𝟤𝟫🌊𝒜𝓂𝑜𝓇.

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La noche había llegado y me alejé de todos para estar en mi habitación y permanecí ahí, abrazándome a mí misma en la soledad hasta que ingresó a la habitación Bruno, acompañándome y colocándose en mi lado derecho, brindándome una sonrisa haciéndome sentir en calma, después de tanta soledad. Porque, aunque era feliz aquí, también extrañaba mi familia y temía no volverla a ver, por eso estaba aquí.

—Hola —dijo el pecoso y sonreí complacida, disfrutando de su compañía y siendo feliz con esta, al menos, por un momento.

—Hola —contesté con simpleza, haciendo que él me sonriera levemente, feliz.

—¿Cómo estás? —cuestionó acercándose más a mí y buscando mi mano para sostenerla, sacándome un suspiro en el proceso.

—Un poco triste —afirmé con inseguridad, esperando que este no se molestara, y no lo hizo, lo que sucedió es que este se mostró preocupado, acercándose a mí y tomando con más firmeza mi mano, viéndose preocupado.

—¿Qué sucede? —cuestionó con interés, buscándome con los ojos mi mirada. Yo trataba de evitarla, pero al final capturo mi mirada, haciéndome sentir un escalofrío, animándome a hablar.

—Mi familia... —susurré bajando la mirada, pero este la busco alzando mi mentón para verme a los ojos con detenimiento, provocando un temblor en mis labios.

Quedamos así en silencio por un momento, sólo viéndonos, parecía que Bruno esperaba algo de mí o quería decir algo, sin embargo, no lo hacía y yo no me animaba a decir nada, por eso nos mantuvimos en silencio. Incluso creí que Bruno se acercaría a besarme, pero no lo hizo, aun así, mantenía su mano en mi mentón manteniendo su vista en mí.

—Entiendo —murmuró este alejándose un poco de mí y liberando mi mentón de su mano, dándome una sonrisa—. Te llevare a verlos.

Cuando dijo aquello, mi corazón comenzó a latir de la emoción y lo miré consternada sin creer eso, hasta que, una sonrisa poco a poco se asomó en mis labios por la emoción de lo que decía con sus palabras.

—¿Lo dices enserio? —solté alegre, y este me sonrió, viéndose feliz por mí, alegrándome.

—Por supuesto —mencionó manteniendo su enorme sonrisa—. Y puedes decidir.

Cuando dijo eso, lo miré confundida sin entender la razón de su cuestión. ¿A qué se refería con decidir? ¿qué más tendría que decidir? Eso no tenía sentido, creía que las cosas ya estaban claras, pero al parecer no era así, había algo más y por eso le cuestioné sobre aquello.

—¿Decidir qué? —solté extrañada y él, aunque parezca extraño, parecía indeciso en hablar.

Eso era común, otras veces también se miraba indeciso en preguntarme, pero ahora parecía como triste e indeciso, extrañado, confundido, pero al final decidió hablar y decirme sobre mi decisión que tenía que tomar.

—Quedarte con ellos.

Al instante un brillo en mis ojos apareció de la emoción de saber que pronto los volvería a ver, que pronto regresaría a mi vieja vida, sin embargo, al notar la tristeza de Bruno y su inconformidad, traté de evitar mi alegría y me calmé un poco. 

Sabía que Bruno no debería de ser un impedimento en hacer o seguir con mi vida a mi gusto, aunque yo ya tenía algo con él y este había sido bueno conmigo, entonces tenía que pensar bien las cosas y tenía que actuar de buena forma, por eso me calmé y observé al pelinegro con una sonrisa, siguiendo con la conversación.

—Creí que tendría que decirles adiós —murmuré de repente y Bruno me sonrió levemente negando al instante.

—No es necesario —susurró con simpleza—. No te quiero triste.

2 | 𝐸𝓃 𝑒𝓁 𝒶𝒷𝒾𝓈𝓂𝑜 𝒹𝑒𝓁 𝑜𝒸é𝒶𝓃𝑜.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora