Los días habían pasado y cada uno de ellos eran un paso más a que mi vida volviera a ser a lo que era antes. Cada paso era una bienvenida a mi vieja vida, en donde mis únicas preocupaciones eran ir bien en la escuela, agradecer que mi familia seguía conmigo como también el no tener un hijo en edad temprana. Todas aquellas preocupaciones tan banales a comparación de unas trágicas, pero era feliz con mi vida por aquello.
Prefería tener una vida común, a estar relacionada a un mundo desconocido y fantasiosos al cual me querían introducir Eloy y Bruno. Sabía qué hace unos días estaba entusiasmada por ese mundo, pero pensándolo bien, no era para nada bueno.
Primero que nada, decidí dejar esas ideas porque no quería dejar mi vida, además, reflexionándolo de mejor manera, no me habían dado las pruebas suficientes para todo lo que me habían contado. Sin contar que, sus personalidades eran muy curiosas, provocando mi desconfianza en ellos.
Por eso, el día en el cual ellos de repente dejaron de asistir a la universidad y desparecieron de la playa, sentí paz al no haberme unido a ellos. Y por aquello, ahora disfrutaba de mi vida y de mi tarde libre porque era sábado para poder estar en la playa, dejando el miedo atrás hacia este, para poder apreciar a mi novio haciendo lo que a él le gustaba; surfear. Verlo a él, arriba de su tabla dominando las olas del mar, me hacía sentir tan orgullosa de Gabriel, y más al ver la felicidad que este transmitía.
Estaba tan fascinada observándolo, hasta que, una vez más, después de varios días, un cosquilleo dentro de mí apareció haciéndome sentir escalofríos por todo mi cuerpo al recordar esta sensación en otras ocasiones. Por instinto, me levanté de la arena y di unos pasos hacia el mar, sin perder la vista de mi novio, tratando de enfocarlo.
Sentía que algo malo sucedería.
Y cuando Gabriel comenzó a perder el equilibrio arriba de la tabla de surf, un viento enorme apareció y las olas desaparecieron, llevándose a Gabriel al mar. Al instante, solté un gritó desgarrador, queriendo ir tras él, mas, sin embargo, tenía miedo a la vez.
Job y Omar que estaban presentes, y corrieron hacia el mar, introduciéndose en este al notar que no aparecía mi novio.
El miedo comenzó a invadirme junto con un ataque de pánico que provocó que mi mente se bloqueara de repente y no supiera como actuar ante esto. No podía dejar de mirar el mar, en el punto especifico en donde desapareció Gabriel, y cuando comencé a observar a sus amigos buscándolo, mi corazón aumento su velocidad que no podía calmarlo con nada. Simplemente, estaba muy alarmada.
Comencé a morder mis uñas con desesperación, hasta que, una vez más, el mismo destello que contemplé en el mar, apareció otra vez, iluminando a este de color verde. Y en ese momento, aparecieron tres cabezas en el mar, dándome a conocer que Gabriel estaba bien.
Solté un suspiro de alivio tratando de actuar normal, porque, como suponía, era claro que solamente yo había visto aquel destello.
De poco a poco empezaron a volver a la arena Job, Omar y Gabriel —esteúltimo con su tabla de surf—. Los tres parecían estar felices y reíandivertidos, dándoles paz a la gente que se encontraba en el lugar que habíavisto todo, pero por mi parte, yo aun no lograba calmarme. Y cuando finalmenteGabriel estuvo a tan sólo unos pasos de mí, corrí hacia este para abrazarlo yél me correspondió con una sonrisa, mostrándose calmado y alegre, a pesar dehaber pasado lo que paso él, parecía calmado
—¡Gabriel, amor! —dije, apartándome un poco de él, para sostener su rostro con mis manos y mirarlo fijamente a los ojos—. Hay que irnos.
Al decir aquello, Gabriel me miró con confusión, pero después me sonrió soltando una leve risa, acariciando mi brazo.
—No, tranquila, estoy bien —declaró él para después darme un beso en la frente—. Lo volveré a intentar.
—No, no puedes volver al mar —demandé con seriedad, atrayendo su atención y provocando que me viera extrañado, al igual que también sus amigos lo hicieron.
Gabriel, al percatarse de aquello, les hizo una señal a sus amigos para que se alejaran y estos aceptaron, dando varios pasos lejos de nosotros, dejándonos solos en la orilla del mar, momento que aprovechamos para comenzar a conversar en privado.
—¿Qué pasa? —cuestionó con intriga mi novio, hablando en susurros, tratando de ser lo más discreto posible para que nadie más se diera cuenta de lo que hablamos.
—Vi algo —confesé viéndolo a los ojos con intensidad, y este me miró alarmado.
—¿Estás segura? ¿Qué viste? —cuestionó con rapidez, mostrándose preocupado.
Pero antes de que yo hablara, mantuve por más tiempo mi mirada, analizando su rostro y la expresión plasmada de este, dándome cuenta que realmente parecía asustado e intrigado de lo que le diría, pero a pesar de eso, yo no sabía si era buena idea decirle, ahora dudaba de aquello. Y más porque anteriormente yo le había dicho algo similar y habíamos terminado peleados y yo no quería eso, así que tenía que asegurarme que él iba a creer en mí. Tenía que estar segura de una u otra forma, la más fácil, cuestionándole.
—¿Vas a creerme?
Al decir eso, Gabriel parecía dudoso, inclusive tardo en contestar, pero al final lo hizo.
—Siempre te voy a creer.
Sonreí con ternura y me dispuse a querer hablar, pero me detuve al instante, dudando de mis palabras y poniéndome a reflexionar, dándome cuenta que estaba comenzado a vivir en una mentira. Una vil mentira, porque, por más que decía que era normal mi vida y común, nunca más lo sería, ya que una vez más había visto cosas que, al parecer, nadie más las vio, y no las podía compartir, tal vez, de nuevo, nadie me crea. Aunque digan que sí, era imposible que lo hicieran.
Ahora, Gabriel parecía seguro y confiado en creer en mí, pero si volvía a repetir lo mismo y si sigo insistiendo en este tema, llegaré a ser frustrante y eso no lo quería. Así que, cerré mi boca y la mantuve en una fina línea guardando silencio, limitándome a no decir nada más al respecto, mientras mi novio me miraba impaciente.
—¿Celeste?
—Vámonos, por favor —murmuré sosteniendo su mano y estirando de esta, pero este no accedió y se mantuvo de pie en donde mismo.
—Amor, me dedico a esto. Tal vez estas asustada por lo que me paso, pero estaré bien.
Sus palabras habían sido tranquilas, pero ese efecto no surgió en mí. Y cuando Gabriel se acercó a mí para darme un beso en los labios y estrecharme entre sus brazos, me hicieron pensar un poco más de todo esto que me sucedía, y, para cuando Gabriel se alejó acariciando mi mejilla en el proceso me di cuenta de algo muy importante.
Aunque quisiera huir, yo había comprobado un poco que lo que decían tal vez era real, y si aquello lo era completamente, nunca escaparía de estos avistamientos tan peculiares.
Y aunque no se me hiciera buena idea en estos momentos, tarde o temprano tenía que ir a buscar a Eloy o a Bruno, o tal vez a Marina para dejar todo esto en claro.
En el océano, Mad-ClepGirl (Dianessa)🐧
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2 | 𝐸𝓃 𝑒𝓁 𝒶𝒷𝒾𝓈𝓂𝑜 𝒹𝑒𝓁 𝑜𝒸é𝒶𝓃𝑜.
FantasiaEl océano es muy profundo. Tanto, que ningún ser humano sabe exactamente que hay en sus lugares más oscuros. ¿Será probable que haya vida ahí abajo? ¿Especies increíbles, con poderes alucinantes? Quizás, es probable que esa vida tenga un reino y una...