Capítulo 2

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Capítulo 2

Edo bajó del barco con gran elegancia, barbilla en alto, hombros hacia atrás y su maletín lleno de cartas en la mano. Su porte era lo único de orgullo que le quedaba. Si por él hubiera sido habría llegado en su yate, en la comodidad de la madrugada para que nadie lo viera. Pero, no. Pegasus creía que secuestrarlos en una isla y llevarlos todos a todos juntos en un mismo barco, era una excelente idea. Admite que lo hubiera sido, si en el almuerzo no lo hubieran sentado a lado de Ryo Marufuji que le hizo sentir como si no se hubiera bañado en días. Así que ahora sólo quería llegar a su habitación, encerrase y no salir nunca. Edo se dijo que era un idiota. Si bien en era un hombre que amaba su privacidad, también amaba dejarse ver en las galas de los torneos. Siempre gustó de tener atención, había algo de placer en ver como todos a su alrededor buscaban resaltar para él, sobre todo porque muchas de esas personas de aspecto intocable se volvían polillas a su lado.

Sin embargo, admite que haberle provocado un infarto a una persona era un golpe a su autoestima, y lo hubiera pasado de largo, inclusive tomado a broma, pero se trataba de Ryo Marufuji, y por supuesto, nada con él era fácil. A eso se sumaba que tenía que reencontrarse con sus amigos, a los que evitaba siempre que sacaban el nombre de Ryo a colación porque tenía miedo de decir: "Sí, verme casi lo mata de un infarto, pero estamos bien."

En ese momento tendría que estarse arreglando para la ceremonia de bienvenida al torneo y Edo, que siempre había sido pulcro con sus atuendos, seguía dando vueltas en la habitación. Su mente estaba tan confundida que escucha una risa parecida a la de cierto Marufuji en su cabeza y entonces reacciona, toma un par de respiraciones porque él nunca ha sido una persona que vacile y se dispone a preparar una bebida para calmar sus nervios. Esta vez está por su cuenta, según le ha dicho Saiou porque es un duelo amistoso, así que ha decidido encargarse de otros asuntos mientras él se queda en la isla con sus amigos, Edo sabe cómo funciona el negocio y que de lejos se trata de un simple juego, pero no dice nada porque su amigo le dará un sermón que no quiere escuchar de nuevo. Así que sólo se encogió de hombros y no dijo más. Está bien, es el campeón mundial Edo Phoenix y tiene a sus Héroes del Destino, además tiene amigos que lo ayudarían, aunque no lo mereciera.

- ¡¿No te has arreglado?!- Escuchó un grito detrás de él que le hizo regar algo de té.

- ¿Acaso no te enseñé a tocar la puerta, Manjoume?

El aludido ignoró sus palabras y fue a la estación de té para servirse algo de lo que Edo preparó.

-Vaya, hoy estamos nerviosos- expresó Manjoume luego del primer sorbo- seguramente tienes miedo de enfrentarte a mí. Una vez más te darás cuenta de que el alumno ha superado al maestro.

Hubo un tiempo en el que la risa de Manjoume, en realidad cualquier risa demasiado alta, le provocaba dolor de cabeza. Sin embargo, luego de tener a Jun como aprendiz no sólo le ayudó a conocerlo, sino a tomarle afecto. Su presencia era caprichosa, aunque siempre demasiado inocente y le gustaba la forma honesta en la que siempre le hablaba. Edo ocasionalmente pensaba que a Jun le faltaba un filtro, no tan grande como a Judai, aunque tampoco no le disgustaba. Seguramente, conocía a Jun más de lo que hacía con Ryo con la cantidad de cosas que decía, él hasta cierto punto lo admiraba, no era sarcástico, también era algo molesto, aunque no le provocaba las mismas ganas de pelear. Como sea, mientras más lo piensa menos sentido tiene que de todas las personas de las que se pudo haber enamorado, tuvo que haber sido de la única parecía no sentir nada.

- ¿El Fénix despegó? Edo, ¿me escuchas? ¿Otra vez tienes esa mirada de estar pensando en alguien? - dijo Manjoume con la expresión de un niño de 5 años que cree saber todo- En fin, sino te arreglas llegarás tarde, recuerda que tienes que usar uno de los trajes que te mandan tus patrocinadores, te sugiero usar uno blanco.

Edo sabía más de duelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora