𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 VIII; Recuerdos brillantes

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Tomó su mano, era tan delicada junto a la suya, sonrió. Nunca creyó poder estar enamorado y mucho menos que alguien le correspondiera, pero ahí estaba Rey, con su linda sonrisa, su belleza brillante y su amor constante. Se sentía tan dichoso de que hubiese aceptado casarse con el. .

—Yo, Mary Rey Isobel Jones te aceptó a tí, Clyde Anthony Logan como mi esposo, para amarte y respetarte hasta que la muerte nos separe.

Atrapó sus labios después de darle un sí y no hubo nada más que eso.

Fue una ceremonia sencilla, como ellos, como el lugar, como su hogar. Uno que apenas empezaba, quizá no tendrían tantos lujos, pero el sabía que ella entendería.

Tampoco había mucho trabajo por aquí, la cantera ó las construcciones cercanas. Le daría todo, hasta su vida.

Recordó aquellos días brillantes, porque a eso debía aferrarse ¿no? A lo bueno de la vida. Y ahora se dio cuenta de eso, Rey estaba ahí, apacible bajo la influencia de la anestesia. La doctora dijo que ella estaba bien, que habían sido algunos rasguños y la conmoción, pero que ella sanaria.

No era un hombre devoto desde hacé años, pero pidió a la fuerza, a la luz a quien fuera que ella despertará, con ese hermoso brillo en sus ojos, lo que amo de ella y lo que aunque se negará aún amaba de ella.

De pronto todos se fueron, aunque Earl no quiso a la primera, Clyde lo mando a casa con Jimmy, el tenía que descansar y bueno al final de cuentas el era el esposo y tenía que cuidar de ella. 

Le habían permitido estar junto a ella, ya que al parecer sus ruegos fueron escuchados y ya estaba mejor aunque aún dormida, pero se veía tranquila. Con algunos hematomas pero nada de gravedad.

Y así, tomó asiento junto a ella y se perdió en sus sueños, siguió pidiendo por ella, y que al despertar ella estuvieron ahí junto a el.

Escucho voces a la distancia, pero aún tenía sueño, se movió, pero no mucho. Las voces cesaron después de un rato y abrió los ojos y ahí estaba, mirándolo, le sonrió e inconcientemente le dijo "Sunflower"

Después de eso cayó en cuenta que era una estupidez, por mucho que estuvieran casados eso era pasado.

—Perdón, Rey lo siento.

—¿Por?. —su voz, la que tanto amaba.

—Eso es pasado, ¿como estás?. —cambio de tema rápidamente.

Rey se quejó tratando de tomar una mejor posición en la cama, pero no había mucho que hacer.

—Bien, la enfermera dijo que viviré. —Bromeó.—dijeron que estuviste aquí toda la noche.

Clyde se levantó, estiró sus músculos, la silla fue incómoda, y bueno de nuevo cambiaría el tema.

—Me tengo que ir, Earl debe saber que éstas despierta.

—Clyde.—le detuvo Rey. —Me alegro mucho que te quedarás, siempre has demostrado ser mejor que yo. Y gracias por eso.

Clyde no dijo nada, agachó la mirada por un momento y la miro de nuevo.

—Estoy seguro que tú hubieras hecho lo mismo. —salió de la habitación.

Ella se quedó ahí en la cama, pensando en el silencio que hubiera dado todo por haber estado aquí cuando paso su accidente, Clyde no merecía nada de lo que ella y la vida le habían hecho.

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Después de un rato entró Earl, y la abrazo que bien se sentía eso.

Dos Bodas Y Un DivorcioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora