Capítulo 4: Rosas y Corazones

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CAPÍTULO 4: Rosas y corazones

{ Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante

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{ Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante.}

[P.V. Zarek Snape]

Mi gran pregunta del millón, ¿Snape, qué demonios habías venido a hacer aquí?

Me encontraba deambulando por el estrafalario y místico pueblo mágico, Vallgorguina, el valle de las brujas.

Si no fuera por la reflexión intensa, en la que me hallaba ocupado, podría haber disfrutado más del bello pueblo.

¿Cómo no hacerlo?

Siguiendo mi línea habitual, me había separado del grupo, agradeciendo la libertad de no tener individuos molestos tocándome la moral.

Admiraba la fusión del pueblo medieval, con sencillos edificios, custodiados por un hechizo fidelio delimitado, por el arrope de avellanos y encinares frondosos. Escondiendo las excentricidades de los magos ante los ojos normis. Me recordaba, en cierto punto, a Hogsmeade, pero más extraño. Puede que esa ocurrencia se debiera, por ver como dos mundos; mágico y normi coexistir en perfecta armonía.

Pero todo eso no importaba, ahí estaba, como al inicio de Hogwarts, solo y sin saber que demonios hacer.

Creía tener claro mi objetivo, necesitaba volver a mi calma, centrarme en la pasión de mis estudios, del mundo químico de las pociones. En ese mundo, era todo sencillo, todo era medible, el único error que podía existir, era por no saber la formula correcta, el tiempo, los giros de cucharón. Esa danza era algo natural en mi ser, pero las interacciones sociales... Nunca fueron mi punto fuerte. Tampoco su aspecto ayudaba a esos acercamientos, ya que cuando alguien intentaba acercarse, sabía lo primero que veían.

Una figura ligeramente robusta e imponente, que casi llegaba a los dos metros, si eso ya era intimidante, juntamos mi rostro eternamente serio e imperturbable, pero lo que sabía que apartaba a todos era mi mirada, unos ojos verdes intensos que de normal hacia que la gente diera dos pasos atrás, pero si no controlaba ciertos factores emocionales o ambientales podían verme adquiriendo unas características reptilianas, que podían ser muchas cosas menos amistosas.

Algún optimista en la sala diría ¿Puede que tu personalidad? Consejo para esa misteriosa persona, no sigan por ahí. Gente que de sobras había tenido toma de contacto suficiente me definían como; altivo, aguafiestas, elitista, incluso cierto Weasley me apodaba rey serpiente. La verdad, nunca le había dado importancia a mi condición de animago reptil, nunca le había importado que la gente se apartara de mi camino, dejando a mi alrededor un inmenso silencio, decorado con un camino de cuchicheos que dejaba tras de sí. Eso fue hasta que cierto verano me encontré con cierta vela pelirroja. El solo pensamiento de esta, hacia una dolorosa presión en su pecho.

Ahí estaba, El gran Zarek Snape, el antiguo prefecto de Slytherin, el hijo del traidor mortifago Severus Snape, el soberano serpiente...a los pies de la extraña y simple estructura del Dolmen.

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