13. Amo

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Narra Samuel:

Guillermo se encontraba tendido en el suelo del baño, completamente mojado y con expresión de dolor. Y es que el muy pringao' había caído de espalda al resbalarse, quedando con todo su peso sobre las heridas que yo mismo le había propinado.


—¿Así que intentas escapar? ¿Cuántas veces tengo que castigarte para que te des cuenta de que no vas a conseguirlo? —le pegunté mientras me acercaba a él.

—N-nunca me rendiré, se-señor. —Intentaba parecer convencido, pero al llamarme de aquella forma, dejó de parecerlo completamente.

Agarré su mano y lo levanté de un tirón, me acerqué a su oído y le susurré: —Yo diría que deberías rendirte y comenzar a disfrutar. —Bajé mi mano hasta su miembro y comencé a apretar fuertemente, provocándole un gran dolor.

—Aghh... ¡Duele! —chilló como una nena.



Mi mano comenzó a hacer movimientos de arriba a abajo sobre su pene, endureciéndolo con mi tacto. Guillermo soltó un leve gemido, casi inaudible.



—Parece que al gatito le gusta que lo acaricien.

—S-suéltame. —me pidió—. N-no sigas... —Guillermo trataba de resistirse a mis caricias, cosa que yo no le permitiría.

—Mmm... Créeme que lo vas a disfrutar tanto como yo. —Susurré pegándome a él. En un movimiento rápido lo dejé de espaldas a mí, rozando mi erección contra su desnudo trasero.

—¡ALÉJATE! —gritó asustado—. Por favor, no ... —Sentí como su voz se quebraba y comenzaba a llorar—. ¿Por qué? —susurró.

—Porque eres mi juguete. —dije para luego comenzar a besarlo lentamente en el cuello, dejando algunas leves mordidas a su paso.



Guillermo intentaba escapar de cualquier forma, forcejeando e incluso llegó a morderme en su afán por escapar, aunque de nada le sirvió para liberarse de lo que venia.

Tomé al chico y lo arrastré hacia mi habitación, desnudo. Varias empleadas vieron la imagen y simplemente volteaban la vista a otro lado. Todos sabían que nadie lo podía ayudar.

Lo lancé sobre la cama bruscamente.

—Bueno, bueno... —Cerré la puerta tras de mí, volviéndome a acercar a él—. ¿Por dónde íbamos? —Ahora me encontraba sentado en el borde de la cama, sin dejar de mirarlo—. Estás mojando mi cama con el agua y el jabón de tu cuerpo.



—¿Y e-eso es ahora culpa mía ta-también?



—Todo lo que yo diga que es culpa tuya, lo es. ¿Entiendes? —Él sólo se limitó a asentir con la cabeza—. Y bueno... ¿qué vas a hacer para que no te castigue? —dije arrastrando mi cuerpo sobre su figura, provocando una evidente cara de disgusto por su parte.



—Y-yo... n-no s-s-sé qué te-tendría que hacer p-p-para que no m-me castigues. —fruncí el ceño ante eso último.



—Háblame de usted.



—L-lo s-siento... señor... —Tenía miedo de mi cercanía, era más que obvio en su tono de voz—. ¿Q-qué podría hacer p-por t... usted? —Aquello último me impresionó hasta tal punto, que mi entrepierna también lo agradeció.



—Sólo puedo decirte que mientras más me sorprendas en el buen sentido, más posibilidades tienes de librarte. Algo así como llamarme amo, te da puntos positivos. —sonreí por su reacción ante la palabra—. Pero obviamente eso no sería suficiente.



—A-a-amo... —No creí que se atreviera a llamarme así. Fue algo que satisfizo sobremanera.



—Dime. —Me agaché, para encontrarme más de cerca con su cara, la cual me parecía adorable estando tan asustado.



—¿M-me d-d-daría pe-permiso p-para...? —preguntó, llevando una de sus manos hasta mi entrepierna, por encima de mis pantalones. Lo miré con interés, algo sorprendido por su “valentía”.



—Claro, todo tuyo. —Le di pie, para a continuación guiñarle un ojo. A él no pareció agradarle, pero eso no me importaba. Desde debajo de mí, llevo ambas manos hasta el botón de la prenda, y torpemente intentaba desabrochármelo. Estaba demasiado nervioso y tembloroso como para conseguirlo.



—¿M-me a-ayudas? —Alcé una ceja, observándolo, esperando a que dijera la palabra que quería oír—. Amo... —Cada vez que la pronunciaba, el volumen de su voz disminuía, hasta ser casi inaudible. Me desabotoné y bajé la cremallera, dejando ver mis bóxers negros con letras moradas en el borde de estos—. ¿Necesitas que me levante para facilirtártelo? —Él asintió con timidez, mientras me observaba hacerlo. Me siguió, tanto con la mirada como con su cuerpo al levantarse y arrimarse a mí. —Ya puedes hacer lo que quieras. —Una sonrisa lasciva apareció en mi rostro, justo después de decir eso.





Él me observaba desde abajo, sentado en el borde de la cama, frente a mí. Se notaba que no quería hacer aquello, pero en ese momento parecía dispuesto a lo que sea, con tal de no ser castigado.

Sus manos, colocadas en mi cintura, agarraron el borde de mis pantalones, tirando bruscamente de ellos hacia abajo.

Sus ojos volvieron a clavarse en los míos, mirándome suplicante, esperando a que dijera algo que sabía perfectamente que no saldrían de mis labios.

Volvió a repetir lo anterior, esta vez con mis bóxers, cerrando completamente sus ojos para no ver mi desnudez.



—Abre los ojos. —le ordené. Rápidamente la acató, quedándose completamente impresionado.



—Y-y-yo... n-no pu-pu-puedo... hacer es-t-to... —tartamudeó, intentando evitar mirar mi cuerpo. Creo que lo intimidó el hecho de comprobar que mi pene estaba erecto.



—Tú sabrás. Pero decídete ya.



Acercaba su mano hasta mi miembro, sin llegar a tocarlo, y volvía a alejarla repetidas veces.

Llegó un momento en el que me cansé.



—Está bien. —Di por finalizado, agachándome para ponerme las prendas.



—¡N-no, no! L-lo si-siento... amo... L-lo haré... De veras. —De nuevo, acercó la mano hasta mi masculinidad, pero está vez no se apartó. Tocó suavemente la punta, acariciando ésta con un par de dedos, y los ojos entreabiertos, para ver lo justo.



La escena me parecía increíblemente divertida. Esto estaba siendo más que interesante.

(Autoras: palomakiessling y Mrsdesrosiers17)

Duros caminos del destino [Wigetta y Lutaxx]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora