Capítulo 1. Vidas perdidas

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La vida tenía formas de escupir su basura cuando menos lo esperaba, a mí me escupió todos sus desechos de forma desastrosa, dejándome inundada de suciedad y acabando conmigo de la peor manera con la que se puede joder a alguien.

Yo tenía una vida perfecta. Nunca lo supe hasta que la perdía. Tenía una familia linda conformada por mi papá David Ricardo Jones, era el típico papá bromista, el tipo que se veía rudo, pero era un hombre sensible, sabía que con él a mi lado cualquier situación era superable, porque él me apoyaría, aun si le dijera que hubiera quedado embarazada o que quería dedicarme a ser modelo webcam. Mi madre Andrea Wilson, si era la típica madre estricta, pero con amor incondicional a sus hijos, hacía ver que llevar una familia con 3 hijos era fácil cuando, en realidad, no lo era.

Siempre me repito, lo mismo, era feliz y no lo sabía. Mi vida cambió el 27 de septiembre del 2013. Un día después de mis cumpleaños número 18, me encontraba celebrado ese día con mis amigos, pues el día anterior lo había pasado con mi familia. Un conductor ebrio se llevó el coche de mis padres, ocasionado la muerte instantánea de mis papás y dejando a mi pequeño hermano Joshua, de 8 años, en estado crítico, luchando 8 días en cuidados intensivos.

Al final su cuerpo colapso, dejándome sola en este mundo, sin esperanzas y sin ganas de vivir, en esa entonces solo me quedaba mi hermana Jailene, a sus 21 años estaba tan llevada por las drogas que no se dio cuenta de la muerte de mis papás, hasta después del funeral. A mis 18 años tenía la ingenuidad de que podía contar con ella, de que era mi salvadora y solo quedábamos ella, Joshua y yo contra el mundo, cuando equivocada estaba, aún recuerdo esos días una y otra vez en mi cabeza repitiéndose.

—Jailene menos mal llegaste. Acabo de enterrar a nuestros padres. ¿Dónde estabas? Tenemos que ir al hospital, Joshua puede despertar en cualquier momento — ella estaba pálida, sucia y se notaba cansada.

—Si vamos, pero primero tienes que acompañarme a un lugar por algo — dijo mientras me tomaba de la mano, caminamos hasta que llegamos a una casa rodeada de gente con el mismo aspecto que ella. Otros intimidaban con su presencia, toco la puerta y me empezó a arrastrar hasta el segundo piso, donde una puerta se abrió y en su interior se encontraba un hombre gordo, mal oliente, sudoroso, el cual provocaba repugnancia, sus palabras cuelan en mi mente una y otra vez perforándome mi corazón.

— Aquí tienes tu paga, como me pediste, ahora dame lo mío — dijo mientras me soltaba.

— Que dices Jailene, vámonos de aquí— dije con mis ojos lloroso y entrando en pánico.

— Claro, aquí tienes — le arrojo una papeleta de polvo blanco, la cual tomo como si fuera su tiquete de felicidad, después desapareció por la puerta dejándome sola con el ser más repúgnate que había conocido en mi vida.

Ese día perdí mi brillo. Mi hermana me vendió por su droga a ese hombre que me violo y golpeo, salí caminado como pude para llegar al hospital donde se encontraba Joshua, era lo único que me importaba, me desmayé en la entrada del hospital y cuando desperté me encontraba en una habitación con Amara y Frank los padres de Augus mi mejor amigo hasta ese momento.

— Hola linda, que bueno que despertaste — me dijo Amara de forma cariñosa.

— ¿Cómo está, Joshua? ¿Cuánto tiempo estuve incontinente?

— un día. Pero no te preocupes.

— ¿Augus está aquí? — dije de forma esperanzada, quería un abrazo de él. Había sido mi amigo toda la vida, nadie me conocía también como él y lo extrañaba a pesar de que había estado distante, últimamente. Yo lo seguía necesitando. La puerta sonó y yo miré con la esperanza de que fuera él, pero no era el médico.

—¿Cómo estas Belkins?

—Bels, por favor, solo mi papá me dice así — dije mientras se me aguaban los ojos.

—Está bien, Bels, vamos a revisarte.

—Bien, todo está bien, ya mañana puedes darte de alta.

—¿Cuándo puedo ver a Joshua?

—Maña, si quieres ahora debes responder unas preguntas.

Unos policías ingresaron, me realizaron un interrogatorio, declaré todos los hechos de la noche anterior mientras Amara lloraba y Frank la sostenía en sus brazos. Ellos me ofrecieron su hogar para mí y para Joshua, pensé en aceptar más por Joshua que por mí no teníamos a nadie y si ellos no nos acogían terminaríamos en un orfanato. Pero cuando al otro día me dieron de alta y fui a buscar a Joshua su cuerpo colapso las máquinas empezaron hacer ruidos extraños y por último el corazón de Joshua dejo de latir, corrí sin un punto exacto solo corrí aborrecía mi vida, mi cuerpo y dese haber estado en ese carro durante el accidente.

Durante meses logre sobrevivir trabajando de camarera, todos los días eran iguales trabajar y llegar a dormir a mi pieza de alquiler, logre estudiar administración, lo que me permitía, pero todo era oscuro para mí. Hasta que él llegó a mí. Eric Cox era alegre, divertido y carismático, aún recuerdo nuestra primera conversación.

—Hola, veo que te sientas solo — dijo de forma alegre mientras se sentaba junto a mí a la hora del almuerzo.

—Sin ofender, pero no te conozco y no me apetece hablar con nadie.

—Tienes razón que mal educado, soy Eric Cox y a partir de ahora soy tu amigo.

—Yo no tengo amigos — dije de forma tosca mientras me ponía de pie.

Los días siguientes él siguió apareciendo hasta que su presencia se fue haciendo agradable, con el tiempo conocí a Ben su hijo y a Celi la mamá de Ben ellos mantenían una muy buena relación por el bien de su hijo, los días con Eric y Ben eran felices con el tiempo me acostumbré a ello los quería y Eric se convirtió en mi nuevo hogar. Me casé con él y fui feliz por un lapsus de tiempo, pero la vida una vez más me arrebato algo y esta vez fue a Eric. Enfermo de Cáncer, el cual en meses realizo metástasis acabando con su vida, yo quede viuda, pero esta vez quede con Ben y Celi, habían pasado 4 años y ahora otro golpe me pego más fuerte. Ben, mi pequeño de 8 años también tenía cáncer, en menos de segundos mi vida se desarmó, Celi y yo nos endeudamos tratando de suplir los tratamientos de Ben, pero cada día eran más costoso y los recursos eran limitados, ahora lo único que me importa era mantener a Ben con vida costará lo que costará era lo único que me quedaba de Eric y me aferraba a él como mi flotador.

 Ben, mi pequeño de 8 años también tenía cáncer, en menos de segundos mi vida se desarmó, Celi y yo nos endeudamos tratando de suplir los tratamientos de Ben, pero cada día eran más costoso y los recursos eran limitados, ahora lo único que me impo...

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