𝟤𝟧🌊𝐹𝒾𝑒𝓈𝓉𝒶.

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Cuando ingresé al lugar, todos fijaron mi mirada a mí, cada una de esas criaturas extravagantes o inclusive las que eran igual a mí, me miraron e hicieron un camino entre ellos en donde pasé hasta llegar a los reyes que me miraban con una sonrisa de orgullo, y en su costado derecho estaban Eloy y Bruno respectivamente, y entre ellos, Eloy se mantenía serio, pero Bruno me sonrió mostrando sus dientes, con ternura.

Y al no saber que hacer, por instinto, hice una reverencia, haciendo que todos se rieran de mí, pero los reyes pidieron silencio y Marina me levantó, regañándome con la mirada, y todos volvieron a sus cosas, ignorándome, sin embargo, la vergüenza aún me invadía, haciéndome sentir patética, tratando de evitar a todos en el lugar.

Entre las sombras, observaba a todos como lucían sus ropas con telas transparentes, haciéndome saber que sólo la "familia real", Bruno y yo, usábamos telas más gruesas que tapaban nuestro cuerpo, además que, todos parecían charlar y disfrutar del ambiente felices. 

El lugar era sencillo la verdad, todo estaba impregnado de oro y eso era lo único que lucía de todo, que, de allí en fuera, todo era igual.

De repente, alguien carraspeo detrás de mí, provocando que diera la vuelta, encontrándome con un señor medianamente joven, pero a la vez grande por las arrugas que había en su ojo, ya que el otro tenía pegada a su piel caracoles y piedras del mar, haciéndome sentir un escalofrío. Traté de sonreírle y verme tranquila, sin embargo, su presencia me daba miedo y desconfianza, pero no sabía si era por su aspecto o era su esencia.

—Te ves muy bien, Alanney —mencionó, dándome una sonrisa, y se la regresé, tratando de ser amable. No tomé en cuenta que supiera mi nombre, porque creía yo, que todos lo sabían, por eso seguí allí tranquila.

—Gracias, señor —agradecí acercándome más a la gente por precaución, y este me imitó—. Es... bella la fiesta —dije con una sonrisa, tratando de hacer conversación, y este rio divertido por mi absurdo comentario.

—Sí, lo es. Y es bueno tener fiestas, y más por estos días que se acercan —declaró con una sonrisa, viéndome de reojo y asentí, entendiendo a que se refería.

—¿Sabe dónde se encuentra Bruno? —cuestioné interesada y este asintió, y agradecí alegre, ya que al saberlo podría pasar la noche con él y cuestionarle cosas.

—Está con los reyes y el príncipe, para acordar cosas del gran día.

Al escucharlo, tragué saliva nerviosa y lo miré con interés, dándome cuenta que el hombre en definitiva sabía más que yo, y eso era claro. Y podía sacar provecho de eso.

—¿Usted sabe sobre la luna roja? —cuestioné acercándome a este, diciéndoselo en un susurro, esperando que nadie escuchara, pero el hombre al escucharme, me miró extrañado y asustado, mirándome con seriedad—. Sé que es prohibido hablar de eso, pero...

El hombre con rapidez, me arrastro a la oscuridad en donde estábamos y me miró con seriedad, asustándome.

—Hoy es baile, ¡es fiesta! Y no nos gusta en las fiestas hablar de cosas negativas; no es malo, pero si inadecuado —declaró y asentí, entendiendo mejor su punto—. Creemos que las fiestas son para disfrutar, a pesar de que nos falte poco para el gran día y todos estamos nerviosos, tratamos de calmarnos esta noche con la fiesta, por eso, no hay que hablar de esos detalles.

Cuando el desconocido dijo aquello, entendí mejor todo. La verdad es que me gustaría que así fuera Marina, Bruno y Eloy, o bueno, Bruno si suele ser claro conmigo, pero los demás no, y me gustaría que, si me corrigieran, me dijeran porque, que me dijeran la razón, para no volverlo a hacer y entender. Entonces, el hombre me sonrió y suavizo sus rasgos, al darse cuenta que ya no insistirá en aquello, y me sonrió y se lo regresé, volviendo a mejorar el ambiente.

2 | 𝐸𝓃 𝑒𝓁 𝒶𝒷𝒾𝓈𝓂𝑜 𝒹𝑒𝓁 𝑜𝒸é𝒶𝓃𝑜.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora