CAPÍTULO XIX
BRUJA
Quellón, Chiloé, Chile 1876
—Corazón... ven aquí y toma un té con nosotras ¿si? —mamá tomó mi mano y me encaminó a la cocina con ella mientras me quitaba cabellos de la cara —. Necesitamos hablar.
Prepararon una tercera taza para mí, racionaron más pan y mamá sacó la mermelada de mora que siempre he comido.
Podía notar en la expresión de ambas que definitivamente no me esperaban ni mucho menos que iban a tener que compartir la conversación conmigo, al menos no tan pronto.
—¿Lo soy? —me atreví a insistir ante el silencio colocando mis manos alrededor de la taza caliente.
—El termino bruja está tan subestimado—bufó fraülein Gubber sin decírselo a nadie en específico.
—Calla, Emma. La idea es tranquilizarla.
—¿Tranquilizarla? — fraülein Grubber soltó una risa sarcástica —No importa lo que digamos, no importa si lo es o no. Es una niña inteligente, domina materias desde ciencias hasta la poesía, tiene potencial para lo que se proponga y su alma se alimenta de la curiosidad... una mujer independiente y poderosa en potencia. Dime si, para todos ellos, eso es o no ser una bruja —a medida que hablaba su voz aumentaba de volumen dándole un aire intimidante que nunca creí otorgarle a ella.
Mamá bajó la vista y fraülein Grubber dio un sorbo a su taza. Hubo silencio por unos momentos hasta que mamá habló.
—Mi tía abuela fue un espíritu libre... —tomó mis manos por sobre la mesa —. Estuvo más presente en mi vida que mi propia madre y me enseñó demasiado sobre muchas cosas. Me encantaba visitarla, su cabaña estaba cerca de los terrenos familiares, a las faldas de una montaña rodeada de un bosque de pinos milenarios. Me enseñó sobre las estrellas, naturaleza, cuerpo...
»Cuando tenía catorce años presencié cómo la quemaban en medio de la plaza del pueblo por cargos de brujería y traición. Hace años se había dejado de hacer purgas e inquisiciones, pero el pueblo estaba lleno de mentes pequeñas que no la entendían y eso fue lo que la mató. No fue la iglesia o El Padre. Fueron personas en ignorancia llenas de odio y miedo.
—Esa es la combinación más letal —la secundó fraülein Grubber.
No me esperaba un relato así, podía notar en la mirada de mi madre que aún recordaba esa escena de fuego y dolor.
—¿Era de verdad una bruja? —pregunté algo tímida.
—Depende de tu concepto de bruja...
—No, no lo era —interrumpió mamá —solamente era una mujer que amaba su libertad y tenía un inmenso respeto por su entorno, por eso mi confianza en Aliwe solo ha ido en aumento... me recuerda mucho a ella.
—¿Y por eso la mataron?
En mi cabeza no había sentido o lógica en lo que escuchaba... pero, en mi mente, de inmediato aparecieron mis experiencias con la hermana Socorro, con el cretino de Meyer, el nuevo predicador... y lo comprendí:
Las mentes pequeñas mezcladas con tantos sentimientos negativos solo dan paso para discursos de odio y actos de violencia.
Puede que no existan las brujas como las creemos —satánicas, malvadas, oscuras, abominaciones andantes— o tal vez sí, pero nada cambia el hecho que sea percibida como una... sin incluir mi manera de amar.
¿Tan malo es ser diferente?
No. No hay nada de malo en ser auténtica y revolver un poco el aburrido gallinero de esta isla...
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VIENTOS DEL SUR ©
Fantasía«Y si eso me hace la mala de la novela... pues les demostraré qué tan mala puedo llegar a ser.» (Historia basada en mitología Mapuche, Chile)