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Tan rápido como sus pequeñas manos pudieron agarró su camisa azul cielo y se la colocó en su torso.

Su rostro sonrojado y su respiración agitada deleitaba la vista del azabache.

- Hey, hey ¿A dónde vas?.

Preguntó en tono bajo al ver a la fémina incorporándose, dejándolo a él solo en la cama, extrañando el calor de sus piernas alrededor de él.

- Yami. Dios ¿Qué pensará ahora el pequeño Finral de mí?.

Cuestionó avergonzada mientras caminaba nerviosa de aquí a allá. El azabache la miró divertido y también se incorporó para ahora caminar hacia su temblorosa persona.

- Somos adultos, el mocoso entiende que tenemos necesidades. Olvídate de eso y sigamos con lo que estábamos haciendo.- sugirió besando desde sus mejillas hasta su cuello en pequeños y constantes besos.

La fémina se relajó considerablemente enterrando sus dedos en los cabellos azabaches del mayor.

- Pero, Yami ¿Y si entra alguien más y nos ve?.

Preguntó en susurros jadeantes al sentir como las manos del mayor recorrían desde su espalda baja y poco a poco agarraba con ahínco sus glúteos y la acercaba más a él mientras pasaba su lengua por el cuello de la menor de una manera tortuosa.

Tomó su mentón y acercó su rostro al de ella.

- Saben que si vienen,...- besó cortamente sus labios, interrumpiéndose.-... se las verán conmigo.- volvió a besar mientras ahora adentraba sus manos por debajo de la camisa de la menor tocando su cálida piel.- No vendrán.- afirmó finalmente mientras comenzaba un profundo beso y caminaba de espaldas hacia la cama arrastrándola con él.

Su mano izquierda en su nuca y la otra en su espalda baja acercando todo lo mayormente posible su anatomía a la de él. El mayor mordió con lentitud el labio inferior de la Kira y recibió un pequeño gemido por su parte, entreabriendo sus labios, Yami aprovechó aquello para adentrar su lengua y recorrer toda su cavidad. Sus respiraciones se agitaban de sobremanera mientras retomaban sus temblorosos pasos hasta la cama.

Al llegar, cayeron, ella encima de él a horcajadas mientras trataba de seguir el ritmo de su lengua que inexperta descubría el sabor de la otra.

Sin tomar mucho tiempo, Yami volvió a retirar la camisa de su pareja y la tiró en algún lugar de la habitación sin preocuparse mucho por ello. Casi después la volvió acercar hasta sentir su pecho cubierto por su negro sostén rozando el suyo. Masajeó de arriba a abajo sus piernas cubiertas por su pantalón mientras la continuaba besando profundo. Gruñendo por no tener un contacto directo, se separó.

- ¿Qué suce...?

- Quítatelos.

Ordenó interrumpiendo su confundida cuestión. La fémina se sonrojó de sobremanera pero decidió acatar su orden. Se incorporó de las piernas del azabache y se desabrochó el pantalón sintiendo su corazón golpear duro en su pecho y sus mejillas arder por la vergüenza. Lentamente lo bajó, provocando un desespero en el mayor quien nada más que oyó el sonido de la vestimenta chocar contra el suelo, la acercó a él y la volvió a sentar encima.

Le fémina gimió sorprendida al sentir el grande bulto debajo de su entrepierna. El mayor al sentir el contacto indirecto, apretó sus muslos con fiereza y abrió sus piernas mucho más, sintiendo una exquisita fricción que lo hizo maldecir.

- Demonios, mujer.

Con seguimiento de sus manos, el mayor obligó a la de ojos azules para que moviera sus caderas en círculo, estimulándose indirecta y mutuamente. Una vez, la menor siguió con los movimientos, sujeto su nuca y acercó su rostro al de ella, retomando una competencia de lenguas que el azabache no pensaba perder.

El chocar de sus bocas y los jadeos constantes eran lo único que se oía en aquella rústica habitación. Cuando decidió posar sus grandes manos en su cintura, subió lentamente por su espalda, logrando que el cuerpo de la fémina encima de él, se tensara.

Un leve sonido en el suelo y una nueva vista recibió Yami. Antes de que la fémina se avergonzara y cubriera sus pálidos pechos con sus manos, el azabache la detuvo.

- Eres hermosa.

Christine se sonrojó hasta las orejas, decidió relajar su cuerpo y confiar en el corpulento hombre debajo de ella. Cerró los ojos, esperando el contacto de pieles. Jadeo ensimismada una vez que sintió algo mojado en su pezón y como su otro pecho era encerrado en la palma del azabache sin problemas. Otra vez enterró sus manos en el cabello sedoso del mayor, gimiendo bajo, controlándose.

Tenía que recordárselo una vez más, lo amaba y él quería escucharlo cuantas veces fueran necesarias.

- Te amo, Yami.

Un gruñido y un acercamiento, dejó lo que estaba haciendo solo para ver esos ojos que tanto amaba, sonrió de lado preguntándose qué mereció él para tener a alguien tan perfecta pero un poco tonta como lo era ella.

Apresó su nuca con sus manos despacio y acercó su rostro al de él, chocando levemente sus frentes y cerrando sus ojos.

- Te amo más, mocosa.

Susurró contra sus labios, rozando sus narices.

Aquella noche, después de tanto tiempo esperando, luego de tantas noches de sueños esperanzadores, se hicieron uno, confiaban en el otro. Se entregaron pero nadie sabía lo que les esperaba tiempo después.

Opuestos por Naturaleza || Yami SukehiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora