4. Japón

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A través de la ventanilla se podían ver cientos de nubes con diferentes formas. La que estaba cerca del cristal parecía una cereza en la mente del pelirrojo medio dormido.

Jotaro permanecía recto en su asiento, que le apretaba bastante debido a su altura y peso, así que se limitaba a observar a Kakyoin en silencio.

El pequeño ya tenía los ojos cerrados, estaría bastante cansado ya que la recuperación no había concluido, seguía teniendo gran parte del abdomen vendado, unas pastillas recetadas que le hacían sentir muy somnoliento, como si de una droga se tratase, cicatrices debajo de la camiseta y había adelgazado un poco. Estaba algo más pálido que de costumbre, pero a los ojos de su amigo seguía manteniendo esa luz que volvía loco a cualquiera.

El avión volvió a tambalearse haciendo que la cabeza de Noriaki se moviese de un lado para otro, aterrizando en el hombro de Jotaro. Este se sobresaltó al notar el peso del chico sobre él, pero por otra parte le agradaba saber que tenía una belleza tan preciada apoyada sobre él. Le miró una vez más, contemplando los rizos del pelo, algo despeinados, pero tan suaves y brillantes como la última vez. Jotaro sonrió con ternura, cosa que muy rara vez hacía, así que tenía que haber sido un momento muy especial para él.

Se limitó a dormirse a su lado, sin decir nada.

Pasaron las varias horas de viaje y Kakyoin se despertó primero, cuando el avión aún estaba elevado. Levantó la cabeza para darse cuenta de que su compañero le había permitido apoyarse en él y se sorprendió un poco de que no le haya levantado antes, pero correspondió a la sonrisa del dormido.

-Jotaro, ya llegamos.- susurró con sumo cuidado meneando ligeramente el brazo del más alto para despertarle de la forma más suave posible.

-Eh...? Mhmm... - Murmulló el pelinegro mientras abría los ojos. -Oh, ya llegamos... - Bostezó algo molesto porque realmente estaba disfrutando de su siesta.

-Si, quedan unos tres minutos de viaje, así que deberíamos prepararnos para salir.- Dijo mientras se recolocaba en el asiento y comprobaba que su equipaje estuviera intacto.

-Ya...-

-🍒-

Habían llegado a Tokio, eran las 2 de la mañana, así que dormirían en un hotel antes de volver en taxi a sus casas.

Hotel tres veranos

Decía el enorme cartel de la entrada, invitándolos a pasar.

-Muy buenos días, ¿Tienen reserva?-
-Si, aquí está. - Dijo Jotaro mientras le pasaba a la dependienta un papel firmado por la fundación de speedwagon, que se había encargado de planificar y cubrir los gastos de todo el viaje.
Tras revisar las identificaciones la recepcionista les dió las llaves de una de las habitaciones del piso más alto, y le sonrió indiscretamente a Jotaro mientras agarraba su mano aprovechando que le tenía que devolver la llave.

-¿Está soltero?- dijo descaradamente con una sonrisa pícara sin fijarse que Kakyoin estaba ardiendo internamente de la rabia.

-No.- Dijo el hombre secamente y se soltó del agarre de la chica en desagrado, dejándola algo decepcionada.

El más bajo no pudo evitar sorprenderse ante las palabras de su compañero, estaba acostumbrado a que ligasen con él por la calle, pero esta vez actuó con calma y simplemente la ignoró en vez de enfadarse.

-¿Jotaro tiene novia y no me lo ha dicho?- Pensó mientras se subían al ascensor. -O tal vez...- Una pequeña sonrisa cruzó su rostro casi instantáneamente. -Tal vez se refería a mi- Comenzó a soñar despierto mientras evitaba la mirada del sujeto en aquel espacio estrecho. -Oh,.. pero que estoy diciendo, es obvio que mintió para distraer a la pesada de la dependienta.- Kakyoin volvió a la realidad tras su monólogo interno para darse cuenta de que ya habían llegado a la habitación, una habitación bien iluminada, con las paredes de un blanquecino casi deslumbrante por la mañana, y dos camas, para su desgracia separadas.

Un Latido ; JotakakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora