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Quince horas y ciertos minutos habían pasado, en los que cierta joven yacía inmersa en un relato en el cual un hombre había delatado su propio crimen después que su corazón latiera tan fuerte que pensara que sería posible que los guardias de policía que habían llegado a la escena del crimen hubieran podido descubrir su acto.

« Sin duda un interesante final », pensó la lectora, a la par que tomó un sorbo de su bebida favorita, un frapuccino de chocolate.

—¡Lisa! —exclamó en tono emocionado un joven de cabello rojizo tras reconocer a su amiga en la cafetería del campus universitario.

—Oh, dime, ¿qué sucede? —respondió la mencionada desviando su mirada en dirección al joven. Se trataba de Kihyun, uno de sus mejores amigos.

—Por fin te encuentro. Los chicos están buscándote. Dime, ¿qué tanto lees que pusiste tu celular "No molestar"? No ingresaban las llamadas. Volvió a preguntar el chico, tomando asiento frente a su amiga.

—Edgar Allan Poe   —respondió Lisa, ahora sí cerrando el libro para poner atención a su amigo.

—Oh, interesante, pero, sabes que hoy dirán los resultados sobre quiénes pasaron la entrevista, ¿verdad?

—Ah, eso... —la castaña volteó el rostro haciendo un gesto de desagrado—. No creo que sea elegida. Mis nervios me jugaron en contra en la entrevista, y mis respuestas no fueron las mejores, pero tú lo lograrás, amigo. Ya sabes, ir a Japón y asesorarlos... Te espera un largo camino —sonrió ladinamente la joven.

En el fondo se sentía triste. Había anhelado lograr alcanzar una vacante para aquel esperado viaje. Era consciente que no se volvería a repetir, pues tales juegos olímpicos se daban cada cuatro años, y en los próximos cuatro ya no estaría en la universidad.

La universidad de Corea, en la que estudiaba su posgrado, en conjunto con la selección Coreana, había creado un programa equivalente a un curso en la que un grupo seleccionado de alumnos del departamento de psicología pudieran asistir a los próximos juegos olímpicos en calidad de asesores profesionales de los deportistas nacionales. Sonaba increíble.

Y por supuesto que todos deseaban enormemente ir.

Por parte de la castaña, Lisa, había subestimado el nivel de la entrevista, y —a su criterio—, salió casi derrotada. Era una persona que se exigía mucho, tal vez demasiado.

Y era consciente que esa podría ser una muy buena oportunidad para estar cada vez más cerca de sus sueños... Pero la había desaprovechado.

Después de un rato de plática entre el par de amigos, se dirigieron al auditorio del departamento de psicología, pues era momento para que el profesor Seo brindara los resultados de las entrevistas.

Sólo diez serían los elegidos junto a otros diez de la Universidad Nacional de Seúl, y otros diez de la universidad Yonsei. Las tres mejores del país.

—Buenas tardes jóvenes, tengo el agrado de anunciarles que llevo conmigo los resultados de las entrevistas que ustedes realizaron hace unos días para aplicar al programa ASIAD en esta especialidad, psicología del deporte. Como saben, lo que harán los seleccionados será poner en práctica su carrera, es decir, brindar asesoría y seguimiento a nuestros deportistas nacionales en los próximos juegos olímpicos ASIAD. Ahora sí, y después de esta introducción, nombraré a los elegidos.

« Creo que será mejor que me vaya antes de sentirme peor » pensó Lisa.

Y el profesor continuó su discurso. —Yoo Kihyun, Kim Dahyun, Yang JeongIn, Choi SooBin... —dio una pausa para ordenar el portafolio que sostenía entre sus manos—. Déjenme revisar este fólder, aquí tengo los restantes.

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⏰ Última actualización: Jun 27 ⏰

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