Preocupación

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Preocupación

-927 palabras-

Inuyasha camina por las calles de Tokio, dos pasos atrás de la mamá de Kagome, con las manos ocultas dentro de su haori, aunque parecía perdido en sus pensamientos, estaba pendiente de todo lo que pasaba a su alrededor. Aquella mañana había sido bastante agitada para ambos y, aun así, la señora frente a él se mostraba tan tranquila, como si que Kagome estuviera enfrentándose contra ese dichoso monstruo llamado examen de admisión, no fuera nada del otro mundo.

Arrugó el puente de la nariz, pensando que quizás era eso.

Aquel examen era algo común y corriente en esa época, como para él, enfrentar demonios en la suya.

Sin darse cuenta, dejó escapar el aire de la nariz de forma brusca, llamando la atención de la mujer, quien aligeró sus pasos para ponerse a su mismo ritmo.

—Ella estará bien —le dijo, con su típico tono calmado, asumiendo que aquel actuar del hanyou era por la preocupación que le causaba su hija—. Se ha preparado toda su vida para este momento.

—¿Toda su vida? —aquello le sorprendió, por lo que la amorosa madre de Kagome, con un gesto de su mano derecha le señaló unas bancas mientras pasaban por la plaza. Inuyasha detuvo sus pasos, mientras la observaba sentarse en unas de ésta y palmear el lugar junto a ella para que la acompañara. Éste, ni bien se sentó a su lado, ella retomó su narración—. Debes saber que Kagome perdió a su padre cuando era muy pequeña —Inuyasha solo afirmó con un gesto de su cabeza, no sabía mucho y tampoco se había atrevido a preguntarle nada a su compañera por respecto. Él entendía el dolor de perder a un padre, mejor que nadie—. Kagome desde entonces, se había prometido a si misma poner todo su esfuerzo y dedicación en la escuela para poder ayudarnos a su hermano y a mí a vivir bien.

—¿Ir a la escuela te hace vivir mejor? —preguntó confundido.

—En la escuela te enseñan muchas cosas, aprendes a relacionarte con otras personas, a escribir, a leer, entre otras— lo miró, notando que la confusión aún no se había ido de su rostro. Aunque Inuyasha comía algo salvaje en sus primeras visitas, poco a poco, empezó a notar que el joven era instruido, quizás no lo quisiera admitir, o fuera una defensa, pero podía verlo en sus modales con respecto a ella— ¿Existen escuelas en tu época?

—Algunas, pero a mí, me educó mi madre —respondió un tanto incómodo, si bien ella no quiso insistir, Inuyasha continuó: — Ella me enseñó a leer y a escribir, también a contar. A comportarme y a comer correctamente. Era un tiempo que yo disfrutaba mucho a su lado. Aunque, luego con el tiempo... nada de eso me sirvió de mucho... solo debía sobrevivir.

—Entiendo, aquí la educación es mixta. Hay cosas que enseñamos los padres, como comer, a comportarse y lo académico se da en la escuela, en grupos —dijo, retomando su narración, para no tocar ese lado de la historia que había entristecido la mirada dorada de Inuyasha—. Kagome quería aspirar a una buena carrera universitaria, algo que a futuro le diera estabilidad económica para que todos vivamos tranquilos. Así que era consciente de que tenía que esforzarse desde pequeña. Por ese motivo siempre fue buena alumna, incluso en la secundaria donde estaba ahora. Y aunque tenía cierta dificultad con matemáticas, siempre obtenía la calificación suficiente para estar en el grupo de los mejores estudiantes del colegio.

—¿De verdad? —Inuyasha siempre había visto como Kagome peleaba por estudiar aún en su época, hasta sus temores más grandes eran sobre exámenes de matemáticas.

—Así es —afirmó, corriendo la mirada hacia unos niños pequeños que jugaban en un resbalín—. Para Kagome sus estudios siempre fueron algo que la motivaban a seguir avanzando. Su historial de buena conducta y buenas notas es lo que le ha permitido seguir estudiando pese a sus inasistencias... Por eso, no puede dejarlo, si siquiera estando en tu época —se quedó en silencio un par de segundos, sonriendo mientras los niños seguían jugando frente a ella— Inuyasha...

—Dígame —dijo, casi en un tono de voz que pareció un susurro.

—Gracias por cuidar a mi hija —le agradeció volviéndolo a mirar—. Sé que todo debe ser muy complicado en esa época, que todo podría cambiar mientras están aquí, pero quiero agradecerte por permitir que Kagome, hoy esté dando ese examen. No sabes lo importante que es para nosotros como familia esto.

Inuyasha no sabía cómo sentirse en ese momento, algo en esas palabras hicieron que se cohibiera, así que corrió la mirada sumamente abochornado, haciendo que la madre de Kagome sonriera cerrando sus ojos.

—Siempre la protegeré, puede estar tranquila de que nada le pasará mientras yo pueda evitarlo —le prometió.

—Y por eso, porque sé que está contigo, yo puedo estarlo cuando ella está allá, así que como yo confío en ti—se puso de pie y le extendió la mano—, confía en mí, cuando te digo que Kagome está bien y segura dando ese examen.

Inuyasha, la observó una vez más, bajó su mirada a la mano que le extendían y con algo de temor por lastimarla con sus garras, extendió su mano hacia ella, quien se la tomó con fuerza.

—Regresemos a casa, Inuyasha.

El hanyou no pudo evitar sentir una cálida sensación recorriéndolo completamente, el sentimiento maternal que le ofrecía esa mujer con solo apretarle la mano, hacía que se sintiera cómodo en esa época, con esa familia, aun cuando tenía que ocultar sus orejas con ese pañuelo.

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Esto iba a ser el nuevo reto del especial cliché, pero no salió como quería, antes de que esto quede botado en mi carpeta de fanfics, mejor lo posteo como un corto.

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Saluditos~

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Aquatic

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21 de Febrero 2021

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