Con el paso de días, aquella enseñanza dentro de la cueva en el océano fue siendo cada vez más frecuente, hasta que pude lograr dominarla casi a la perfección.
Finalmente, logré poder manejar mi sangre a mi antojo como lo hacía con el océano, inclusive podía manejar ambas a la misma vez haciéndome sentir victoriosa y fuerte por el poder que me recorría en todo mi cuerpo.
Me sentía completa y satisfecha; me sentía poderosa. Hasta que, mientras los días seguían pasando, más débil me sentía, y por esa razón, me llevaron al exterior a una isla desierta en donde, me comenzaron a alimentar haciendo que recuperara mi fuerza.
Y ahí permanecí, recuperando fuerza mientras entrenaba, conociendo cada vez más a Kaleb y dándome cuenta que, por extraño que parezca, era agradable y me enseñaba con una paciencia y una tranquilidad muy linda que me hizo sentir bien. Así que, después de una práctica intensa, ya era buena y poderosa, y Kaleb me animaba como otros no lo hacían, haciéndome sentir segura por el camino que estaba tomando.
—Eres grandiosa —aclaró Kaleb sentándose a lado de mí en la playa, dándome una sonrisa reconfortante.
—Gracias —dije feliz moviendo mis manos en la arena, haciendo una rosa en ella con mi sangre, y está se deshizo al instante, manchando la arena. Y fije mi vista a Kaleb viéndolo asombrada, esperando una explicación y él sólo me otorgo una simple sonrisa.
—Aquello es normal, aquí no te podemos alimentar lo suficiente para que hagas esos trucos que puedes hacer con total agilidad y que duren lo suficiente —mencionó manteniendo su sonrisa y después dándome un apretón en mi mano y yo lo miré incrédula.
—¿De qué hablas?
—Creo que lo sabes.
—No entiendo...
—No es tan difícil de entender —mencionó una voz a la distancia, atrayéndome y haciendo que dirigiera mi vista a esa voz sin entender quién era, hasta que contemplé a la mujer rubia que miré hace varios días.
Aquella mujer rubia que daba una vibra extraña estaba frente a mí, y venía sola. Al instante, Kaleb hizo una reverencia a ella y yo lo imité por instinto, viéndome nerviosa y asustada, sin entender que hacia ella por aquí.
—¿Desde cuándo nos has observado? —cuestionó Kaleb de forma seria, dejando aquella felicidad y aquellas sonrisas atrás por la presencia de aquella rubia.
Sidney.
Ese era su nombre y era la líder de los blodies, o eso me había comentado Kaleb.
—Los he estado observando el tiempo suficiente para saber que Celeste es toda una bloosea —murmuró posando su vista a mí y haciendo que un escalofrío me invadiera por su mirada penetrante—. Estoy muy orgullosa de ti.
Estoy muy orgullosa de ti.
Hace mucho que nadie me decía aquello, y eso provocó que mi corazón se emocionara al instante al contemplar que sus palabras eran sinceras, alegrándome un poco.
—Gracias —murmuré tratando de disimular mi sonrisa, pero fue inevitable—. ¿Por qué siempre hablas tan...?
—Hablo de acuerdo a mi edad —contestó la mujer con seriedad, haciendo que ahora mi sonrisa despareciera por lo sería que podía ser.
—No pareces ser tan mayor que yo —aclaré entrecerrando los ojos, observándola confundida.
—Tengo cien años más que tú —confesó haciendo que mis ojos se abrieran en par en par, y Kaleb se rio un poco por mi expresión, mientras yo me reía avergonzada—. Si te vas con los humanos, no tendrás una vida como la mía.
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2 | 𝐸𝓃 𝑒𝓁 𝒶𝒷𝒾𝓈𝓂𝑜 𝒹𝑒𝓁 𝑜𝒸é𝒶𝓃𝑜.
FantasyEl océano es muy profundo. Tanto, que ningún ser humano sabe exactamente que hay en sus lugares más oscuros. ¿Será probable que haya vida ahí abajo? ¿Especies increíbles, con poderes alucinantes? Quizás, es probable que esa vida tenga un reino y una...