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Un fino hilo de saliva escurría por el borde de sus labios, el aire en la habitación se sentía caliente y asfixiante, sentía que su cuerpo hervía de placer por las todas las sensaciones que envolvían a su pequeño y tembloroso cuerpo. El menudo cuerpo de Renjun se encontraba tumbado en la cómoda y espaciosa cama que compartía con sus lindos y calientes novios, su respiración era desordenada y fuerte, como si quisiese tomar todo el aire de la habitación para poder satisfacer la falta de oxigeno que la excitación le provocaba.

– Vamos amor, estás dándonos un buen espectáculo, ¿te parece bien si subimos el nivel? – Aquel chico de inocente sonrisa y ojos pequeños no espero respuesta alguna y subió al nivel más alto la velocidad del aparato que su pequeño novio tenía metido profundamente en su húmedo agujero, no pudo evitar que en su rostro se formase una pequeña sonrisa complacida al ver los fuertes espasmos que recorrían el cuerpo de su pequeño, siendo estos acompañados de los fuertes gemidos que salían de entre sus esponjosos labios, nombrando los nombres de ambos jóvenes sentados frente suyo.

Jaemin sonrío ampliamente con la vista que se le otorgaba, podía apreciar perfectamente como las caderas de Renjun se movían con insistencia de un lado a otro, como si quisiese que cualquiera de las pollas de sus novios estuviese en su interior llenándolo como solo a él le gustaba. Era un hermoso espectáculo por apreciar, teniendo a su merced al mayor, su estomago y pecho se encontraban totalmente apoyados sobre el mullido colchón, sus piernas se encontraban totalmente abiertas dejando su trasero elevado y su necesitado agujero a la vista de los mas altos, quienes estaban mas que complacidos de la vista que recibían de este, tan húmedo, tan necesitado y tan suyo.

– Oh, jo-joder, joder, J-Jeno, Ja-Jaemin por favor. – Renjun entre abrió su boca en una pequeña "o", emitiendo un mudo gritillo de placer al sentir como el ritmo del pequeño vibrador subía y bajaba repentinamente cada cinco segundos, sus manos se encontraban firmemente atadas por debajo de su espalda, lo que le impedía poder tener la libertad de auto complacerse y llegar a su ansiado orgasmo, aunque sabia que eso no serviría de mucho, pues en algún punto de su inconsciente placer, no sintió cuando, y como, Jeno coloco una pequeña jaula sobre su enrojecido y sensible pene ¡Estaba atrapado! y como odiaba aquello, él quería poder frotarse contra las suaves y ahora húmedas sábanas, poder presionar su hinchada cabeza contra estás y así poder correrse con fuerza, poder sentir su vientre contraerse y su respiración volverse pesada y errática por la liberadora sensación, con ese solo pensamiento en mente soltó un fuerte y patético gemido de necesidad pura.

– Dios.... d-dios, juro que les chuparé el pene tan fuerte q-que.... ¡Oh, si, si, se si-siente t-tan bien! – Pequeñas lágrimas de placer comenzaron a formarse en sus ojitos, pronto estas comenzaron a bajar por sus sonrojadas mejillas, sus manitas se movían desesperadas entre los finos y  elegantes amarres que mantenían sus brazos inmóviles, las sensaciones eran tan fuertes que sentía que incluso podría correrse con solo sentir un suave soplido en su, ahora, sensible piel.

Escuchó claramente como las respiraciones de ambos menores frente a él se volvían pesadas y la forma en que inhalaron fuertemente al escuchar sus palabras, los deseaba tanto, y sabia que ellos a él también, pero disfrutaban tanto el espectáculo de ver a su pequeño novio tan destrozado por el placer y prácticamente rogando por tenerlos dentro.

– Renjunnie se ve tan lindo cuando dice lo que le gusta, dinos, ¿te gusta como ese pedazo de plástico te jode? – Un sonriente Jaemin se acercó hasta Renjun, pasando con lentitud las yemas de sus dedos por toda la extensión de su espalda, mordiéndose el labio al sentir como Renjun se retorcía de placer y arqueaba la espalda, tan solo con esos simples toques. – Tan sensible y tan nuestro...– No se pudo contener en dar una fuerte nalgada a uno de las redondas y suaves nalgas de su novio, sonriendo fascinado por la forma en que sus dedos quedaban marcados en su blanquecina piel y en el lindo color rojizo que empezaba a teñirla.

Soumis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora