Enter: MAI

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"Ya que incluso si hoy huye, pronto perseguirá;
Y si no acepta regalos, pronto los dará;
Si no te ama, ya pronto habrá de amar,
aun cuando ella no quiera."

-Sappho, Oda a Afrodita.

Mai camina hacia la puerta, cada paso más pesado que el anterior, insegura de si misma incluso cuando su teléfono le informa que ha llegado a su destino. Nunca ha estado aquí anteriormente, pero supone que esto le queda: el aislamiento de todo, una pequeña cosita vieja y agotada en el medio de un pueblo adormecido. Es una casa alta y acogedora hecha de ladrillos rojos y tejas oscuras en el techo. Hay un manzano con un columpio de neumático en lo alto del jardín delantero. Hay flores silvestres creciendo en el césped y una amplia extensión del jardín que parecería extravagante para algunas personas pero perfecto para Megumi, hierbas, vegetales, y frutas extendiéndose más allá de cualquier orden concebible, por lo que no cree que haya sido planeado de esa forma al principio.

Las plantas son hermosas, pero indomables. Un perro sin un dueño que los controle.

Agacha la cabeza, el pecho se le aprieta repentinamente, aparta la mirada de las cosas deslumbrantemente maravillosas para mirar sus botas en lo que termina su caminata hacia la puerta del frente. La llave está en su mano.

Le toma dos intentos a sus dedos temblorosos lograrlo. Escucha el ladrido de los perros, como sus uñas raspan la madera, y hay una sonrisa curvándole los labios en lo que abre la puerta lentamente. Es una cosa vieja y tambaleante, chirriando fuerte con las bisagras sueltas.

-¿Quién diablos eres tu?

Hay una desconocida en esta casa. Hay una mujer con un bate de beisbol alzado en sus manos, lista para golpear a quien sea que se le cruce por delante. Tiene el cabello tomado en una coleta alta desordenada, por lo que Mai puede ver donde el caoba quemado de la tintura termina y las raíces negras comienzan a crecer. Tiene unos ojos brillantes con hendiduras fruncidas en la mirada que le dirige, como si ella fuera la que está entrando sin permiso.

Tiene una postura terrible.

Una barrida a sus pies y está en el suelo. Un ruido escapa de su garganta cuando la derrumba. El bate se le escapa de las manos. Mai es rápida en recogerlo y utilizarlo a su ventaja, parándose sobre la desconocida con la punta del bate apuntando a su garganta.

(Hay unas iniciales en el mango. T.Z. Es el bate del tío Toji. Algo dentro suyo se revuelve ante el pensamiento, un bulto en su garganta que debe tragarse en lo que aprieta las manos con fuerza.)

-No es de mi agrado encontrar ocupantes ilegales merodeando por aquí. Tuviste tu diversión, ahora vete.

-¡Y-Yo! -Balbucea, sus mejillas se tornan de un rojo brillante. -Sukuna me pidió que viniera. ¿Quién eres tú?

-Sukuna. La pareja.

-El esposo. -La corrige bruscamente. Mai deja que el calor de su mirada la bañe. Es una pequeña cosita furiosa, toda energía sin sutileza. Una chica normal.

(Se pregunta si, en otra vida, sería igual de inútil que esta chica debajo suyo.)

Mai se calma. Retrocede unos pasos, los tacones cliqueando contra la madera dura del suelo, acompañada por el golpeteo del bate del tío Toji. Vuelve a la entrada para recoger su maleta junto a la puerta. Los perros la siguen, olfateando sus piernas y llorando, con las colas balanceándose incansablemente. Shiro obtiene una caricia en la cabeza por la fuerza, empujando sus orejas blancas y peludas en su mano vacía. Kuro pronto pide una también. Se sienta en el suelo, deja que se le suban, le laman el rostro y todo para darle una bienvenida. Ha pasado un tiempo desde que los vio, después de todo. El funeral se siente tan lejano-

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⏰ Última actualización: Oct 07, 2023 ⏰

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