Una cálida respuesta

El escrito originalmente fue hecho para Maggie, por azar me tocó ser su Santa Secreto el pasado diciembre. Es cortito, pero lo entregué con cariño. Publiqué el one-shot en AO3. No había encontrado un motivo para subirlo aquí también, pero hice una portada que nunca ocupé y creo que quedó no tan fea. 

Ojalá se disfrute la lectura, agradeceré cualquier tipo de comentario que me brindes.

Disclaimer: El siguiente one-shot (fanfic) fue hecho por mí sin fines de lucro y con el simple motivo de entretener, tomando personajes de la serie Osomatsu-san del estudio Pierrot, basada en la serie y manga de Fujio Akatsuka.

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Muchas veces se quedaba en el balcón del departamento pensando en su situación actual, si se trataba de un sueño enternecedor y cálido, un embriagante trago de su licor favorito, o si se trataba de una realidad que siempre anheló y tenía la dicha de expresar que la estaba viviendo.

No sabía explicarse el extraño y latente vacío que lo acurrucaba en las noches como aquella. Tenía todo lo que alguna vez deseó para sentirse una persona realizada. Departamento bien ubicado, dinero suficiente para subsistir hasta final de mes pagando todas sus facturas, buen trabajo en una oficina... aún no tenía tantos amigos, sin embargo, la mayoría del tiempo se sentía pleno y acompañado. En la cama le esperaba el ser que más ama en esta vida. Era esto último lo que le sacaba de quicio... No, no. Era bastante orgulloso. Pero no le quitaba lo desconfiado. Debe ser por algo, claro. ¿En serio es amor? Una parte de él repetía con un tono arrogante: "¿Quién no te daría una oportunidad? Quizás no eres tan bueno en algunas cosas, pero hombre, te esfuerzas mucho y eres genial generalmente..." Mientras su parte temerosa y escéptica le rogaba para que actuara de una vez haciendo algo para asegurarse del amor de la persona quien dormía despreocupada. ¿De verdad le quería, o solo jugaba?

Desde hace años conocía a Osomatsu. Prácticamente, podría decirse, que desde que tenía consciencia. Eran apenas niños cuando jugaron por primera vez, y por cosas de la vida, habían cursado hasta la Escuela Preparatoria juntos. Choromatsu sentía desde entonces mariposas en el estómago cada que veía al que vestía de rojo. Como se dijo antes, conocía la naturaleza del chico que le robaba los suspiros. Era un mujeriego, un sin vergüenza y a veces llegaba a ser vulgar. ¿Cómo es posible que alguien como él, Choromatsu, el alumno que pretendía ser el modelo de la clase, alguien que se esforzaba, pudo haberse fijado en Osomatsu? Pensaba aquello durante esos tiempos, y no logró más que atormentarse a sí mismo.

Se sentía molesto, engañado por la farsa del "Libre albedrío". Él no decidió estar profundamente enamorado de aquel hombre.

Realmente le dolía pensar que Oso no se sintiera así, que él no le amara con tal intensidad. ¿Por qué tenía que ser el único que se quedaba a altas horas de la madrugada pensando en cosas absurdas de enamorados? Era injusto.

La noche no era tan fría, era templada y agradable. Desde aquel balcón era posible observarse la parte de la ciudad en la que siempre había movimiento, luces encendidas, locales nocturnos y carros transitando. Pero le tranquilizaba un poco, le hacía sentirse presente y no congelado y sin escape de su mente. El satélite natural de la Tierra resplandecía fuerte, se lograba apreciar pese a que casi siempre las nubes y el smog cubrían el panorama.

A pesar de que llevaban 5 años ya de vivir juntos, la duda era persistente.

Sin darse cuenta murmuró "Imbécil" entre dientes. Al final suspiró, tenía los ojos llenos de lágrimas. No las dejaría salir tan fácil. Máximo un par. Cerró con algo de fuerza los ojos para dejar salir esas gotitas mellizas y se recargó del barandal sobre ambos brazos. Dejaría fluir a aquellos molestos pensamientos, a todas esas voces que decían cosas sin sentido, y se tranquilizaría otra noche más con el sonido del ambiente nocturno.

Una calidez repentina le envolvió. Unos brazos le rodearon a la par que unas manos calientes tomaron a las suyas aprisionándolas en su propio pecho. Choromatsu abrió los ojos, claramente sorprendido. Todavía no volteaba, pero bien sabía de quién se trataba, ese olor, ese calor y ese cuerpo, los conocía a la perfección. El corazón comenzó a acelerarse y las lágrimas no encontraron resistencia, así que salieron sin más.

—Choro-san, ¿A quién le dices "imbécil"?

Su voz, ah, su melodiosa voz le enloquecía. ¡Pero no era momento para eso, demonios!

Continuo sin dirigirle la mirada, estaba bastante avergonzado. Pero su silencioso llanto no cesaba y de ello se dio cuenta Osomatsu, cuyo pulso también se elevó. Detestaba ver llorar a quien amaba. "¿Se encuentra mal? ¿Hice algo muy malo?" Aquellas preguntas se instalaron en su mente. Hizo una mueca y al final la convirtió en una sonrisa cargada de compasión. Con suavidad volteó a Choro hacia sí, y este simplemente apartó la mirada. Ahora sus cuerpos estaban a unos 20 centímetros, y a Osomatsu le tomó un par de segundos limpiar con su pulgar derecho esas lágrimas brotantes de su novio, de nuevo hubo una cercanía. No juzgó, no sabía qué sucedía, pero tenía la necesidad de abrazar a aquel hombre que simulaba ser siempre correcto e impecable. Por unos segundos, Choromatsu se quedó otra vez estático, hasta que correspondió al abrazo, apretando fuerte la espalda de Osomatsu y haciendo un espacio para su mandíbula en el hombro del de pijama roja.

"Tranquilo, tranquilo." La voz suave de Oso retumbaba en los oídos de aquel que lloraba. "Idiota... Ni siquiera sabes qué tengo... Y a pesar de eso, estás aquí." Este pensamiento en vez de tranquilizarlo, le hizo derramar más lagrimas y empezar a hipar. Apretó más fuerte a Osomstsu. Un revoltijo de sentimientos estallaba en el pecho.

Nuevamente, la falta de explicaciones para lo que sentía le dejó en un estado de vulnerabilidad. Se sentía raro. Melancolía, confusión, felicidad, protección, alegría y alivio... se sintió amado.

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Muchas gracias por leer. Se aprecia.