Dimitrio Sarris.
Es una línea de fuego que se extiende a lo largo del camino, joder, creo que estoy volviéndome paranoico. Fruncí mi ceño girando el volante el auto con suavidad mientras en el fondo solo escuchaba la respiración de Stella Rose volverse tediosa cada maldito segundo.
Yo, soy una persona de poca paciencia y con esa endemoniada mujer solo la estoy la reteniendo. Estoy hecho una mierda de furia, y obstinado como suelo ser de costumbre, estoy furioso con ella por simplemente existir y provocarme tanto aquella noche. Juro que la hubiera follado si no fuera sido por el hecho de que se encontraba en el club.
Stella Rose está volviendo mi mundo de cabeza, interfiere en mi mente como algo poco agradable, porque las erecciones que provocaba son constantes. Es una mujer con una belleza tan sencilla pero tan llamativa. Hace que mi mente viaje a mil por hora mientras sonríe o tiene esa mirada inquisitiva a cada segundo.
- A ver, eres un libro difícil de leer, se nota que descifrarte es algo imposible, pero tengo una pregunta Dimitrio - se giro suave sobre el asiento a mi lado mientras que fijaba mi mirada para ir hacia su departamento.
Aunque me apetecía llevarla a mi casa, eso no iba a suceder en este momento. Juro que no volverá a embriagarse jamás. Di un asentimiento leve mirando sobre mi hombre su expresión inquisitiva, es tan curiosa.
- ¿Qué razones tienes para quererme a tu lado? - rodeé los ojos soltando un suspiro.
- Las suficientes Stella - hizo un mohín de fastidio. Quiero. Follarla. Aquí. Y ahora. Maldita sea.
- Eres, extraño Dimitrio.
-Soy reservado muñeca - en silencio aparque el auto frente a la entrada de su departamento. Relamió sus labios posando su vista hacia el frente mientras su pecho subía y bajaba en esa ajustada camiseta de tirantes.
Un de sus manos estaba en su rodilla acariciándola incómoda. Es predecible, podía notar que su piel sentía calor, e incluso entendía las escenas que su mente estaba reproduciendo en estos momentos, ah, que placentero verla excitada e indefensa. Desbroche mi cinturón de seguridad y giré mi cuerpo suavemente, incliné mi rostro mientras posaba mi boca en su oreja.
- ¿Qué piensas Stella? - un jadeo escapó de sus labios en el momento en que mis dedos rozaron con la parte trasera de su cuello.
- En lo mojada que estoy - musito jadeante apretando su rodilla.
- ¿Y qué quieres muñeca? - susurré pasando mi lengua por el lóbulo de su oreja, succionándolo y mordiéndolo con suavidad.
Huele a ese delicioso perfume de Chanel que tanto me agrada. Y su cuerpo comenzaba a emanar un calor puro y placentero. Dirigí mi lengua despacio por su cuello, mientras mi mano soltaba su cinturón. Necesito sentirla cerca, joder.
- Quiero que me toques Dimitrio - aquel gemido se extendió por mis odios como una música melódica y anhelante.
No me importaba el hecho de estuviera ebria, si me lo pide no voy a negarlo, además ansío probarla. Tomé su cintura entre mis manos haciendo que se levantara un poco y alzara una de sus piernas hasta acomodarse en mi regazo. A pesar de que podía ser incomodo para ella, le encontró una forma de sentirse cómoda. Hizo hacía un lado su cabello dejando su cuello visible y expuesto ante mí. Que quiera jugar, sin importar el lugar me dejaba muy claro que no es tímida y que incluso podría ser mucho peor que yo.
- Vamos a cumplirte el capricho muñeca, pero ates antes déjame verte - ella tomó su cabello, atándolo en un moño desordenado. No le gusta perder tiempo, y a mí tampoco. Abrí un poco en suéter y de un tirón baje la camiseta de tirantes y dejes unos precios y rojizos pechos. Voy a divertirme mucho con ellos.
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Entre Llamas Internas ✔1
RomanceMiradas lascivas lograban encender cada parte de mi cuerpo. Era prohibido, ilícito e limitado para mis deseos. Aún así, me excitaba. Yo era cenizas... Y en el momento en que tomó mi cuerpo, comencé a arder con codicia. Porque una vez que pruebas l...