LA MIRADA DE UN AMIGO

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Pesadas gotas de lluvia se deslizaban por la máscara del hombre ante ella.
Aquella persona era muy diferente al alegre niño que una vez conoció.

Sentía cómo poco a poco su propia energía abandonaba su cuerpo, haciendo que sus piernas flaquearan y la visión del hombre frente a ella se tornara cada vez más borrosa.
Su chakra se estaba acabando, y con él, los últimos suspiros de su no muy larga vida.

Había cometido el error de subestimarlo, y ya no había marcha atrás. El ninja contra el que se enfrentaba era más fuerte que ella, más rápido, y aún así, incluso si lo hubiera sabido, lo hubiera buscado de todas formas. Necesitaba saberlo. Confirmar las sospechas que se negaba a aceptar.

Su oponente dio el golpe final, y su cuerpo calló en el suelo del frío bosque, empapando las pequeñas flores del bosque de un intenso rojo carmesí.

—Esto es muy triste...—una voz grave provenía de detrás de la máscara.—Tú no tenías porqué morir.

Si la mujer no supiera todo lo que el hombre había hecho, la maldad que había en su corazón, por su tono de lástima hubiera dicho que se arrepentía de lo que estaba haciendo. De haber firmado su sentencia de muerte.

—¿Cuando te darás cuenta, Obito?—su voz era suave, un susurro que se perdía en el viento. El hombre se removió incómodo ante la mención de su verdadero nombre, como si no lo hubiera escuchado en mucho tiempo.—No me da miedo morir si así puedo proteger a los que me importan.

Obito soltó una carcajada, relajando la visible tensión que se había formado en su espalda.—¿Proteger?—dijo con ironía.—Los habrías protegido si te hubieras quedado en Konoha y no te hubieses metido dónde no te llamaban. ¿Para qué este sacrificio? ¿Para descubrir la verdad de lo que hice? ¿De qué sirve eso ahora que vas a morir?

La mujer cerró los ojos con fuerza, tratando de acumular las pocas energías que le quedaban. Podía sentir a la muerte a su lado, preparada para llevársela, esperando a que soltara su último aliento.

—Moriré.—asintió. Su voz cada vez más débil.—Pero descubrí la verdad, y otros también lo harán. Ella buscará y te encontrará.

Obito sonrió detrás de la máscara. Sería todo tan fácil que no podía esperar. Su plan no podía fallar.—Eres tan ingenua, Aiko.

Una sonrisa triste se dibujó en los labios de la mujer. Aún la recordaba. Recordaba su nombre, y sabía que ella jamás podría convertirse en otro asesinato sin identidad para ese monstruo.

Ella había ayudado a crearlo después de todo.

—Lo hará.—fue lo único capaz de decir, antes de que sus párpados cedieran al cansancio y se cerraran para nunca ser abiertos de nuevo. Un destello rojo fue lo último que se cruzó en su mirada.

—Permíteme que lo dude.—Obito se agachó y se situó a su lado.—Además, si no conoce la verdad, dicha verdad será lo que yo quiera que sea.—dijo saboreando cada palabra.—Imagina lo que puedo lograr.

Aiko intentó responder, pero su voz había abandonado su cuerpo. Su pequeña niña no caería en su trampa. Ella era la única posibilidad que aún tenía de derrotarlo una vez que ya no estuviera.

Ahora era su turno.

°°°

Un sudor frío despertó a la niña de su profundo sueño. Al incorporarse, su cuerpo temblaba por una pesadilla que no lograba recordar.

La Última SenjuWhere stories live. Discover now