𝙪𝙣𝙤

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Keigo, miró al hombre alto con máscara de cuero negro que estaba de pie ante la puerta. No sabía lo que había estado esperando, pero no era esto.

En primer lugar, era alto. ¡Malditamente alto!, a pesar de los tacones de diez centímetros de las botas que llevaba hasta el muslo. Hombros anchos estiraban la tela de su traje bien cortado y unos ojos turquesas lo miraban directamente a través de los agujeros de la máscara.

El hombre sonrió, revelando unos dientes blancos y parejos.

No parecía un hombre que quería ser dominado. Por supuesto, no se puede juzgar por las apariencias en este caso, se recordó Keigo. Después de todo, él mismo parecía un maestro en este caso, pero nada podía estar más lejos de la realidad.

- ¿Maestro Hawks? -la voz del hombre era un profundo rugido, que venía desde el fondo de su pecho, y que él pudo sentir en sus huesos- ¿Maestro?.

Keigo, tropezó un paso hacia atrás antes de recordarse que se suponía que él era quién debía estar a cargo de la situación. ¡Maestro Hawks, ese soy yo!. Nunca se había sentido menos responsable de algo en su vida, incluyéndose a sí mismo.

¿Cómo se suponía que manejaría esto?

¿Cómo se suponía que debía dominar a este gigante cuando estaba temblando en sus botas?

¿Cómo se había metido en esto, en primer lugar?

Oh cierto, haciéndole un favor a su mejor amiga...

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-Keigo, necesito que te hagas pasar por mí.

El nombrado enseguida dejó la vaqueta de alitas de pollo en el olvido.

-¿Estás loca? -Keigo, puso los ojos en blanco en dirección a su mejor amiga que actualmente descansaba en su caro colchón con su tobillo derecho lesionado apoyado en un montón de almohadas mullidas. Sólo lo mejor para Rumi...de alguna manera conseguía lo que quería.

Pero no esta vez.

-Esto es realmente importante. Tengo una reunión con un cliente que no puedo echar a perder -los grandes ojos de una tonalidad castaña rojiza de Rumi pedían lastimosamente- Es sólo un pequeñísimo favor...

Enroscó un mecho de su cabello platinado alrededor de un dedo perfectamente manicurado y miró de forma suplicante a su amigo quién devoraba con afán una vaqueta de pollo frito, ojos mieles claros y un cabello que te invitaba a pasar sus manos por allí e intentar desenredar el nido de pájaros que crecía en ellos.

Keigo suspiró.

-No hemos hecho algo tan loco desde la escuela. Y recuerda cómo resultó.

Los ojos de Rumi adquirieron una mirada soñadora.

-Por su puesto que lo recuerdo. Perdí mi virginidad con ese idiota con fetiche de las manos en la parte baja de su piscina. ¡Fue el día más romántico de mi vida!

-Tal vez te estás olvidado de lo que me pasó a mientras tú tenías el mejor momento de tu vida -frunció el ceño- Yo tomaba tu lugar en la clase de teatro avanzado, y este sólo resulto ser el día en que se suponía que decías tu monólogo delante de la asamblea escolar entera. ¡Nunca he sido tan humillado en mi vida!

-Y es por eso que nunca lo hemos vuelto a hacer -terminó por él- Pero esta vez será diferente, Keigo. Te lo juro. Han pasado diez años desde que terminamos la escuela secundaria. -se movió en sus sábanas de satén negras y miró a su amigo con un brillo de travesura en sus ojos- Podrías incluso divertirte.

𝕊ℂ𝔸ℝ𝕊 [DabixHawks]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora