Emilio salió del trabajo destrozado como cada tarde desde que había encontrado ese trabajo de gerente de almacén. A pesar de que no ejercía trabajos de fuerza, ya que solo se encargaba de organizar el trabajo y de supervisar a los trabajadores que estaba a su cargo.
Ese día, como otros tantos, para volver a casa tenía que andar 2 Kilómetros hasta el Cercanías más cercano, y en el trayecto, pasaba por un par de urbanizaciones. Fue en una de ellas donde estaba a punto de pasar de largo de un callejón que separaba dos edificios, cuando de repente su cuerpo se detuvo, sin poder reaccionar a ningún otro estímulo que no fuera esa voz que salía de alguna parte de uno de los edificios, esa voz que cantaba una canción a la que no prestaba atención, solo había espacio en sus oídos, cerebro y cuerpo para esa bella voz que salía de alguna parte.
Los pies de Emilio se movieron solos y entraron en aquel callejón semi oscuro por la falta de luz, mientras sus oídos buscaban la procedencia de aquella voz, tal y como lo hiciera un murciélago con su radar sónico «Ojalá tuviera ese poder pensó».
Finalmente localizó donde salía la voz, procedía del segundo piso de uno delos edificios, intentó asomarse de alguna forma para poder ver a la persona dueña de la voz, pero le fue imposible, por lo que decidió ponerse debajo de la ventana, cerrar los ojos y disfrutar del espectáculo y de los sentimientos que le inundaban el corazón.
La voz dejó de cantar y un sentimiento se desprendió de su corazón, se había enamorado. Automáticamente se sintió mal consigo mismo sin haber hecho nada, no le había puesto los cuernos a su novia, pero sentía que la había traicionado de alguna manera, por lo que se prometió que no volvería a pasar por allí para volver al tren, aunque eso significara dar un rodeo y tardar más en llegar.
Al día siguiente salió del trabajo decidido a dar un rodeo para no pasar por ese callejón, a pesar de ello sus pies no le respondían y le dirigieron directamente al callejón, justo a tiempo para escuchar aquella voz tan dulce de la que se había enamorado perdidamente. Cuando acabó volvió a sentirse tan mal como el día anterior y volvió a prometerse que al día siguiente daría un rodeo.
Así pasaron varias semanas, en las que cada día se prometía dar ese rodeo y siempre terminaba debajo de la ventana de su amada voz escuchándola cantar cualquier canción, sintiéndose culpable cuando la voz se apagaba.
Un día Emilio decidió quedar con su novia para dar una vuelta, se había decidido a cortar con ella, no era justo seguir mintiéndola y tampoco quería seguir sintiéndose culpable.
Después de dar vueltas y vueltas por el parque con conversaciones anodinas, Emilio se decidió.
—Tenemos que hablar —Dijo sin más, sabiendo lo que en el 90% de los casos significaba esa frase
—¿Hay otra persona, verdad? —Contestó ella, apenada. Él la miró sin saber qué responder. En realidad no había nadie, pero a la vez sí, era todo muy confuso.
—No sabría que responderte... —Confeso, confuso por no saber explicarle lo que pasaba realmente
—No hace falta que mientas, llevas semanas ausente cada vez que quedamos y tardas más de lo normal en volver del trabajo. No te preocupes, llevo semanas haciéndome a la idea de que este día iba a llegar.—Confesó evitando que las lágrimas se desbordaran por sus mejillas.
Emilio no supo contestar a eso, ¿Cómo podía explicarle que se había enamorado de una simple voz, no podía, era imposible que lo entendiera, pero tenía que decirle algo, tampoco quería que pensara que le había puesto los cuernos, nunca le haría eso?
—Es difícil de explicar, pero ante todo, quiero que sepas que no te he puesto los cuernos ni nada parecido, te he sido fiel hasta el final.
—Losé —Fue lo último que dio, dijo mientras daba media vuelta vuelta para ocultar como caían las lágrimas en cascada por sus mejillas.
Emilio se quedó destrozado ahí donde estaba, sin saber que más decir o hacer, lo último que quería era hacerla daño, pero tampoco quería seguir mintiéndola. No obstante, a pesar de la situación en la que se encontraba, solo podía pensar en la voz, volver a escucharla y sentirse vivo de nuevo y no pensaren nada más. Miro el reloj y si se daba prisa podía llegar a escucharla ese día.
Tardó más de lo esperado en llegar al callejón, pero a tiempo devolver a escucharla. Para sorpresa de Emilio, los minutos pasaban y no escuchaba la voz salir de la ventana del segundo piso. Espero durante minutos, pero no la escuchaba. Algo raro, porque en todas las semanas que había pasado escuchándola, nunca le había fallado y siempre había sido puntual.
«¿Y si no volvía a escucharla?» Se preguntó. Quizás fuera el Karma por enamorarse de una simple voz hasta el punto de hacer daño a su ahora exnovia. Se sintió solo y vacío por dentro, la voz ya no estaba para llenar ese hueco que tenía en su corazón y que nunca había sido llenado, ni siquiera sabia que existía ese vacío tan grande hasta ese momento.
Convencido de que no volvería a escucharla, al menos ese día, se dio la vuelta para salir del callejón cabizbajo, no obstante, justo antes de que pusiera un pie fuera del callejón, la oyó. Su amada voz volvió a sus oídos, aunque esta vez procedía de otro sitio. Por un momento se quedó paralizado, luego sus pies tomaron el control y le dirigieron al lugar de procedencia de aquella bella voz que tanto necesitaba tener cada día a su lado.
Nunca se había dado cuenta, pero el callejón seguía hasta un punto que doblaba hacia la derecha y ahí le guiaban sus pies, que a su vez eran guiados por aquella hermosa voz que lo hipnotizaba. Al doblar la esquina se dio cuenta de que se encontraba en un patio interior del edificio, pero lo que casi da un vuelco a su pobre corazón fue encontrar a la dueña de la voz que le llevaba enloqueciendo desde hacia semanas. Ahí estaba ella, resplandeciente a pesar de la escasa luz que entraba en el patio, cantando sin miedo al mundo, un mundo que no sabía de su existencia.
La dueña de la voz, dejo de cantar y los dos se miraron por primera veza los ojos. Emilio sintió que su corazón iba a salírsele de su pecho, sus manos empezaron a sudar y su mente ideaba un montón de temas de conversación que sacar para hablar con ella, pero su boca no reaccionaba, y es que... «¿Qué le iba a decir?, ¿Qué se había enamorado de su voz y que llevaba semanas viniendo a escucharla sin faltar un solo día? Seguramente la chica se asustaría y le tomaría por acosador...»
...
Ahí está, el chico que había estado viendo debajo de su ventana escuchándola cantar sin faltar un sol odia, mirándola como si nunca hubiera mirado a una chica, y sin saber qué decir, a sí que tendría que tomar la iniciativa ella, de la forma en que todas las buena shistorias amor inician, con un simple...
—Hola
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Su voz
RomanceEl amor llega cuando menos te lo esperas y de la forma menos convencional