𝟤𝟤🌊𝒟𝑒𝓈𝓉𝒾𝓃𝒶𝒹𝒶.

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—Entonces, ¿esto es el palacio? —cuestioné observando el alrededor, asombrada mientras caminaba acompañada de Marina.

A pesar que recordaba las cosas que le había hecho y recordaba mi apariencia anterior, yo ya no me sentía mal o avergonzada. A pesar que esos recuerdos estuvieran recientes en mí, con la desaparición de la cicatriz en mi mano y que yo me dejará de ver con manchas negras por mi cuerpo, me hacía entrar en paz. Era como si había vuelto a ser la de antes, y eso era un alivio, aunque eso sí, me sentía mal en ocasiones al recordar, Marina me aclaró que nadie hablaría sobre eso porque ya era "pura", según la gente de aquí.

—¿Es todo lo que se te quedo grabado de todo lo que te dije? —cuestionó Marina viéndome incrédula, mientras seguíamos avanzando.

Yo sonreí divertida y asentí, aun asombrada de todo. La realidad es que, el lugar estaba vacío, sin embargo, era impresionante que el lugar se mantuviera tan bien debajo del mar, además, todas las paredes eran amarillas relucientes, inclusive Marina confirmo que todo estaba tallado de oro. Y eso era impresionante. Era mejor que la rocosa y húmeda cueva en donde estaba con los blodies.

—Fue lo más interesante —contesté después de unos segundos, haciendo asentir a la mujer. Y continúe contemplando el alrededor con una sonrisa, feliz, viendo a la gente pasar cerca de mí y viéndome fascinados.

—¿Estás lista? —cuestionó Marina aun caminando, pero con cada paso que dábamos, se acababa el pasillo en donde caminábamos.

—¿Para qué? —pregunté, sorprendida.

—Para conocer a la realeza, claro está.

Al escuchar eso, los nervios invadieron. Era de esperarse aquello, la verdad, no sabía porque antes no se me había ocurrido preguntar en cómo se regía este lugar, además, anteriormente había escuchado que Eloy era un príncipe, así que conocería a los padres de este, y eso me daba temor. Ya que temía que fueran igual a su hijo y no los soportará, además que, ¿cómo se trataba a la realeza? ¿cómo se manejaba? ¿debo dar una reverencia o un regalo de tributo? Yo no sabía nada, y eso me hacía tener pánico.

—¿La realeza es como mi mundo? —pregunté de inmediato, deteniendo mis pasos, evitando pasar aquella enorme puerta en donde presentía se encontraba la realeza.

—Este es tu mundo —dijo Marina alzando una ceja, para después soltar un soplido, volviendo nuevamente a caminar y la seguí siendo lenta en mis pasos—. Pero si hablas de la tierra, es casi igual, sólo que, más humildes.

Ambas soltamos una carcajada por el comentario de Marina, calmando el ambiente y haciéndome sentir más relajada, porque si ellos eran humildes, ellos eran buenos y eso me alegraba.

—Los reyes viven igual que los demás de su especie.

—Entonces, ¿todos son ricos? —comenté, tratando de entender la situación, pero Marina se rio, haciéndome sentir perdida.

—No, aquí no existe eso —mencionó y cuando estaba a punto de hablar, esta volvió a abrir la boca, callándome—. Esto es muy diferente a lo que crees, poco a poco vas a ir entendiendo más sobre este mundo. Ahora bien, ¿estás lista? —volvió a insistir, haciéndome sentir nerviosa.

Sin embargo, tarde o temprano tenía que enfrentar aquello, y pronto sería la luna roja, por ello, tenía que saber si estaba en un buen camino o tenía que regresar a mi hogar para permanecer castigada por el resto de mi vida.

—Estoy lista.

Solté con valor, haciendo que Marina me sonriera, dándome una actitud muy diferente a la cual yo recordaba, haciéndome sentir cómoda. Ambas nos paramos frente a la puerta y la pelinegra la abrió, dejándome ver una habitación enorme y vacía, en donde sólo estaba una mujer pelirroja que parecía joven, inclusive más joven que Eloy, acompañada de un hombre barbón que también parecía joven. Y ambos tenían vestuarios negros y elegantes, haciéndolos destacar en el lugar. Mientras que, atrás de ellos estaba Eloy vestido del mismo color, viéndose igual que siempre, pero ahora, en su cabello había una corona que también portaban los reyes, pero la suya más pequeña, y a su costado derecho estaba Bruno. Parecía verse más pequeño que los demás, y por eso sonreí viéndolo portar un pantalón negro y camisa blanca ajustada con medallas decorando la camisa, haciendo que prestara atención a estas.

2 | 𝐸𝓃 𝑒𝓁 𝒶𝒷𝒾𝓈𝓂𝑜 𝒹𝑒𝓁 𝑜𝒸é𝒶𝓃𝑜.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora