❝ Helado ❞

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Girl.

Domingo solía ser extraño. Una sensación a descanso e incertidumbre.

Aveces mi padre trabajaba, limpiando la granja o atendiendo a los animales del refugio -aún me parecía increíble que jamás había tenido una mascota-, y en ocasiones, raras veces se quedaba en casa. Haciendo mantenimiento hasta que destapaba algunas cervezas y se quedaba dormido en el porche hasta tarde. Y yo me quedaba leyendo o descansando, sacando los pies por la ventana, con la vista hacia los prados, y el viento del sur jugando con las cosas de mi habitación.

Cuando desperté esperaba encontrar la casa vacía, no hubo ninguna ruido mientras observaba por la ventana a excepción de aves a lo lejos. ¡Había salido el sol!. El pasto verde y flores nuevas parecían darme los buenos días. Era mi oportunidad para salir, y ver a Robert. Tenía ese sentimiento, lo echaba de menos. Podríamos ir al arrollo, ese de mis otros lugares especiales, podríamos pasar por la granja de Helena y ver si estaba dispuesta a acompañarnos, claro, si es que no estaba con sus padres. Pasaban tanto tiempo disfrutando de su hija, solían invitarme a quedarme una semana en invierno, cuando el clima era cruel para ella, su habitación era como un salón de juegos, estantes llenos de libros y muñecas de porcelana que le gustaba peinar. Y un magnifico juego de té, uno real, no uno de plástico.

Tomé un baño de agua tibia procurando no tardar demasiado, corrí a mi armario y miré las prendas detenidamente. Deseaba tener algo como lo que usé en la noche del show, el color negro, el estilo diferente que había amado. Pero todo lo que tenía era colorido, colores del prado, delicados, faldas, pantalones acampanados, todo lo que había copiado de Janis.

Janis, tenía que presentarle a Robert, me lo había pedido. Estaba segura que ambos se caerían bien.

Opté por un vestido blanco que rozaba mis tobillos de mangas sueltas, dejando mi pelo suelto, me coloqué delineador en los ojos, solo un poco, dispuesta a escabullirme por un poco del perfume de mi madre, cruzando el pasillo sin problemas, tomando el pomo de la puerta, pero, había pisadas en la gravilla. Esas botas pesadas.

Cerré la puerta de la habitación prohibida y escuché con atención, asomando mi cabeza por la escalera, tratando de mirar, la puerta había sido cerrada, una sombra se movía hacia la cocina. Mi padre estaba en casa.

Hice una mueca mirando mi reflejo en el espejo ovalado del pasillo, me había pintado los labios rojos ¿le parecería sospechoso? ¿Me dejaría salir?.
Podría decirle que iría a ver a Janis, aunque ella estaba en el mercado de artesanías los domingos. O que iría a los prados, claro, recogería algunas vallas, y más tarde compraría unas en el pueblo para no levantar sospechas. El problema era dirigirle la palabra, ayer había llegado malhumorado, a eso de las diez de la noche, demasiado pronto. Yo había estado cocinando mi cena, y la rechazó cuando le ofrecí, "Fue un largo día" había murmurado.

Sin nada más que pudiera hacer bajé las escaleras, estaba acostado boca arriba en el piso, con la caja de herramientas que no usaba abierta, reparando la tubería del lavador. Me quedé quieta, mirándolo apretar los labios a medida que giraba una de las llaves contra el metal, intentando alcanzar un trapo con su mano libre, extendiendo sus dedos, haciendo de lado las llaves, hasta notar mi existencia. Dando un respingo que ocasionó que se golpeara la frente contra la madera. Quise ayudarlo a levantarse, pero solo me quedé allí.

"¡Zoe!" casi gritó "No te escuché bajar" se frotó la zona herida, no le había hecho ni un rasguño, solo estaba rojo, así que suspiré aliviada.

"Lo siento" le pasé el trapo, él se limpió las manos, levantándose por sí solo, concentrado en lo que hacía, admirando la obra de plomería que había logrado. Yo me senté en un banquito, evitando el contacto visual. Me avergonzaba un poco que me mirara maquillada, no consideraba que mentía bien, menos de frente. Así que arrastré la caja de cereal, cubriendo mi rostro.

Just Like Heaven | PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora