-Capítulo III-

3.4K 433 325
                                    

Rápidamente Kambe dio crédito al buen control que Haru poseía de su propio cuerpo a pesar de su borrachera. Pasaba menos vergüenza danzando que otros jóvenes menos ebrios que él. Así, el millonario se entretuvo viéndolo un rato y al cabo de cinco minutos se incorporó del sofá. Había puesto esfuerzo en aguantarse lo suficiente para no tener que tomar la decisión de orinar en un lugar como ese. No fue su plan quedarse hasta tan tarde, pero ya no pudo contenerse más tiempo y fue al baño. Los empujones y paso desequilibrado de los adolescentes sudados lo estorbaron sobremanera en su marcha y lo hicieron sentir más sucio de lo que realmente estaba. El baño era muy pequeño comparado al suyo, pero no sería exigente en tales circunstancias. Se lavó las manos antes de salir y por el asco que le dio el papel disponible y la desconfianza hacia el aire que liberaba el secador de manos optó por limpiarse en su pantalón. Fue un tanto difícil para él, ya que solía tenerlo impecable.

El camino de regreso a su mesa fue igual de incómodo que la ida y al llegar tuvo la intención de sacar un nuevo habano para fumar junto a la ventana, pero se detuvo en seco cuando buscó con la mirada a Haru entre la multitud y no pudo encontrarlo. Vio a Saeki y Kamei bailando con la mujer de la barra pero por más que observara en todas direcciones, su compañero no estaba con ellos. Dirigió los ojos hacia donde Tappei todavía seguía apostando y tampoco pudo divisarlo. Acomodó la espalda contra el sofá y pensó que muy seguramente había ido al baño pero no pudieron encontrarse entre tanta gente. Pasaron minutos y algo dentro de Kambe le hizo cosquillas. No eran agradables o divertidas, sino cosquillas intranquilas que sin cesar alteraban sus nervios.

Se incorporó y caminó firme hacia Kamei, quien también estaba borracho.

-¡Por fin Kambe decide acompañarnos!- Exclamó bailando.

-¿Sabes dónde está Kato?-

-¿No estaba contigo?-

-Sí, pero ya no está.- Dijo y observó a Saeki antes de hablar en voz alta debido al exagerado volumen de la música. -Fuiste la última en verlo. ¿Te dijo algo?-

-¿Kato? ¡Ah, sí!- Exclamó como si lo recordara de pronto. -Dijo que se iba a casa.-

-¿Qué?- Sus azules ojos oscuros, por lo general imperturbables, reflejaron un torrente de incontenible inconformismo. -¿Lo dejaron irse solo?-

-Es un adulto, Kambe.- Quiso apaciguarlo Kamei. -Sabe cuidarse por sí mismo. ¿Sabías que participó en las nacionales de judo?-

-¿Aunque sea vino en su auto? ¿Tiene su celular con él?-

Confirmaron la respuesta mutuamente en sus miradas antes de negar con la cabeza.

-Vino caminando con nosotros, pero debió haber llamado un taxi. Y su celular estaba descargado desde antes que llegar, de eso venía quejándose en el camino.-

El millonario frunció el entrecejo pero antes de seguir perdiendo tiempo con ellos negó apenas con la cabeza y se aproximó a la salida con una prisa impropia de él.

Una vez en el exterior, la calle asfaltada y negra se presentó desierta y Kambe sintió un sorprendente alivio cuando la brisa paseó con suavidad sobre su rostro caliente y dejó atrás la estridente música. Observó con velocidad a su alrededor y nada. No estaba. Su corazón se aceleró sin pedirle permiso ni darle una razón clara a su dueño, y de la nada, como si una luz brillara para calmar su mente, recordó el piercing en su oreja derecha.

-HEUSC.- Habló presionando su lóbulo. -Dime la presente localización de Kato Haru.-

-Kato Haru se encuentra a cuarenta metros, en la esquina de la calle a mano derecha.-

Ni bien la inteligencia artificial terminó de hablar, Kambe trotó con algo de apuro a donde le fue indicado y ver a Haru conversando con dos vagabundos aflojó la pesadumbre en su pecho. Respiró con tranquilidad y se acercó de a pasos elegantes. Los señores estaban calentándose las manos frente a una fogata hecha de basura.

Gorgeous - DaiharuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora