Capítulo 1:
Ver a Austin Mahone caminar por el pasillo un lunes por la mañana era como escuchar tu vieja canción favorita en la radio, releer aquel libro que nunca te deja de sorprender o simplemente contemplar los primeros rayos de sol en la mañana.
Nunca le había hablado, pero sentía que lo conocía más que cualquier persona en el mundo e incluso más que él mismo. Suena completamente ridículo pensar de esa manera, pero es tan difícil de explicar que ni yo misma me he aclarado
-Emm, ¡Despierta! -Chloe mecía mi hombro para despertarme del trance. Me incorporé rápidamente y despegué mis ojos de Austin. -Otra vez te fuiste a la luna -Sacó sus libros de la taquilla y cerró la puerta.
-Lo siento, ¿Me estabas hablando?- acomodé nerviosamente mi cabello detrás de la oreja-
-Claro que lo hacía, pero como de costumbre tiendes a quedarte "colgada" cuando te hablo -cruzó sus brazos sobre su pecho. Mala señal. Estaba enfadada
-Chloe discúlpame, tú sabes que soy muy distraída-
-En especial si se te cruza Mahone al frente ¿no? -Bajé la mirada. Ella tenía razón, lamentablemente siempre la tenía.- Emm, él es un idiota. ¡No!,corrección. Es el mayor idiota, simio, mujeriego que ha pisado la tierra.
-No digas eso-Mi voz fue tan baja que apenas fue audible.
-Otra vez lo defiendes. Sabes perfectamente que tengo la razón -Dejó de apoyar la espalda en la taquilla y comenzó a caminar. La seguí sin pestañar, teníamos la misma clase.
-En eso te equivocas, no lo conoces -Chloe pareció exasperada
-¿y tú sí?-botó una bocanada de aire- Emma jamás en estos tres años haz hablado con él, no lo conoces.
-Yo sé que detrás de esa mascara hay algo más de lo que tú logras ver. Sé que es tonto, pero yo lo siento así- Chloe suspiró.
-Emma, tú siempre viendo lo mejor de las personas.-Cambió drásticamente su expresión, su rostro se serenó y pareció rendirse al enojo.-Por esa razón no deberías perder el tiempo en Austin.
-¿por qué? ¿Crees que soy muy poco para él?
-¡no!, al contrario-Chloe pasó su brazo sobre mi hombro.-eres demasiado buena, y él prefiere a chicas que sean fáciles de alcanzar. Y créeme, nunca se va a esforzar por tener a la chica que valga la pena.
No supe que decir, una muy pequeñisima parte de mí se sintió conforme con lo que acababa de oir. Y la otra fue como un globo de ilusiones desinflándose a la velocidad de la luz.
Entramos al salón y nos sentamos en nuestros puestos de siempre. Detestaba infinitamente la clase de álgebra I, si no fuera por Chloe ya habría reprobado la asignatura. Ella adoraba los números y todo lo relacionado con cálculos, al contrario de mi que siempre preferí la literatura: Sumergirme en libros y escribir las historias más románticas y cursis que se me puedan ocurrir.
La hora pasó tan lentamente, y lo menos que hice fue tomar atención. Mi mente divagaba en múltiples opciones y alternativas en las que lograba estar con él. Quizás a mis diecisiete años es inmaduro pensar en cuentos de hadas en donde la chica nerd tiene oportunidad con el chico más cotizado del instituto. Pero era a lo único que me aferraba para no caer de frente a la cruda realidad.
***
Durante todo el día había intentado pegar y rearmar las esperanzas, pero no podía. Estaba comenzando a entrar al país de la realidad, donde el optimismo y la ilusión no eran bienvenidas. Estaba a poquitos pasos de llegar ahí, cuando a la hora de almuerzo, en plena cafetería, Austin Mahone y Miranda Simons se enrrollaban. Sentí que el mismo Mahone me estaba entregando los boletos y sin retorno.
Chloe tenía razón, ella siempre la tenía. Austin era de la clase de chicos que cambiaba de chica cada semana. El chico que busca una aventura por una noche. El chico que no conocía el amor. El chico que no tenía la intención de conocerla.
***
Las clases acabaron, fui directamente a buscar mi bicicleta. Acomodé mi mochila en la espalda y subí en ella. Comencé a pedalear, por primera vez en mi vida quería escapar. Quería irme lo más lejos sin ver atrás. Pero, aunque trataba de no pensar en él, lo hacía y eso dolía. Dolía que yo fuera tan tonta y dolía que él fuera tan él.
Sin darme cuenta había llegado a casa. Guarde la bicicleta en la cochera y entre a mi hogar. Fui directamente a mi habitación, donde lancé mi mochila al poco espacioso sofá. Mi cuerpo reaccionó por si solo y me recoste en mi cama.
Mis pensamientos parecían batallar dentro de mi cerebro: una parte de mí quería quererlo, quería creen en la más mínima esperanza, quería que el sueño se convirtiera en realidad y por el otro lado me reía de mi misma por ser tan ingenua e ilusa, por vivir en una burbuja donde no quería dejar entrar la realidad, por no querer aceptar la persona que realmente Mahone es.
Me di cuenta, después de darle muchas vueltas al asunto, que ya no valía la pena. Había intentando de todas las formas mantener vivo mis sentimientos por él, lo había logrado y aún lo hacía, pero ya no podía seguir.
Tenía un nudo tan grande en mi garganta. Era como una enorme píldora que no puedes ingerir por más agua que tomes. Así me sentía, el dolor estaba atascado dentro de mi y, por más que quisiera que pasara seguía ahí haciendo daño, asfixiandome.
Lloré. Lloré por todo y a la vez por nada. Para que engañarme, nunca fuimos nada. Lloré simplemente para limpiar mi mente, para qué derramará mis primeras y últimas lágrimas por él. Lo hice por una hora. Acompañé su rostro en mis recuerdos con las más tristes canciones de amor no correspondido.
Me sequé las lágrimas con la manga de mi sweeter. Todo se sentía tan gris. Tan desierto. Tan nada.
Agarré la computadora y me metí a Facebook, busqué su perfil por última vez antes de eliminarlo. Vi un par de sus fotos, parecía tan distinto a la persona que era en el instituto, había un brillo especial en sus ojos,parecía feliz.
Abrí el chat. Siempre lo hacía. Escribía un hola que nunca en estos tres años fue enviado. Mi cobardía siempre me impidió hacerlo, tenía esa extraña sensación de que sería rechazada al instante.
Pinche en la pestaña de amistad y se desplegó distintas opciones, entre ellas "eliminar de mis amigos". Coloqué el mouse encima de la opción. Parecía algo tan sencillo de hacer pero, ¿por qué me costaba tanto?.
Era tan débil que ni siquiera tenía el coraje de hacer un simple clic en algo tan insignificante. Apreté en la cruz y volvió a aparecerme el chat. Solté el aire que estaba retenido en mis pulmones y me puse de pie. Al parecer Austin Mahone aún no sería eliminado de mi Facebook ni de mi vida, esa decisión hizo cosquillear de alegría una pequeña porción de mi cuerpo.
Me di cuenta de que ya eran las nueve y mi único que quería era dormir. Decidí ir a tomar una ducha. Tomé unas toallas y me dirigí al baño.
Abrí la llave del agua caliente y comencé a desvestirme. Entré a la ducha y mi cuerpo se relajó a los segundos de entrar en contacto con la calidez del agua. Me encantaba cerrar los ojos y dejarme envolver por el placer de.sentir recorrer el agua por mi cuerpo.
Salí de la ducha,.sequé mi cuerpo y me coloque mi ropa interior. Me envolví con la toalla y salí rumbo hacia mi habitación
Busqué mi pijama en el.closet y lancé.las prendas hacia.la cama junto con la toalla que envolvía mi cuerpo.
La habitación se sentía tan silenciosa que decidí colocar música en mi laptop. Minimice Facebook y Abrí el reproductor de música. Coloque música movida y volví a abrir Facebook. Vi que aún no cerraba la pestaña del chat con Austin, así que la cerré y le di la espalda al computador. Comencé a bailar desenfrenadamente hasta que sentí el sonido de una carcajada a mis espaldas. Voltee rápidamente y me di cuenta de que había hecho una video-llamada y Austin Mahone me había visto bailar semidesnuda como una loca.
Cerré la laptop de golpe. Ahora definitivamente mi vida se había destruido
ESTÁS LEYENDO
Después de ti (Austin Mahone)
Fanfiction¿Qué pasaría si accidentalmente haces una video-llamada semi desnuda al chico que te gusta? Probablemente tú vida se convertiría en un completo desastre.