Debido a sus actividades criminales de hacker junto a su amigo Ethan y a su reciente adicción a las sustancias tóxicas, Hope Stark es enviada a S.H.I.E.L.D. a mejorar su disciplina.
Pero las cosas no salen tan bien como fueron planeadas...
¡Gracias...
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Hope había estado unos días en las instalaciones de SHIELD estudiando los horarios de los entrenamientos y ahora había sido enviada a entrenar junto con los demás aprendices.
Llevaba puesto una especie de traje térmico color negro, algo parecido al de los militares, y justo ahora se encontraba dirigiéndose en una camioneta al lugar en donde se desarrollaría su primer entrenamiento. En la parte de atrás de la camioneta, junto a ella también habían más aprendices, pero ni uno de ellos le dirigió la palabra a Hope, cosa que a ella no le importó mucho.
Todos ahí tenían entre catorce y dieciséis años y todos tenían rostros de fastidio y preocupación, al contrario de Hope, que tenía un rostro de curiosidad, y un poco de emoción.
Eran alrededor de veinte y todos llevaban un número en el brazo derecho, lo cual desconcertó a Hope: Si eran alrededor de veinte personas... ¿Por qué ella era la número treinta y tres?
Pero esa duda parecía ser la menor de sus preocupaciones.
Llegaron a un bosque bastante extraño en donde no paraba de nevar y desde que la camioneta paró, un hombre los apuró a bajarse y ellos solos se fueron formando en fila de acuerdo a sus números, pero no todos los números se encontraban presentes.
La fila comenzaba con el número tres, después seguía el ocho, nueve, doce, diecisiete, diecinueve, veintiuno, veintidós, etc.
Hope escuchó que el entrenador comenzó a hablar, pero ella únicamente se dedicó a voltear hacía todos lados, concentrada en los números desordenados de los aprendices formados en fila.
―¡Número treinta y tres! ―gritó el entrenador tan fuerte, que Shirley giró la cabeza con brusquedad y se encontró con el entrenador mirándola con bastante enojo y determinación.
Ella se estremeció, y se compadeció mentalmente de quien sea a quien hubieran llamado, pero luego con sorpresa y algo de miedo cayó en cuenta de que el entrenador se había dirigido a ella.
