El hogar es donde estés tú.

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Cuando Kara llegó a la tierra se dio cuenta de varias cosas:

1. Kal no la necesitaba. 
2. Kryptón había desaparecido y junto con él todos sus seres amados.
3. Estaba sola en un planeta que le era ajeno, sin un propósito y con un enorme vació en el pecho.
4. No importaba que pasara a partir de ahí, nada volvería a ser igual.

Con el paso de los años, Kara sólo aprendió más y más sobre su nuevo  planeta: aprendió sobre los humanos y sus extrañas costumbres, sobre los incontrolables cambios del clima, sobre todas las formas de vida que lo habitaban, incluso aprendió más sobre sí misma y lo que era capaz de hacer. Kara creyó que estaría sola por el resto de su vida, pero encontró a una familia que la acogió y la amó tanto como lo hubieran hecho sus propios padres en Kryptón; creyó no tener más un hogar, pero poco a poco la Tierra fue más fácil de llamar casa hasta que ya no pudo imaginarse viviendo en otro lugar (a excepción de su planeta natal). Para ella su propósito comenzó y terminó con  Clark, pero se dio cuenta que en la Tierra no existían propósitos y que era libre de escoger su propio camino, una libertad que ni siquiera tuvo en su planeta natal.

Se dio cuenta que el cielo en la Tierra era casi tan bello como en Argo, y que su fauna y flora era incluso más abundante; que la voz de Eliza al cantar era tan bella como la de su madre y que jugar con Alex era incluso más divertido que cuando jugaba con  el bebé Kal. Poco a poco, sin que se diera cuenta, el vació en su pecho se fue llenado de calidez y amor, y cuando Kara cayó en cuenta que ya no lloraba antes de ir a dormir, y que reía con tanta facilidad que ni siquiera se daba cuenta, lo entendió: ya no estaba sola.

De vez en cuando se preguntaba cómo habría sido su vida si nunca hubiera necesitado irse de Kryptón. Le gustaba pensar que habría sido tan feliz como lo era ahora, que sus padres serían tan comprensivos con ella como lo era Eliza, que alguien como Alex también habría llegado a su vida, y quien sabe, tal vez incluso habría podido visitar la Tierra y encontrar de nuevo a su actual familia sin tener que perder a la suya en el proceso. Eran sueños que tenía despierta (y a veces incluso dormida), y que la hacían sonreír y llorar al mismo tiempo.

Pero pese a las pérdidas se consideraba afortunada, sobre todo conforme su familia fue creciendo gracias a la llegada de sus amigos. Ella ciertamente pensó que habría sido una pena no haberlos conocido y que tenerlos en su vida compensaba el dolor vivido, y cuando Lena llegó y su relación evolucionó de una leal amistad a un profundo amor, la sola idea de no haber llegado a la Tierra y no haberla conocido la horrorizaba al punto del dolor.

Así que, aunque tomó tiempo, Kara entendió que:

1. Kal no la necesitaba, pero eso estaba bien, ella no tenía porque ser necesitada, era libre y le hacía feliz que su primo también lo fuera.
2. Kryptón dejó de existir, y con él todos a los que amó, pero no desaparecieron, al menos no para ella, porque los recodaba, los recordaría por el resto de su vida y mientras ella viviera Kryptón y sus habitantes serían honrados.
3. Jamás estuvo sola, tenía a Kal incluso si no era como a ella le hubiera gustado, y después,         también a los Danvers, y luego, a sus amigos y, finalmente, a Lena.
4. Perdió Kryptón, pero encontró un nuevo hogar y una nueva familia.
5. Las cosas nunca serían como en Kryptón, pero estaba bien, ella no está en Kryptón, está en la Tierra, y no cambiaría eso por nada.

Y con todo eso en mente, mientras ve a su familia reír, Kara se da cuenta que tal vez su lugar era ese desde un principio, a lado de Alex, Lena y el resto de sus amigos. Tal vez las cosas pasan por algo, como solía decirle su padre. Ella se aferra a esa idea.

Lo Que Pudo (Podrá) SerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora