Capítulo quince.

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—Ponte esto. Te vas a resfriar.

Loan me tiende un suéter bordo y lo tomo entre manos para después ponérmelo. Enseguida me da calor. Afuera hace un frío que te mueres, y lo siento mucho más después de haberme dado un baño caliente. Apenas me había acordado que había corrido bajo la lluvia.
Si, tengo mucho que comentar acerca de la maravillosa regadera del baño de Max y el como me sentí en el paraíso, pero ahora no creo que sea el momento, ¿cierto?

—Gracias—murmuro.

Loan está frente a mi. Ambos en uno de los sofás más grandes de la sala. Me ha hecho un té también y depositó una pastilla tranquilizante al lado para que pueda descansar mejor. Al parecer hoy no volveré a mi departamento. O eso me ha dado a entender.

Y siendo sincera, no sé si quiera volver. Por lo menos no está noche.

Noto como está esperando para que empiece a hablar de una vez, así que tomo una respiración honda.

—Loan, yo... —sacudo la cabeza. No pensé que iba a tener que contar esto—Cuando tenía diecinueve años, viviendo en Boston, conocí a un tipo. Era empresario muy exitoso, unos años mas grande que yo y... Demasiado atractivo para mi. No tenía mucha experiencias con chicos, porque en ese momento era mucho más inocente, no me fijaba en ellos con frecuencia, pero con él fue distinto. Me supo llevar, y yo terminé siendo una cría enamorada.

—¿Era conocido?

Niego con la cabeza.

—No lo sé. Supongo... En ese momento no estaba muy familiarizada con tipos de ese ámbito. Mi padre era doctor militar, mis tíos abogados, pero ninguno como él—respondo—La cosa es que nos hicimos novios. Se lo presente a mis padres, no les cayó muy bien y me dijeron luego de unos meses que debía separarme porque ese hombre no traía nada bueno. No les hice caso, yo estaba enamorada y creí que él también. De verdad creí que había encontrado al amor de mi vida... Pero la cosa se empezó a poner oscura cuando encontré en la tapa de una revista a él con otra mujer en una gala que no sabía que tenía. Siempre me comentaba pero esa vez no lo hizo, lo cual se me hizo extraño. Así que fui hasta su casa al día siguiente y le pedí una explicación... No me la dio, solo me dijo que eso eran asuntos de él y que debía respetarlo. Si yo confiaba en el amor que me tenía no había nada que charlar. Le hice caso, y volvió a hacerlo. Esta vez se estaba besando con la misma.

Respiro hondo, empezando a sentir ese dolor en el pecho otra vez. Apenas puedo controlar las palabras que salen con rapidez. Siento que si paro, podré desmoronarme y no deseo eso.

—Me enojé muchísimo—añado cabizbaja. Me cuesta escuchar mi propio susurro. Esto es una maldita tortura—Tanto que le dije que todo terminaba ahí. Ni siquiera sé de donde saqué tanta fuerza para tomar la decisión... Claramente me buscó por dos meses, me pidió que volviera y que me explicaría todo. Así que como tonta enamorada le seguí el juego. Seguimos saliendo por bastante más tiempo, me distancié de mis padres, viví con él en su casa... Hasta que de nuevo todo empezó a cambiar. Empezó a tratarme mal, a salir de la casa toda la noche, a celarme en ese momento con compañeros de mi trabajo, a agredirme verbal y físicamente. Y yo sufrí mucho... No supe que hacer. No entendía que había cambiado, que había hecho mal...—siento mi voz romperse pero parpadeo intentando centrarme—Lloraba todas las noches, empecé a imaginar que yo tenía algo malo o que ya no le gustaba como al principio. También cambié mucho... Me volví más hosca con el mundo, más reservada, más celosa. Apenas podía pensar en algo que no sea él. Me estaba consumiendo y él lo sabía... Su juego era perverso. Yo ni siquiera podía pensar en alejarme, porque de tan solo pensarlo, todo en mi se quebraba.

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