer, cosa que extrañó un poco, y que se iba ya.

No tuvieron tiempo para preparar la cena, así que pensaron en pedir pizza.
- ¿Qué pizza os gusta más? - preguntó el padre -
Laura contestó la primera, parece que Alan todavía se mostraba tímido ante los adultos.
- Mi favorita es la carbonara - y se le hizo la boca agua de pensarlo -
- ¡La mía también! - dijo Alan con una sonrisa en la cara -
- ¡Pues, decidido! ¡Marchando una carbonara! -
El padre de Laura llamó al número del Telepizza y pidió una carbonara tamaño familiar. Dió la dirección de la casa, colgó e informó de que tardaría 30 minutos en llegar.

Mientras tanto, pusieron una película que iba sobre una niña de pueblo que se tenía que ir de viaje y encontraba un lugar mágico donde un anciano le enseñaba los poderes de la tierra, el fuego...bueno, en resumen: lo que más les gustaba, la fantasía y la magia.

A la media hora, llegó el repartidor con la pizza, todavía caliente. Se acomodaron con la pizza en el sofá con una mesa de centro en la que colocaron la pizza. Los dos adultos en un sofá y los dos menores en el otro. Así, continuaron viendo la película mientras tomaban relajados su pizza favorita.

Pasó otra hora más y ya se acaba la película. Todos la disfrutaron muchísimo. Todavía se quedaron con las ganas de ver la segunda parte y más que había, pero ya era tarde y tenían bastante sueño. No esperaron más y se prepararon a dormir.

Alan se cambió el pijama en el baño mientras que Laura, como es de esperar, se cambió en su habitación. La habitación de Laura tenía dos camas individuales separadas por una mesilla de noche. Era mucho más cómodo así porque, aparte de que Alan no tendría que dormir en el suelo, no hacía falta preparar un saco de dormir ni nada similar.

Antes de dormir, Laura tenía la curiosa manía de subir la persiana de la ventana hasta el punto necesario para que se viera la luna. Después de eso, se acostaron muertos del sueño y la chica apagó la luz de la mesilla.
- Buenas noches - se oyó por parte de Laura -
- Buenas noches - susurró también Alan -, que descanses -
Y durmieron, Laura tumbada hacia la derecha y Alan hacia la izquierda, estando cara a cara.

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