13º El robo

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Las semanas pasaban y Gerard y Frank seguían pasando tiempo juntos. Todo era perfecto para la pareja a excepción de Michael quien seguía sin aprobar la relación. Gerard no estaba feliz con eso, Mikey era su hermano y para él era importante que lo apoyara. Estaba planeando hablar con él solo que no sabía cómo sin que él más chico terminara dándole un sermón.

Una noche Frank se encontraba en su habitación. Ya era un poco tarde pero Frank se quedó despierto estudiando para un examen que tenía al día siguiente. Estaba a punto de irse a dormir cuando escuchó un ruido extraño en la habitación continua.

Salió al pasillo y miró a ambos lados, estaba oscuro y no logró distinguir nada.

—¿Teodora?—preguntó en un susurro pero no obtuvo respuesta—¿Gerard?

Entró en la habitación donde había escuchado el ruido. La ventana estaba rota. Se habían metido en la casa.

Corrió hacia el pasillo donde se encontraba el sistema de alarma y sintió pánico al ver que se encontraba desactivado por eso no había emitido ruido alguno.

Tomó su móvil y con los dedos temblorosos llamó el número de la casa de Gerard. El timbre sonó tres veces que a Frank se le hicieron eternos.

—¿Hola?—respondió la voz de Michael.

Frank estaba a punto de decir algo, de pedir ayuda o que le pasara a Gerard pero Justo cuando abrió la boca para hablar escuchó un click y después sintió un metal frío en su sien.

—Cuelga ese teléfono—dijo un hombre apuntándole una pistola en la cabeza—No digas ni una palabra.

—¿Hola?—volvió a preguntar Michael—¿Frank?

Tragó saliva y colgó el teléfono. Era su fin.

—Entrégame el teléfono—le dijo el hombre sin dejar de apuntarle y Frank obedeció—¿hay alguien más en la casa?—Frank negó. Era un mentirá, Teodora estaba en su habitación en el sótano, probablemente dormida o viendo una novela pero no quería ponerla en riesgo.

Llegaron dos hombres más, le ataron las manos y lo sentaron en el suelo. Frank vio cómo los ladrones metían todo artículo de valor que se encontraban en unas mochilas, hasta que uno de ellos se acercó a él.

—llévanos a la caja fuerte—el hombre lo puso de pie pero Frank no se movió. Al ver que el chico no reaccionaba el ladrón sacó su pistola y volvió a apuntarla contra su cabeza—¿tengo que repetirlo? Llévanos a la caja fuerte.

Frank los guió hasta la habitación de sus padres donde se encontraba la caja fuerte, sus piernas temblaban con cada paso que daba al sentir la pistola del ladrón en su espalda.

Finalmente llegaron. Al fondo de la habitación había un cuadro de su abuela, Frank lo descolgó y ahí escondida estaba la caja fuerte.

—ábrela–le ordenó uno de los ladrones.

—N-no se la clave...—respondió.

—usa tu fecha de cumpleaños.

Levantó su mano y con su dedo tembloroso pulsó su cumpleaños. En elfondo de su corazón deseaba que esa no fuera la clave pero por desgracia lo era. La caja se abrió y en su interior estaban fajos de billetes y varias joyas. Los ladrones sonrieron orgullosos.

—Baja el arma—dijo Una voz detrás de ellos.

—¡Gerard!—exclamó al verlo. Estaba ahí para ayudarlo pero ¿cómo?.

—¡Al suelo!—gritaron los tres ladrones apuntándolo con sus armas pero Gerard no hizo caso, en vez de eso caminó hacia ellos. Al ver esto uno de ellos disparó dos veces. Las balas atravesaron el pecho de Gerard pero a este pareció no afectarle en lo absolutos. Los ladrones bajaron sus armas asustados al ver que no había sufrido daño alguno.

El Vampiro de la Calle 37 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora