Abrí los ojos acostumbrándome al lugar en donde me encontraba, mientras contemplaba las paredes rocosas del lugar y el sonido del mar del fondo. Era como si estuviera dentro de una cueva cerca del mar o algo por el estilo. Pues sentía el océano en mí, pero aquello no me ahogaba o sofocaba, sino, esto que sentía era como si estuviera abajo del mar, pero podía respirar y ver todo con claridad, a pesar de estar en un lugar sin luz y con mucha presión, podía escuchar a la perfección los diversos sonidos que se presentaban, como los aleteos de un pez y todo aquello insignificante para mis oídos humanos, pero ahora, estando aquí, era diferente.
En eso, me percaté que estaba flotando dentro de una jaula, y en vez de que aquello me asustara, me maravillo, ya que todo esto era algo que nunca imaginé y me era imposible creer, pero estaba ahí, presenciando todo. Y al momento en ver que alguien se acercaba a mí, enfoqué más mi vista para reconocerla, pero aquello no fue necesario, porque la miraba a la perfección.
La mujer frente a mí era rubia, tenía los labios rojos fuerte —como si tuviera labial—, piel pálida, ojos oscuros e intimidantes, delgada y de tamaño regular, portaba un fino vestido largo de color negro, que tenía una cola en este. Tenía el cabello bien recogido en un chongo perfecto, que se mantenía estático y firme, mientras mis cabellos se mantenían rebeldes en el mar.
El mar.
En efecto, estaba respirando en el mar, estaba en el mar. Estaba aquí en el fondo de este. Así que contemplé a todas partes viendo que no había nada relevante en el lugar, observé a la mujer y se miraba normal, como una humana corriente, y eso era extraño.
Yo esperaba algo diferente.
Detrás de ella apareció un hombre que al instante reconocí; Kaleb. Mantenía su cabello rubio y bien peinado, tenía ojos rojo intenso y su piel era más pálida y vestía igual de negro que su acompañante, y ambos me miraban con intensidad haciéndome sentir pequeña.
—¿Quiénes son ustedes? —cuestioné confundida, y después cerré mi boca alarmada.
Alarmada porque mi voz se oyó a la perfección, porque no me ahogue. Porque cuando dije aquello, poco a poco mis pies tocaron el pegajoso piso rocoso que había en mí, permaneciendo igual que ellos, en el suelo. Poco a poco mi cabello tomo forma, colocándose abajo en una posición común, y no esparciéndose por todas partes.
Me asombré de aquello y alcé mi vista a la pareja frente a mí; la mujer se mantenía seria y el hombre se rio de mí por mi asombro, sin embargo, no me importaba que se riera de mí porque aún me sentía asombrada por todo esto, y más al notar que mi vista mejoro al cien por ciento, viendo todo con más claridad. Pareciendo que no estaba en el mar, sino, en la tierra.
—¿Cómo...?
—¿Quién crees que somos? —cuestionó la rubia interrumpiéndome y atrayendo mi atención. La miré extrañada y alcé mis hombros confundida, sin saber que decir.
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2 | 𝐸𝓃 𝑒𝓁 𝒶𝒷𝒾𝓈𝓂𝑜 𝒹𝑒𝓁 𝑜𝒸é𝒶𝓃𝑜.
FantasíaEl océano es muy profundo. Tanto, que ningún ser humano sabe exactamente que hay en sus lugares más oscuros. ¿Será probable que haya vida ahí abajo? ¿Especies increíbles, con poderes alucinantes? Quizás, es probable que esa vida tenga un reino y una...