Joder, pienso. Cojo el móvil y respondo sin ganas:
-¿Si?
-¿Es usted... Jade Johnson?- Me dice una voz masculina.
-Eh... Sí, por?- Respondo intrigada.
-Ehem... Bueno, pues... Tengo que decirle que hemos hallado a su padre borracho e inconsciente en la calle con unas cuantas heridas. Ahora mismo esta en el hospital. ¿Quieres que mandemos a alguien para que te lleve a verlo? Está bastante grave.
-¡¿Qué!? ¡¿Otra vez?¡- No me lo puedo creer. Este hombre está loco. Puto alcohólico.
-Pues sí. Bueno, en fin, ¿qué opina?
- Bah. Sí, por favor.
-Ahora mismo viene mi compañero. Adiós.
-Adiós-. Cuelgo el teléfono. Estoy confusa.
Diez minutos después llega un tipo alto y fuerte y me lleva hasta el hospital. No dice nada, ni yo tampoco. Para qué. Me lleva hasta la habitación donde descansa mi padre, y al verme parece alegrarse.
-¡Jade, cariño! -grita.
- Oh, vamos. ¿Otra vez, papá? ¿Tenías que hacerlo? Mira la mierda en la que te has convertido.
-No me hables así. No sé por qué lo he hecho, lo siento, vale? -la rabia en su voz es evidente.
-Si, yo también siento que seas tan desgraciado-. Me giro y me marcho. Por qué. ¿Por qué a mi? ¿Por qué a él? ¿ Qué he hecho yo para merecerme esto? No lo entiendo. Le pido al hombre que me ha llevado hasta aquí que me devuelva a mi casa, y así lo hace. Al llegar ahí, me siento tan mal, que cojo una cuchilla y me hago unos cuantos cortes en la muñeca. No me hará más daño del que ya me estan haciendo todos. Me corto una vez más. Joder. Sienta tan jodidamente bien.