𝟣𝟦🌊𝒫𝓇𝑜𝒻𝓊𝓃𝒹𝒾𝒹𝒶𝒹𝑒𝓈.

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Alanney.

Cansada, harta y estresada.

Aquellas tres palabras me representaban a la perfección, era como me sentía y como me encontraba en estos momentos. Cansada tanto mental y físicamente por tanto entrenamiento, harta de Eloy y estresada por la nueva vida y mundo que comenzaba a invadirme. Por esa razón, me encerré en lo que era la habitación de Marina y me permanecí allí tratando de calmarme y despejando mi mente, preparándome para cualquier cosa que apareciera en esta y me perturbara, tratando de respirar de forma adecuada, sin sufrir de ninguna forma y dejando de pensar en cosas que me afectaran. Relajándome y calmándome.

Pero aquella paz que comenzaba a adquirir se desvaneció al instante, cuando Bruno se introdujo a la habitación, atrayendo mi vista nublosa por las lágrimas que se comenzaban a acumular en mis ojos. 

Sí, estaba llorando devastada y cansada, necesitaba desahogarme y calmarme, necesitaba paz en mí. Y, al parecer, Bruno se dio cuenta, que de forma instantánea dirigió su mirada a mí y me miró con preocupación, entrecerrando los ojos, viéndome con curiosidad, atrayéndome con sus ojos hipnotizantes.

—¿Estás bien, Alanney? —cuestionó acercándose a mí, y sosteniéndome de la mano, estrechando de está y dándome una sonrisa confortante, y por mi parte, con la mano que tenía disponible, me limpié las lágrimas.

—Un poco —contesté con simpleza, dando una leve sonrisa.

—¿Por qué? —preguntó con interés, acercándose a mí, brindándome paz.

—Tengo miedo —revelé observando sus orbes entre verdes y cafés claros, tan bonitos, siendo hipnotizada por aquellos.

—¿A qué?

—A no ser lo suficiente para ustedes.

Fui honesta, saqué lo que tenía que sacar de mí, y al hacerlo, y contemplar la inquietud y el asombro en las expresiones de Bruno, rompí en llanto, soltando de su mano para taparme con mis manos mi rostro y darle la espalda, para esconderme de él y su mirada penetrante, esperando que se largara y me dejara sola.

—Tú eres suficiente —murmuró Bruno colocando sus manos en mis hombros y estrechando de estos, haciendo que soltará un sollozo agudo—. Nunca en tu vida debes de pensar aquello sobre ti, y sí, por una extraña razón, no llegas a poder, no será tu culpa. Fue un accidente y los accidentes siempre pasan —dijo aun manteniéndose en aquella pose, dándome masajes en los hombros hablando con claridad y paciencia, calmando mi llanto.

—Sufrirá tu pueblo —murmuré nuevamente limpiando mis lágrimas.

—Siempre hay un plan B —confesó soltando mis hombros y colocándose en frente de mí—. No se nos cerrará el mundo, Alanney, y tú no desconfíes de tu capacidad.

Me miró con una enorme sonrisa que alegro mi corazón y me hizo sonreír, fascinada por lo motivante que podía ser mi amigo, y la paz que podría tener con su presencia. Era como mágico y a la vez perfecto, porque cuando uno me sacaba de mis casillas, otro me animaba y eso era bueno.

—Gracias —aclaré, y él limpio los rastros de lágrimas que aún había en mis mejillas, y me sonrió.

—No —dijo sosteniendo mis mejillas y yo entrecerré los ojos extrañada—. Gracias a ti.

—¿Y por qué a mí? —cuestioné más confundida que de costumbre, viéndolo a los ojos, y este se rio negando con la cabeza, soltando levemente mis mejillas, mostrándose feliz y positivo.

—Porqué estas sacrificando tu vida por nosotros.

Cuando Bruno dijo aquello, mi cara se transformó a una de confusión extrema, y este al percatarse de eso, se apartó un poco de mí viéndome con inocencia, tratando de calmar el ambiente, pero aquella revelación que me había dado me hacía sentir insegura en el lugar, y con mi corazón latiendo con rapidez al no saber si estaba en un buen camino o no.

2 | 𝐸𝓃 𝑒𝓁 𝒶𝒷𝒾𝓈𝓂𝑜 𝒹𝑒𝓁 𝑜𝒸é𝒶𝓃𝑜.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora