Capitulo 05: Hace siete años atras (Parte dos)

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Narra Lucy...

Había sido una tarde perfecta, los cuatro nos habíamos divertido mucho ese día, nos despedimos todos para volver a nuestras casas, Cristof invitó a Carlos a su casa ya que sus padres no estaban y quería que juegue con él en la consola un rato antes de despedirse.
    —Oye amigo, te espero adentro para jugar un rato, mis padres salieron y no volverán hasta la noche—.
    —Listo, pero primero dejaré a mi hermosa novia en casa, para que mi suegra vea lo buen novio que soy— dijo Carlos bastante orgulloso levantando su pecho, a la vez que colocaba su brazo por encima de cuello.
    —Uy si, como no— le conté sarcástica mientras quitaba su brazo de cuello.
    —Oye, eso es cruel— pataleo Carlos mirándome con ojitos de perrito triste, admito que me dió mucha ternura verlo así.
    Nos despedimos y Carlos procedió a dejarme a en mi casa, cuando tocamos a la puerta, mi madre nos abrió y al verme, se puso muy feliz.
    —¡Hola mi princesa! ¿Díganme cómo les fue?
    Entramos y le dije: —Bien, aunque... — regresé a ver a Carlos muy molesta y dije: —los chicos hicieron trampa en el juego como siempre en el juego.
    —¡Eso no es cierto señora!— intervino al instante Carlos—, ¡ellas fueron las que no podían jugar bien!
    —¡Eso no es verdad, ustedes!...— iba decir otras cosas más porque yo también estaba bastante molesta, pero mi madre detuvo nuestra discusión enseguida.
    —¡Ya Lucy suficiente! Ve saludar a tu padre que acaba de llegar—.
    —¡¿Papá está aquí?! — expresé toda emocionada.
    —Si, hoy llego temprano, ve—.
    Fuí de inmediato a la sala y ahí estaba papá, sentado mirando la televisión. —¡Hola pa'!— me lancé sobre él y lo abracé muy fuerte.
    —¡¿Cómo está mi princesa?! — dijo mi padre todo feliz besando mi frente, (y cada que recuerdo ese momento, mi corazón llora de tristeza.)
    —Buenas tardes señor, ¿cómo está? — saludo Carlos todo nervioso detrás mío.
    Mi padre lo regresó a ver todo serio (cómo era de costumbre), y le dijo: —Hola muchacho, ¿estás tratando bien a mi princesa?, verás que ella todo me cuenta— estrechan sus manos y papá apretó su mano con mucha fuerza.
    Carlos bastante nervioso y con su mano dolorida, le dijo: —La... trato... muy bien... señor...— me reí y le pedí a papá que se detenga, Carlos permaneció en casa unos minutos más, hasta que finalmente procedió a retirarse.
    Estaba por despedirme de él, cuando de repente, escuchamos una fuerte explosión fuera de casa, como si una bomba de gas hubiera estallado; casi al instante, se escucharon gritos por fuera de casa. —"Qué fue eso?"— pensé extrañada.
    Mi padre se acercó a nosotros y nos dijo: —Quédense aquí y no salgan, iré a ver qué está pasando. Martha cariño, quédate aquí con los muchachos, yo ya regreso. — (Ojalá y mi padre nunca hubieran salido.)
    —Mamá, ¿qué crees que esté pasando?— pregunté asustada.
    —No se mi amor, pero ya escuchaste a tu padre, no quiere que nadie salga—.
    El jaleo afuera se comenzó a volver más grande y yo me estaba preocupando mucho por mi papá, y después de unos eternos minutos de angustia, papá entro corriendo desesperado a la casa y al instante cerró la puerta, su brazo izquierdo se encontraba sangrando y yo, al igual que mi madre, fuimos hasta él muy preocupadas les preguntamos: —¡¿Qué fue lo que pasó afuera?! —
    —¡No quiero que nadie salga, aseguren bien todas las entradas y no miren afuera! — ordenó papá bastante agitado.
    Pero yo quería saber que estaba pasando, la curiosidad siempre ha sido una de mis mayores cualidades; pero también desventajas, por lo que haciendo caso omiso a lo que decía papá, miré por el pequeño agujero de una de las cortinas de la sala hacia afuera; y entonces, supe que había cometido el peor error de mi vida.
   Mirando hacia allá, quedé perpleja y aterrorizada con lo que tenía delante de mi. Afuera todo era una matanza sin fin, muchas personas conocidas se atacaban y mataban entre si, y ver como uno de mis vecinos le arrancaba con sus propias manos la garganta a su hijo y se la comía, fue algo que hasta el día de hoy no he podido superar, lo más espantoso de todo, fue que casi enseguida llegaron más personas al lugar (si esque se les podía llamar así), y comenzaron a comérselo vivo mientras él aún vivo, se retorcía de dolor en el suelo.
    Me aparte rápidamente de la cortina y mi rostro estaba pálido sudando demasiado, Carlos muy preocupado se acercó hasta mí y preguntó: —¿Lucy, te encuentras bien?—
    Lo miré y mis ojos que se habían puesto cristalinos, pero al instante, la puerta principal de la casa empezó hacer golpeada con mucha violencia desde afuera, mi padre se apresuró hasta allá e hizo presión con todas sus fuerzas para que no pudieran entrar, Carlos al verlo así, también corrió para ayudarlo, pude ver en sus ojos que él al igual que yo estaba muy asustado.
    —¡Ven, te dejaré en tu habitación! — dijo mi madre mientras me tomaba de la mano.
