𝟣𝟣🌊𝒟𝑒𝓈𝑔𝓇𝒶𝒸𝒾𝒶𝓈.

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Alanney.

Los párpados los sentía pesados, y por más que intentaba luchar para no quedarme dormida, aquella lucha la estaba perdiendo cuando poco a poco sentía como mi cabeza iba cada vez cayéndose más hacia mi mesa.

Trataba y trataba de mantenerme despierta, pero la voz de mi maestro y su forma tan antigua de dar clases me provocaban querer dormir. Sólo quería descansar, ya que todos estos días vivía en una rutina de despertar, ir a la escuela, ir con Bruno y Eloy, llegar a mi casa, hacer tarea y dormir dos o tres horas y viceversa, provocando que dejara atrás a varias personas y que mi vida sea cada vez más pesada, probablemente a eso se refería Eloy con el dejar atrás una opción, pero, aunque me costara, trataría de dar lo mejor de mí para sacar mi vida adelante.

Señorita Saavedra, nos podría dar una conclusión de lo que estamos hablando.

Oh no.

La voz firme del profesor Trujillo atrajo mi atención, percatándome que todos tenían su mirada puesta en mí que me incomodaba, principalmente la del profesor que era una tan intensa que me daba miedo, y más porque, no tenía nada que decir, no sabía de qué hablaban y no recordaba las clases anteriores; estaba perdida.

No...

Ponga atención.

Al momento en que dijo esas palabras, volvió a retomar la clase, haciendo ciertos énfasis en ocasiones por mis distracciones, preguntándome de forma frecuente sobre lo que decía. En ocasiones contestaba bien, y en otras, mal, y por aquella razón el profesor mantuvo su ojo puesto en mí en todo momento que provocó un enorme dolor de cabeza en mí y cansancio, por el peso que tomaba aquella acción. 

Además, sin contar que, cuando me hacía preguntas tenía que usar mi mente o tenía que haber puesto atención a sus anteriores palabras, y yo no podía, no podía porque cada que entrenaba con Bruno y Eloy me cansaba demasiado de forma mental que no podía hacer nada más sin que me doliera o me hicieran sentir cansada.

Trataba de alegrarme, trataba de enfocarme y seguir, pero el pensar que hoy entregaban calificaciones también era muy difícil para mí, y más porque eran del primer momento y sabía que, había salido mal. Ya no estaba en el instituto y ya no era necesario que mi madre o padre viniera a la escuela por mis calificaciones, pero mi madre siempre estaba atenta a estas situaciones queriendo siempre lo mejor para mí, y eso me asustaba. Y más ahora que sabía que tal vez, cuando llegué a mi casa, mi mamá haya visto mis calificaciones por la página web de la universidad y eso afectaría mucho la confianza que mi familia me tenía, ya que yo nunca les mencioné que tenía problemas o algo por el estilo.

Entonces, como fueron pasando las horas, mi preocupación aumentaba cada vez más, hasta que por fin fue mi hora de salida y cuando salí de las instalaciones y me percaté de la presencia de mi madre en el lugar, era consciente que estaba en problemas.

¿Por qué no me dijiste que ibas mal en la escuela?

Fue lo primero que dijo, cuando me paré frente a ella mirando el suelo. Solamente dijo aquello, no sabía cuál era la expresión de su rostro porque no me atrevía a mirarla, pero sabía que, no era para nada feliz.

Al percatarme de su silencio, alcé la vista dándome cuenta que ella esperaba que dijera algo, pero, ¿qué podía decir? No tenía ninguna excusa, en realidad, no entendía las razones por las cuales había caído a esto, no sabía cómo explicarle que, todo era culpa de la gente del océano. No me creería.

Nunca lo haría.

Estoy tratando de dar lo mejor de mí mencioné en un susurró alzando la mirada y ella levantó su ceja viéndome de forma retadora y el miedo me invadió, provocando que bajara la mirada.

2 | 𝐸𝓃 𝑒𝓁 𝒶𝒷𝒾𝓈𝓂𝑜 𝒹𝑒𝓁 𝑜𝒸é𝒶𝓃𝑜.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora