*Dos semanas después*
-Narra Louis.-
Después de mi vergonzosa y algo estropeada declaración hacia Harry las cosas solo iban de bien a mejor, o casi siempre. Había aun esos anticuados homofóbicos estúpidos que cada que podían nos jodian a Harry y a mi, muchas veces era Harry el que me defendía, pero muchas otras sabía que el no podía aguantar todo aquello y era yo quien con coraje y sin miedo (algo realmente nuevo para mi) les hacia frente. Me esforcé en cambiar mis actitudes nerviosas y sobretodo COBARDES al momento en el que debía, mas bien quería tomar la mano de Harry, o simplemente mimarlo, algo lo cual me encantaba, el trazar ochos imaginarios sobre su espalda en clase de geografía, el tomar su mano cada clase de química, el compartir de la misma comida en cada receso sin si quiera importarme las claras caras de disgusto de varios estudiantes y maestros fue una tarea complicada, pero como lo pensé en el momento en que me di cuenta de que Harry valía la pena, “Todo por aquel dueño de mis sonrisas”, pero que cursi me había vuelto desde que estoy con Harry.
-Te veo a las ocho.- Le dije a Harry mientras lo dejaba en la puerta de su casa e incómodamente me paraba un poco de puntas para llegar a sus rosas pero aun tibios labios a pesar del clima de mierda que estaba. El solo asintió y entró tímidamente a su casa. Al parecer todo con su hermana se había vuelto un infierno, el me contaba como de pasar de ser confidentes y altos amigos ahora no se dirigían la palabra para nada. Me contó aquello que paso cuando le propuse ser mi novio y yo simplemente me quedé sorprendido, Gemma jamás me pareció una persona orgullosa ni grosera, pero claro que como eres con tu familia es muy pero muy diferente a como eres en público. Me pasaba seguido en la secundaria. Yo trataba de ser una persona alegre, sociable y despreocupada cuando estaba delante de mis hermanas o de mi padre, pero simplemente yo cada que me encerraba en mi habitación, en mi mundo aparte me rompía en uno en mil pedazos. Recordaba a mi madre y trataba de imitar su fortaleza en aquellos días tan oscuros, yo trataba de imitarla y trasmitir esa energía falsa a mis pequeñas hermanas…
Caminé hacia la parada del bus en donde pude encontrarme con una larga cabellera, ¿Ana? ¿Mara? Bah.
-¡Louis! Que bueno verte.- Aquella chica amiga de Niall tan amigable y coqueta me saludó con un estruendoso beso en la mejilla que seguro había dejado restos de su labial carmín en mi mejilla.
-Hola…-
-Hannia.- Completó rápido mi frase al notar que no recordaba su nombre. Y solo sonrió, cualquiera otra chica se hubiera vuelto loca y hecho un escándalo por el simple hecho de haber olvidado su nombre aunque solo nos hubiéramos visto una vez.
-Hannia, ¿vives cerca de aquí?.- dije evitándole la mirada y viendo hacia los lados fijándome aun en la puerta de mi novio.
-No realmente, vivo mas en el centro, vine a visitar a un amigo.-
-Ah vaya.- dije sin la mínima importancia, bueno, pues a mi que.
-Bueno, espero y tengas una buena tarde, ese es el que tomo.- señalé un bus con la dirección hacia el apartamento en donde ahora estaba con Niall.
-Subo contigo.- Mierda.
*Narra Harry*
Las ultimas semanas habían sido perfectas, o casi, algunos imbéciles en mi colegio seguían haciendo comentarios estúpidos sobre Louis y yo. Lou había mostrado mucho valor al haberme defendido y enfrentándose a si mismo.
-Harry, si hay algo que debes saber, aunque creo ya lo sabes es que sigo siendo un cobarde de mierda, eres lo único que hace que yo siga adelante y que me enfrente a las muchas cosas que me asustan, me fortaleces.-