    Asentí y subimos las escaleras hasta el segundo piso, pero en ese momento, escuchamos un fuerte sonido abajo, cuando voltee a ver qué pasaba, vi que la puerta principal de la casa había sido derribada, mi padre cayó al suelo, Carlos trató de ayudarlo pero papá muy alterado le dijo: —¡Vete de aquí muchacho! —lo tomó fuerte de la mano, y lo miró fijamente a los ojos. —Escúchame Carlos, prométeme que cuidarás de mi hija y no dejaras que nada malo que suceda oíste. No te preocupes por mi, yo ya estoy muerto, pero tú no dejes que ella se conviertan en una de esos mounstros, me escuchaste bien muchacho—.
    Carlos asintió, estaba asustado, pero trataría de protegerme sea como sea. —S-se lo prometo... señor...
    Ahí mismo, un hombre y una mujer entraron, sus ojos eran blancos y el tes de sus pieles pálidas y llenas de moretones, con manchas de sangre a su alrededor, sus dientes eran como afiladas cuchillas y sus manos dejaban ver unas afiladas garras.
    Mi padre se levantó y se colocó al frente de ellos, Carlos rápidamente corrió hasta donde estábamos nosotras y nos dijo: —¡Rápido, tenemos que escondernos en los cuartos de arriba!— pero justo ahí, ocurrió el evento que partió mi alma en dos y destrozó mi corazón en mil pedazos.
    Mi padre comenzó a sentirse muy mal y luego cayó al piso, empezó a convulsionar y botar mucha espuma por la boca.
    —¡Papá! — Traté de ir hasta él muy preocupada, pero Carlos me detuvo. —¡No Lucy, tenemos que subir ahora!
    —¡No puedo dejarlo así! — grité para que me soltará, pero jamás los hizo, y eso es algo que siempre se lo voy agradecer.
    Y así, con todo el dolor de mi corazón, no tuve otra, más que ver con mis propios ojos, como mi padre se convertía en uno más de esos mounstros.
    Sus ojos comenzaron a volverse blancos y brillantes, sus dientes dejaron ver un filo bastante temible, y de sus manos brotaron unas grandes y afiladas garras; su piel se volvió pálida con moretones por doquier; y al final, vómito una gran cantidad de sangre de su boca... después se levantó del suelo y pequeños quejidos salían de su boca.
    Mi madre bajó despacio las escaleras  hasta él para ver cómo estaba, y le decía: —Ja-Jaime..., cariño...— su voz estaba quebrada y sus ojos llorosos.
    Mi padre la miró enseguida y dando un fuerte rugido, se abalanza encima de mamá y de un solo arañazo, le desgarró todo el estómago para seguido, morderla en el cuello junto con las otras dos personas que habían entrado.
    —¡¡¡MAMÁÁÁÁ!!! — con mi corazón destrozado y mi pecho frío, contemple horrorizada como esas cosas asesinaban a mi madre de la forma más atroz y espantosa posible, mis ojos rompieron en llanto e intenté bajar hacia ella para ayudarla; pero Carlos me detuvo y me llevó casi arrastras hacia mi cuarto, mientras yo no podía creer lo que estaba viendo.
    —¡Vamos Lucy, tengo que sacarte de aquí!
    La mujer que entró con el otro señor, consiguió vernos y fue detrás de nosotros, no le importaba nada, su mirada era vacía y sin vida, y algo en mi interior me decía que esa mujer ya no era una persona, solo algo sin vida movida por alguna fuerza desconocida y maligna.
    Llegamos a mi cuarto, entré yo primera y Carlos al último, estábamos por cerrar la puerta, cuando aquella mujer apareció y agarró con fuerza de la mano a Carlos y lo mordido salvajemente, él gritó de dolor mientras trataba de quitarse de encima a esa mujer. Corrí para ayudarlo, tomé un tubo viejo que tenía por mi ventana y le di un fuerte golpe en la cabeza a la mujer para que lo soltará.
    Está soltó la mano de Carlos y conseguimos cerrar la puerta con seguro, asustada, tiré el tubo a un lado y me senté en la cama, me puse a llorar y no entendía que mierda estaba pasando, solo podía llorar y llora, y nada más.
    Carlos colocó un ropero mío en la puerta para que no vayan a tumbarla y fue de inmediato por dónde yo estaba, me abrazó con ternura y yo estaba tan asustada que le devolví el abrazo con más fuerza.
    Lloraba en su hombro y le decía: —Mamá... papá... Stefanny.... Cristof.... ¡Todos están muertos!...—
    —¡No mi chiquita, claro que no!, ¡estoy seguro que nuestros amigos están bien!—
    —Pero mis padres ¡que!... —dije sin esperanza alguna. —¡No me queda nada, ellos eran todo lo que yo tenía—!
    —¡Aún tienes a tu tía, ella te quiere un montón y no te dejará sola por nada del mundo! — estaba muy dolida, y hasta ahora me duele, Carlos permaneció a mi lado consolándome.
    Estuvimos así por unos minutos, pude ver la herida que tenía Carlos en su mano, lo regresé a ver y estaba bastante asustado por dentro, lo supe por su mirada que parecía que estaba a nada de romper a llorar. (Ver esa clase de emociones en las personas ha sido una cualidad que he tenido desde que nací.)
    Tomé su mano con delicadeza y le dije: —¿Te duele—? —
    —Descuida, no es nada...— se levantó de la cama y entró a mí baño para limpiarse la herida, se puso algo de desinfectante y una venda en la mano.
    Volvió a sentarse, y yo estando aún asustada, le dije: —¿Y ahora qué vamos hacer? ¿Cómo saldremos de aquí?
    —No te preocupes —dijo tomando mi mano—, ya encontraremos la forma de salir de aquí... los dos juntos... Te pondré a salvo tal y como se lo prometí a tu padre—.

Las Memorias De Orun: El Guerrero CelestialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora