MILAGRO

57 12 2
                                    

- ¡He vuelto! – Anuncio el rubio despegando las llaves de la puerta.

Desde la cocina, una voz femenina le respondió el saludo. - ¡Félix! ¿Trajiste el ramen Cariño? –

-Si, y también traje a un amigo a cenar. – la sonrisa de Félix fue compartida por sus padres quienes recibieron al par de forma acogedora.

Mientras los padres servían la mesa, el ambiente en el hogar de Félix hizo que Changbin sintiera un hueco en su interior.

-Yo no quiero molestarte. Creo que no es buena idea que me quede a cenar. – susurro cerca del rubio quien le ayudaba a quitarse la gruesa chaqueta empapada.

-No es molestia, además hace frio y estas mojado, vas a resfriarte. Solo come algo caliente y te llevaremos a casa más tarde. – le miro preocupado, dirigió sus ojos hacia a sus padres, los cuales asintieron ante la petición de su hijo.

Pensando en el castigo que recibiría al llegar a casa, sintió miedo y mordió dudoso sus labios. Pensó por un par de segundos sobre si aceptar o no, pero sabía que aún no quería volver por lo que termino accediendo.

Se sorprendió al ver a Félix correr hacia una habitación próxima de la cual no tardo mucho en salir.

-Traje un poco de ropa que puedes medirte para cambiarte lo que tienes húmedo, puedes bañarte en mi habitación, sirve que hacer tiempo para la cena, Mamá ya está por terminar. el rubio le extendió las prendas y tomo su mano para guiarlo a su pieza.

Tanta amabilidad tenia a Seo tan descolocado, pues hacia tanto tiempo que alguien no era amable y se preocupaba por su persona. Sentir la cálida mano de Félix compartir la propia hizo que el hueco en su interior se sintiera cada vez menos. Tomo el tiempo necesario para relajar su delgado cuerpo hasta la cena.

- ¿Esta rico Changbin? Anda come todo lo que gustes. – la madre de Félix le invitaba tan amablemente a probar cada plato de la mesa ante la mirada atónita y rostro sonrojado de Seo Changbin que asentía un tanto torpe y agradeciendo una y otra vez. Tímidamente analizo cada rincón de la mesa, de la casa y del ambiente que estaba compartiendo, los rubores se posaron en sus mejillas, y el nudo en su garganta le impedían un tanto continuar comiendo.

Desearía tener por lo menos un poco del amor que hay en este hogar, cada risa, cada gesto, cada palabra y cada mirada aquí es tan sincero y puro, como si fuera parte, como si alguien también me amara.

Los ojos azules al otro lado del comedor entendían cada gesto del pelinegro. -De verdad ahora todo va a estar bien. Yo te voy a cuidar de ahora en adelante – se dijo para sí mismo.

Noté tu preocupación toda la cena, sentí tu miedo hasta el otro lado de la mesa y mi corazón se estrujo una vez más. Yo me encargare de hacer que cada día este lleno de luz, hacerte ver lo que vales es parte de mi misión por que vi fuerza en ti debajo de todo ese dolor, te elegí por que sentí que necesitabas de mi tanto como yo de ti. Changbin, ya no sufras, que a partir de hoy todo ira mejor.

-Cariño, Podrían ir un rato a descansar, tengo que enviar algunos documentos urgentes del trabajo, y luego llevaremos a Changbin a su casa, ¿está bien? – pidió la madre de Félix, mientras se ocupaba las manos levantando los platos de la mesa.

Los ojos del rubio sonrieron al mayor pelinegro -Está bien, estaremos en mi habitación. –

Emocionado, guio nuevamente a su invitado a la pieza donde anteriormente ya había tomado su ducha. Aquella la cual estaba revestida desde las sabanas, las paredes, las largas cortinas e incluso el azulejo del suelo, completamente de blancos como si del cielo se tratase. Y aunque hace un momento ya había estado ahí, sintió que podría impresionarse cada vez que miraba cada esquina del mismo espacio.

Felix dirigió camino a su balcón el cual daba vista a un pequeño jardín con flores que se mecían con la fresca brisa de la noche. – Anda, relájate un rato, Mamá terminara pronto. – le sonrió ampliamente mientras recargaba su cuerpo sobre el barandal dejándose acariciar por aquella ventisca que hasta hace unas horas llevaba lluvia consigo.

-Y-yo... debo irme. Mi madre debe estar... furiosa. – apenado vacilo un poco antes de darse la vuelta y girar el pomo de la puerta, pero la voz del rubio que aún se encontraba admirando las estrellas le detuvieron.

-Bin, no tengas miedo. Por lo que sea que estés pasando, solo quiero hacerte saber que ahora todo estará mejor. – El corazón del pelinegro se sintió tan agitado, y sintió avecinarse el llanto que se le detuvo en la garganta. La habitación se llenó de un incómodo silencio, pero la voz de Felix nuevamente ocupo lugar. -Seamos amigos.soltó sin más.

- ¿Amigos? ¿Por qué? – Changbin no entendía el porqué de su petición. Aun sin poder hilar oración y con la mano sobre el pomo de aquel cuarto trago fuertemente para poder deshacerse de aquella sensación en su garganta. - ¿Por qué quieres ser mi amigo? Y-yo no sirvo de nada, n-no v-valgo la pena. – continúo soltando al aire sin voltear su rostro el cual ya había comenzado a gotear con húmedos ríos de lágrimas. - ¿Por qué te preocupas por mí? Si ni mis padres les importo. – Cubrió apenado aquellos ojos que acostumbraba a maquillar con sombras oscuras, las cuales le mancharon las mejillas y parte de aquella camisa que Félix le había prestado, avergonzado por su llanto se sintió aún más débil y los sollozos que intentaba detener se hacían mas fuertes y agobiantes para su pecho.

Sintió las calidez en sus mejillas y las pequeñas manos del menor limpiando aquellas manchas que aun recorrían su piel. - ¿Nunca has sentido ese impulso en tu interior?, algo que te dice "hazlo". Pues solo paso, sentí que debía estar ahí. – Aquellos ojos azules le miraron con tanto amor y calor que claramente sintió como su respiración se apaciguaba. - Solo Dios sabe por qué pasan las cosas. ¿No lo crees así? Seamos amigos Changbin. – Y nuevamente aquella sonrisa apareció borrando todo rastro de miedo y dolor.

Como si de magia se tratara, lo sentí. Sentí ese impulso que me decía que debía ser su amigo. Creí ciegamente en aquel juramento: "ahora todo estará mejor" y el miedo que tenia se esfumo, como si algo abrigara y protegiera mi ser.

La luz en sus ojos y en su piel me decían que este era el milagro que yo tanto necesitaba, porque si Lee Félix no era un ángel, juro por Dios que esa noche lo parecía.

-Seo Changbin. –

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Créditos al artista

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Créditos al artista. La imagen fue sacada de Pinterest únicamente para representar escenas de la historia, sin intención de afectar o perjudicar el trabajo del autor.

He's an ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora