¿Subirías a un tren sin destino concreto? ¿Del que no se sabe cuánto durará su trayecto? El viaje sería distinto para todos. Incluso de repente, unos bajarían antes que otros. Todo pasajero con el que te cruzaras en tu recorrido, te marcaría de manera diferente. No importa si solo intercambiais una mirada o un gesto, pues sería único y distinto del resto. Unos se quedarían más tiempo que otros, pero al final del camino nos tendríamos que bajar solos. Nadie sabe que hay cuando llegas a tu estación de destino. Muchos curiosos ansían saberlo. Otros tantos sin embargo, temen conocerlo. Es parte del periplo, de la odisea que emprenderíamos. Por ello, si decides aceptar el billete que se te ofrece, recuerda que la estela que dejas a tu paso, es lo que más relevancia tiene. Lo que será recordado por los viajeros que se queden. Habla con los de tu alrededor, mira por la ventana, pasea por todos los vagones que puedas, ríe, conoce, respeta, ama con tu corazón y disfruta. Aprovecha las oportunidades y siempre piensa con cordura. Este tren será tu mayor aventura.