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— Está congelando aquí -Susurra el hombre de cabellos blancos que entrar en la habitación. La razón de la ventisca era por la ventana abierta. Por la cual miraba el jefe de la estación de policías, mientras fumaba de su cigarrillo; mirando con una melancolía solitaria y en silencio.

— Viejo, viejo, viejo, viejo -Lo llamo una y otra vez hasta que el hombre se dignó a regresarle la mirada- es bastante tarde y debería dejar de fumar que ya no tiene 15 años.

El hombre solo responde con una risa sarcástica, sin alejar el cigarrillo de su boca

— ¿Qué tanto hace ahí? Si tenía ganas de fumar, solo se hubiera salido a techo. Mira que vicio de tener que hacerlo dentro de la oficina. Luego quiere culparme a mí para quedar mal. Anda, vamos a casa. Terminó el día.

Se acerca a la ventana para observar, tal vez había algo interesante.

— Mnhh -Pero no, solo una calle media vacía, luces tenues de las lámparas de calle y algún auto pasando por la intersección— Cada vez te vuelves más aburrido -le da unos golpecitos en la espalda a su jefe.

— Lo sé, chico. Ya estoy listo -Apaga el cigarro contra la humedad que se formó en la ventana- es solo que a veces pasan cosas interesantes cuando menos lo esperas -dice todo eso mientras no quita la mirada de la calle.

— ¿Ah si? — se escucha la voz del otro hombre en la habitación de enseguida. Estaba apagando todas las luces.

— Sí -Sonríe un momento después. Interesante. Se levanta de su lugar y cierra la ventana de golpe.

Comienza a tomar todas sus cosas lo más rápido que puede. Volviendo a guardarse el arma.

— ¿Vamos a tomar algo? -Detiene al hombre en su carrera- ¿qué tienes? ¿Ahora te urge irte?

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— Tienen que estar... -Luzu se muerde el labio para no decir malas palabras y tomar esto de la manera más amable posible.

Ramón no dejaba de agitar la cabeza de lado a lado, negando. Rojo hasta el cuello. Detrás estaba el grupo de bomberos riéndose a carcajadas todos. Tratando de hablar, pero solo logrando hacer ruidos guturales y respiraciones extrañas. Parecía un grupo de focas en el puerto.

— Luzuriaga, en serio lo siento mucho. Deje que me convencieran, perdóname en serio -La melena azul no dejaba de agitarse hasta que Luzu lo detuvo colocando un brazo sobre su hombro.

— Está bien, Ramón. Ya lo procesé un poco.

— Lo siento, ellos me retaron. Estábamos jugando a un casual reto o verdad y las cosas se salieron un poco de control.

— No me digas -responde.

— Sí, ellos me retaron a llamarte acá. Te juro que cuando colgaste no deje de llamar para decirte que era broma. Lo siento tanto. Prometo cubrirte mañana por esto, me quedaré con tu equipo todo el día hasta mi turno en la noche. En serio lo siento.

— Si no fuera el co-capitán de la estación -susurra con un leve tic debajo del ojo derecho- bien, solo porque realmente interrumpiste algo importante, pero puedo entender una broma -le lanza una mirada a los chicos que no dejan de reírse.

— En serio lo siento -vuelve a susurrar, queriendo tapar de la vista a su grupo.

— ¡Un momento! ¿Están jugando Just dance? -apunta a la pantalla- ¿Cómo tienen tanto tiempo para jugar y comer pizza?

— ¿Bromeas? Rara vez pasa algo en el turno de noche.

— ¿¡Cómo!? Pero, pero, es el turno que más llamadas tiene ¿cómo que rara vez?

Un dorama de bomberos | MultishipingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora